Cuando José Luis Puche tenía 10 años reprodujo a lápiz el Guernica de Picasso. «Hoy cuando lo observo veo que a esa edad ya era consciente de que el trabajo de un artista consiste en un trabajo de investigación constante y de valorar constantemente un sin fin de posibilidades y recursos», aseguró en una entrevista el malagueño, hoy uno de los creadores más estimulantes y pujantes de la plástica local, que lleva algunos años llamando a las puertas de las grandes ligas del arte contemporáneo. Una nueva muesca en su currículum es la exposición individual que inauguró ayer en el Centro de Arte Contemporáneo (CAC) de Málaga, Como nieve que baila, 29 piezas inéditas (muchas de ellas elaboradas ex profeso para esta muestra) en las que exhibe saltos al vacío, escenas de animales, situaciones enigmáticas, juegos visuales o envases blíster de pastillas que se entremezclan con la realidad de los personajes y con lo que el artista descompone la perspectiva, estableciendo visiones diferentes y narraciones alternativas simultáneas.

Como nieve que baila es, desde el punto de vista puramente estético, un interesante paseo por las diferentes maneras en que el malagueño aplica la técnica del carbón. «La parte formal me preocupa mucho, porque los artistas somos, a fin de cuentas, investigadores de lo visual: los literatos escriben libros, los artistas pintamos cuadros», argumentó Puche. «En un papel mío lo que ocurre en este caso no es un dibujo, es un acontecimiento», apunta el creador. Y ofrece un matiz decisivo: «Ese acontecimiento comienza una vez que el espectador empieza a mirar el cuadro. No hay narrativa previa pactada, sino que esa narrativa comienza a través del propio recuerdo».

Puche es profesor de Historia del Arte, no tiene formación en Bellas Artes («Nadie me ha dado clase ni en dibujo, ni en pintura, simplemente he aprendido de la observación, lo que me ha ayudado a agudizar la mirada», confiesa). Y eso se traslada a su obra: «Son dibujos, que nacen con el espíritu de ser pintura al someterse al agua, pero que finalmente no pueden renunciar a la esencia de para lo que fue creado, que es el dibujo».

La nieve baila es el título de una pieza del compositor y pianista Claude Debussy, y motor de la exposición de José Luis Puche: «Él decía que si cerrabas los ojos mientras escuchas la suite podías observar la nieve que caía y encuentro mucha relación de esa teoría con mi trabajo. Cuando ves un dibujo mío cuando se está haciendo ves que el agua conforme va cayendo parece que va bailando». Y zanjó Puche: «Esta exposición es un trabajo completo donde cada cuadro está hecho de un modo personalizado, una exposición hecha golpe a golpe, gota a gota y obra a obra. La violencia en la labor procesual está presente, pero no visto desde el lado perverso humano, sino desde el modo orgánico al que la naturaleza crea sus territorios, desde la belleza, como a la manera en que un volcán con su erupción y lava crea una isla». Y el artista crea su obra.