Debutó fulgurantemente y se gastó el dinero en lo que no debía (sobre todo, en todas esas cosas asociadas a la noche: alcohol, prostitutas, alcohol, alcohol). Parecía que la gran promesa del Alt Lit se iba a desvanecer, pero en los últimos años Ben Brooks, más asentado y centrado, ha vuelto a la senda productiva y de los halagos. Y eso, sin dejar de ser ese joven que habla desvergonzadamente, con tanta gracia como mala baba de la vida que le rodea (también lo hace sobre su propia vida en las entrevistas, hasta el punto de un miserabilismo jocoso, aunque últimamente está más comedido). ¿Se nos ha hecho adulto? Lo podremos comprobar esta noche en La Térmica, dentro de Málaga 451. Y en esta entrevista.

¿Te preguntan más por tu vida, por ti mismo que por tus libros?

La mayoría de las veces me preguntan cuánto de mi vida está en mis libros. Pero está bien. Yo también tengo curiosidad por esas cosas cuando leo los libros de otros. Quieres saber si existió, si hubo realmente una Miss Havisham [uno de los personajes de Grandes esperanzas, de Charles Dickens], si de verdad era tan aterradora, averiguar dónde se encuentra ahora...

Dices que gustan más tus libros aquí, en España, que en tu propio país. ¿A qué crees que se debe?

Quizás la gente está más abierta a ciertas cosas en España. Los editores independientes tienen más capacidad de influencia aquí. Los libros son tratados menos como productos básicos (cuándo dinero por cuántas páginas). En España la mayoría de los libros no se venden en los supermercados, como sí ocurre en Inglaterra. Que Blackie Books pueda sobrevivir editando sólo libros en tapa dura es una locura y no podría pasar en Inglaterra, donde la gente quiere pagar menos que por un café y obtener no menos de cinco horas de lectura a cambio.

En la pegatina adherida a uno de tus libros, se puede leer «30.000 lectores / 30.000 fans». ¿Los escritores también tienen fans?

Eso espero. Yo soy fan de 200 escritores diferentes. Y soy ese tipo de fan de pósters en la pared, camisetas y tatuajes estúpidos.

He leído en alguna parte que te arrepientes de haber gastado el dinero que ganaste cuando te convertirste en una promesa literaria. Si no es indiscreción, ¿en qué te lo gastaste? ¿Y en qué te lo gastarías ahora?

En tonterías: largos paseos en taxi en mitad de la noche, comidas raras, bebida... También di algo de dinero. Pero ahora ya no estoy arruinado. Y esta vez invierto el dinero en libros. Por cierto, me acaban de llegar tres hace diez minutos a casa: Askitiki: The Saviours of God, de Kazantzakis, una copia de repuesto de Prince Caspian y The Gray House, de Mariam Petrosyan.

Dices que no has escrito todavía un buen libro. ¿Cómo sería «un buen libro» de Ben Brooks?

Largo, como de 600 páginas. U 800. Con viajes de tren largos de 50 páginas y animales que hablan y décadas enteras que pasan en un flash mientras alguien unta mantequilla derretida en un croissant. Tendría recetas detalladas para el beef bourginon. Los personajes jamás discutirían o se enfaderían. Se supone que uno tiene que escribir el tipo de libro que querría leer; pues ése es el tipo de libro que me gustaría leer, uno con dos personas, embarcados en un largo y pacífico viaje, en el que comen a menudo, beben a menudo, escalan montañas, ven la televisión, nadan, leen libros...

Has sido siempre brutalmente sincero, quizás demasiado sincero sobre tu opinión respecto a ti mismo y tu trabajo. Quizás hasta el punto del autodesprecio. ¿Es ése tu verdadero talento, despreciarte?

Te blinda de las críticas. Si te llamas «terrible» antes de que lo haga cualquier otro, no tendrán otra cosa que decir. Es más cómodo que hablar con seriedad y grandes palabras sobre tu universo, tus temas o cualquier cosa de ésas.

Ese autodesprecio del que hablaba podría convertirte en una especie de caricatura de ti mismo, por la manera en la que te presentas a ti mismo en los medios.

Si fuera una caricatura, desde luego sería una caricatura que nadie ve, así que no importa demasiado. Intento ser una persona más completa ahora. ¿Cómo? Por ejemplo, dando respuestas más largas en entrevistas como ésta. Normalmente mis respuestas son demasiado cortas. Así que seguiré respondiendo hasta que parezca que tengo una gran riqueza de sentimientos y opiniones, esperanzas y sueños, miedos que hieren y vertiginosas aspiraciones. Siempre me sorprende cuando la gente da respuestas largas a preguntas como «¿Por qué escribes?» o «¿De dónde sacas tu inspiración?».

Has publicado dos volúmenes de Stories for Boys who dare to be different (pendientes en nuestro país) historias de hombres y mujeres inspiradores y que han luchado a contracorriente para lograr algo destacable. ¿Cómo se siente uno cuando habla de 100 personas que han logrado cosas importantes?

Sobre todo, es alentador. He leído sobre la vida de unas 1.000 personas en el último año buscando a gente que incluir en los tres libros. A veces es un trabajo duro pero la mayoría de las ocasiones es muy agradable conocer más de otra gente, de entonces y de ahora, y sobre sus batallas y sus éxitos y fracasos. Te ayuda a ponerte en un contexto, supongo. Te ayuda a pensar: «Lo estoy intentando, como muchos antes que yo y muchos que vendrán después».

«Este libro puede salvar vidas», he leído en una crítica de Stories... ¿Qué es lo más sorprendente que un lector tuyo te ha comentado sobre tu influencia en su vida?

Nada específico, pero siempre es una sorpresa oír que mis libros significan algo para alguien.

Por cierto, ¿te han salvado la vida los libros?

Muchas veces. Normalmente los libros que más ayudan son los de 1.000 páginas, en los que puedes zambullirte tras correr las cortinas cuando uno siente demasiado el peso del mundo: Seveneves, o cualquier cosa de Neal Stephenson, Skippy Dies (Paul Murray), The Instructions (Adam Levin).

Blackie Books acaba de rescatar Dasha, que escribiste hace diez años. ¿Cómo ha sido el encuentro con el Ben Brooks de entonces?

Embarazoso, por supuesto, y preferiría no leer nada de ello en público. Pero unas pocas personas han dicho que se han encontrado en situaciones similares (echando de menos o sentados en el fondo de una ruptura amorosa) y les ha ayudado, de alguna manera. Así que es algo. En cualquier caso, me sentiré aliviado cuando salga la próxima novela.

Este año seguro que no te dan el Nobel de Literatura (tampoco a Murakami). ¿Qué piensas de todo el follón que se ha montado en la Academia Sueca?

Es un daño colateral. ¿A quién le importa si no hay un Nobel de Literatura este año? La sociedad, por fin, está llegando a un balance, a un equilibrio de una manera vital y a la gente ya se la empieza a exigir responsabilidades por sus acciones. Los escritores seguirán escribiendo, los lectores seguirán leyendo.