El barítono malagueño Carlos Álvarez, uno de los máximos exponentes de la lírica nacional e internacional actual, acudió este miércoles a Málaga desde Viena, donde actualmente participa en el montaje de la ópera Sansón y Dalila (este viernes, tiene una nueva función), para ser investido doctor honoris causa por la Universidad de Málaga, lo que le convirtió en el primer músico en recibir tal distinción por parte de la UMA.

«Se me convoca a este acto por mi condición de cantante lírico: aquí está la prueba», dijo el malagueño antes de entonar una de las frases que pronuncia el Conde Almaviva en Las bogas de Fígaro, de Mozart. Los personajes de las muchas óperas que ha protagonizado Álvarez en casi tres décadas de trayectoria profesional fueron, efectivamente, el hilo conductor de un discurso sobre el honor y la cultura titulado El honor como causa dramatúrgica en la ópera.

«Encontrarnos hoy aquí significa, en mi modesta opinión, un reconocimiento a la música como el producto más genuinamente humano de esta civilización y, por ende, cultural», expuso el cantante, que se confesó «transmisor de una tradición lírica que se remonta hasta el siglo XVII y que está aún de plena actualidad por cuanto sirve al deleite sensorial y al estímulo de la reflexión y el criterio». Personajes como Giacomo, de la ópera Giovanna D'Arco; Miller, de Luisa Miller; Rodrigo, de Don Carlos; Stankar, de Stiffelio; Carlos de Vargas, de La forza del destino o el protagonista de Rigoletto, todos ellos de Verdi, así como otros tantos de obras de Donizetti, Mozart o Giordano, tomaron la palabra en boca del cantante, que explicó que «el sentimiento de honor» es causa fundamental en casi todas las óperas en las que ha participado. Álvarez recorrió los distintos significados de la palabra honor, «que originariamente denotaba el premio público que se da al que se le supone o cree que es recto, decente», y sus variaciones a lo largo del tiempo. «Progresivamente, su significado ha ido evolucionando hasta terrenos antropológicamente unidos a cualidades éticas, como decencia, honradez, integridad o virtud».

El barítono, que señaló que «por honor» dejó en la vida real «una incipiente fundación» que llevaba su nombre, para no sentirse «un Yago cualquiera» (en referencia al personaje de Otello), concluyó su alocución señalando sentirse «en disposición y en la obligación» de continuar con su actividad. «De compartir mi experiencia, ya sea involucrándome en los ámbitos sociales que puedan utilizarla apropiadamente o, y aquí mi propuesta a la Universidad que nos acoge, en forma de magisterio artístico-vital para el que ya me siento preparado».

El acto, celebrado en el Paraninfo de la UMA en El Ejido y al que acudieron numerosas personalidades de la política y la cultura local, entre ellos el alcalde de la ciudad, Francisco de la Torre; la concejala de Cultura, Gemma del Corral; el director de los teatros municipales y máximo responsable del Festival de Cine, Juan Antonio Vigar, y el presidente de la Academia de Bellas Artes de San Telmo, José Manuel Cabra de Luna, se inició con la laudatio pronunciada por la doctora María José de la Torre Molina. La profesora del departamento de Ciencias Históricas recalcó la «enorme talla y prestigio» artístico de Carlos Álvarez. «Un cantante de gran talento, con una singular capacidad para emocionar al público, porque a sus excepcionales cualidades vocales une su cuidado trabajo actoral, en el que destaca su expresividad y su perfecto dominio del movimiento escénico».

Para concluir el acto, el rector de la Universidad, José Ángel Narváez, también elogió la labor del cantante. «La música y el canto son formas de entender al hombre y de explicar el mundo, es un conocimiento que se crea, que se transmite, y que transforma a la sociedad cambiando a cada uno de nosotros. Hoy, además, vemos a través de nuestro nuevo doctor honoris causa que la música es talento, es esfuerzo, es resultado de la pasión y del trabajo firme». Finalmente, Álvarez se unió al coro de la UMA y al quinteto de cuerda de la Orquesta de Málaga Camerata para entonar el himno universitario, el Gaudeamus Igitur.