Los nubarrones griegos parecen haberse, si no disipado, ser sensiblemente menos negros desde que el pasado fin de semana se firmará el plan de rescate, el que muchos han definido como el mayor rescate económico de la historia en el que han intervenido la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional. En el proceso de negociación, los mercados han sufrido por cada vuelta de tuerca que la Unión Europea, especialmente Alemania ha dado a Grecia para aprobar un duro plan de austeridad, a pesar de la violenta oposición de los sindicatos.

Puestas las medidas para intentar solucionar la crítica solución griega, la mayor duda es si esta situación se extenderá a otros países, con el riesgo que conlleva, especialmente a España por su gran peso en la Unión Europea y en la Zona Euro.

Origen y semejanzas

Se ha hablado y escrito mucho sobre la situación griega, y se seguirá escribiendo artículos y libros que hablen sobre su origen, presente y futuro. Resumiéndolo de forma sencilla, el problema griego tiene su base en una espiral de elevado déficit público, lo que llevó a pedir más financiación con más deuda pública, la cual no podía hacer frente ya que los gastos eran mucho mayores que los ingresos.

La crisis de deuda se traslada muy rápidamente a todos los aspectos de la economía, al aumentarse el riesgo de impago, el precio de la deuda, el tipo de interés, se dispara mientras que la calificación de la deuda baja hasta bono basura. Esta dificultad de financiación se extiende no sólo a la Deuda del Estado si no también al resto de empresas que buscan financiación lo que frena su actividad. Si el Estado no tiene recursos y a la empresa privada les cuesta cada vez más conseguirlo, el resultado es un parón económico sin solución, por ello, la aprobación del plan de ayuda junto al plan de austeridad es indispensable: El primero permite al Estado hacer frente a sus pagos más urgentes y parar la sangría que el elevado coste de la deuda estaba produciendo, el segundo apuntala esta mejora, ya que a medida que el déficit baje, la estructura macroeconómica y la credibilidad mejorará.

Quedaría una tercera fase, que es ya reducido el déficit público, ir reactivando la economía, bajando por ejemplo el IVA que ha subido dos veces en el último año y elevando poco a poco los salarios (se han congelado salarios y recortado las pagas) para reactivar el crecimiento.

¿Contagio?

Es otra de las palabras de moda, más teniendo en cuenta como ya hace bastantes meses el diario Financial Times puso en la diana una serie de países, a los que denominó PIGS por sus siglas en inglés: Portugal, Italia, Grecia y España. A estos hay que añadir Irlanda, que no incluyó el diario Británico o por cercanía o porque con otra "i" no podía elaborar el juego de palabras.

Lo cierto es que todos los países tienen el mismo punto común, un elevado déficit público, y una economía con escaso crecimiento del PIB o incluso negativo como es el caso de España. El primer efecto de este contagio ya lo están sufriendo todos estos países pero principalmente Portugal y España en menor medida que nuestro vecino. Nuestra deuda tiene peor nota y cada emisión cuesta más cara, tanto públicas como de empresas privadas, y de seguir elevando este coste, el Estado seguirá pagando cada vez más por la deuda y las empresas privadas tendrán más dificultad para financiar nuevos proyectos y también hacer frente a los pagos.

Antes de llegar este punto es necesario recortar el endeudamiento. España ha buscado la senda de disminuir el déficit con menores gastos en la Administración en todos sus niveles y elevando los ingresos con subidas impositivas, principalmente del IVA. El resultado de la ecuación es vital, pero aún desconocido, tanto por los recortes que no se saben si serán suficientes o si la subida del IVA disminuirá el consumo y no genere tantos ingresos como los previstos.

A esto, unimos una tasa de paro más elevada que nuestros vecinos, que lastra el déficit y no genera empleo. Por ello la importancia de mejorar las cuentas públicas y que creen puestos de trabajo que reactiven la economía de forma general.

Fortalezas

Si algo se ha repetido en estos últimos meses para intentar disipar miedos es que España no es Grecia. Nuestro peso industrial, de servicios e incluso el de nuestras grandes empresas multinacionales es un punto muy fuerte a nuestro favor, pero no un seguro al 100%.

Aprovechemos estas fortalezas para tomar las iniciativas adecuadas y volver a la senda del crecimiento. Volviendo a las palabras del Gobernador del Banco de España, aprendamos la