Veinte años de su primer disco. Recordemos entonces... ¿Qué le inspiró para querer adentrarse en el mundo de la música?

No lo sé, la verdad. Supongo que había cosas que me resultaba más fácil expresar cantando que hablando. Cuando era nada más que un adolescente, con la música encontré esa ventana a través de la que podía asomarme al mundo y mostrar mis miedos y mis preocupaciones. Fundamentalmente yo siempre he visto la música como un terapia que me permite convivir con mis miedos. Soy una persona que tiene un miedo patológico a la soledad. A través de la música uno se siente acompañado, es un espacio de encuentro. Supongo que esa fue la razón por la que me adentré en este mundo; no sé vivir solo, o al menos cuando era más joven no sabía. Con el paso del tiempo he aprendido un poco más a convivir con ello dialogando conmigo mismo y sin tratarme tan mal.

¿De cuántos años estamos hablando?

Con 16 años, cuando compuse mis primeras canciones. En ese momento todo te parece definitivo e inaplazable. Era un crío que se cuestionaba todo.

Serrat y Aute son sus influencias más obvias. ¿Qué encontraba en ellos para que les gustasen tanto?

Me sentía como interpelado por sus canciones... La grandeza de estos autores es que son capaces de encontrar en lo cotidiano, en la rutina, una poesía que nunca somos capaces de ver. Nos hacen sentir parte de grandes historias, nos enseñan que nuestros pequeños fracasos están cargados de ética; esto es lo que consigue Sabina, por ejemplo: una ética y una poesía que está ahí. Igual que también lo consigue Serrat, ellos son capaces de hacernos descubrir la grandeza. Estamos, sobre todo, acostumbrados a percibir todo con rapidez y superficialidad. Todos consumimos de manera inmediata y hace que no nos demos cuenta de que las pequeñas cosas están cargadas de poesía.

Y a la hora de componer, ¿que le resulta más fácil, escribir con rabia o con alegría?

[Suspira] Pues... [Pequeña pausa], no sabría decirte. Yo creo que estar alegre te hace que vivas las cosas como una celebración, aunque a la hora de celebrar no soy mucho de coger la guitarra... Yo creo que la rabia te impulsa a denunciar, se te hace necesario coger la guitarra y lanzar el mensaje. Quizás es por eso que con la rabia se te hace más fácil coger la guitarra y escribir.

Me gustaría saber cuál es su objetivo a la hora de escribir canciones reivindicativas, sobre causas sociales.

Me emociona componer sobre mis experiencias más intimas, sentimentales, pero también me emociona lo vivido en el ámbito social, lo que veo en el periódico, la visión de que el mundo ya no es igual, en el que hay cosas que te frustran y otras que te emocionan y te llenan de esperanza. Y no hay mucha gente que escriba para compartir un sentimiento que tiene que ver con lo colectivo y lo social, con las vivencias de otras personas.

Y de todas sus canciones de estos 20 años de trayectoria, ¿tiene alguna favorita?

Pues la verdad es que no, porque ya... Cada canción representa una parte esencial de mi vida, que me hace conectar con una vivencia personal. Cada canción podría decir que retrata cada parte de mi vida de la que no puedo prescindir, que me ha convertido en lo que soy. De alguna manera, son canciones y recuerdos necesarios.

Cuando sale al escenario, ¿qué siente cuando ve al público cantar sus canciones?

Pues es muy emocionante. De eso se trataba, ¿no? El objetivo de mi música era sentirme acompañado, sentirme menos solo; entonces te das cuenta de que el objetivo se cumple. Es un sentimiento en el que te sientes muy agradecido.