El bailaor José Losada Santiago, conocido como Carrete de Málaga, recibe este miércoles el homenaje de la profesión en el espectáculo Señorialmente, que reúne a 30 artistas flamencos sobre el escenario del Teatro Cervantes. Allí estarán arropando al hijo de El Manchego y Carmen La Carreta, que salía de fiesta con Camarón, el compañero de andanzas de Chiquito de la Calzada, cantaores de la altura de Estrella Morente, José Valencia, Juan José Amador o Simón Román. Y guitarristas de la trayectoria de Juan Requena o Antonio Soto, bailaores como Ramón Martínez, Carmen González o Sergio Aranda o artistas totales como Tomasito. El mito del baile jondo presentó ayer el espectáculo en el templo de Ramos Marín.

«A mí me ha creado el mundo y el viento», sentenció el indómito artista, humilde y agradecido como siempre: «No me podría creer que un niño de la calle llegara algún día a este teatro». A sus setenta y pocos -nada se sabe de su partida de nacimiento-, Carrete mantiene la vitalidad de un chaval. Será porque dice que «lo tiene todo» y que ha sido y es feliz: «Siempre he tenido suerte», resume. Pero también es cuestión de optimismo y de empuje. Y de eso anda sobradísimo Carrete. Y el mundo del flamenco se lo quiere agradecer.

José Luis Ortiz Nuevo, cómico, escritor, investigador de flamenco y director artístico de numerosos espectáculos, firma el guión y la dirección de Señorialmente, una cita para la que quedan solo unas pocas decenas de entradas (20.00 horas de hoy, de 11 a 30 euros). El periodista Francis Mármol y otro estudioso del flamenco malagueño y de la genial carrera del bailaor, Paco Roji, han apoyado a Ortiz Nuevo en la coordinación de este espectáculo que repasará su biografía y con el que comenzará su retirada de los escenarios. Señorialmente congrega a figuras consagradas como Estrella Morente, José Valencia, Juan José Amador o Tomasito así como a los herederos de su escuela de baile y a sus familiares en la que será una fiesta grande del flamenco malagueño.

Aunque Carrete jamás se jubilará del todo. De hecho, por ejemplo, hace unos años impulsó la Asociación Cultural Rincón Flamenco Amigos de Carrete, un pequeño local en pleno centro de Torremolinos con el que quiere impulsar el arte jondo en la localidad y ofrecer la oportunidad «a los jóvenes a desarrollar su arte». Y por eso siempre se emociona y entusiasma cuando habla de las nuevas generaciones de bailaores, a los que ofrece su consejo y ayuda, que no es poco, ya que sus experiencias sobre los escenarios son dignas de una enciclopedia flamenca.

Aventura

Porque la vida de este malagueño singular ha sido una auténtica aventura. No sabe la edad que tiene, pero sí que lleva sesenta años pegando taconazos por el mundo, «que son muchos zapatazos». Dice que empezó a taconear «por las calles de Málaga a los 5 años». Al llegar a Torremolinos comenzó a trabajar en el tablao El Jaleo, por el que pasaban todas las celebridades que visitaban la Costa del Sol. Sean Connery, Anthony Quinn, Brigitte Bardot o el mismísimo rey Don Juan Carlos fueron testigos de su fuerza escénica. Se casó en Santa Mónica con una norteamericana, se enamoró de una danesa y se marchó a Copenhague, y cuando volvía a su tierra salía de fiesta con Camarón de la Isla, al que admiraba muchísimo. Da para un libro, o para muchos libros.

Suele decir Carrete que su ambición siempre ha sido parecerse a sí mismo, tener su propio estilo. «Pero cuando empecé a bailar me gustaba mucho Antonio El Bailarín, Farruco y Fred Astaire, que me volvía loco. Recuerdo que Astaire me metió algo en el cuerpo que no podía explicar. Lo descubrí en el cine Rialto. Y lo que sacaba de bailar en la calle me lo gastaba en batatas para comer y en la entrada del cine para verlo». Y tanto le metió el actor norteamericano que a Carrete lo conocen también como el Fred Astaire gitano, «aunque no llegué a conocerlo», se lamenta. «Me haría ilusión ver mi nombre escrito junto al de Fred Astaire en el Broadway ese», suspiró.