¿Qué hace un cartagenero en la República Checa?

Cosas de la diplomacia. He estado en Siria, Copenhague, Bruselas, Brasilia, Madrid y ahora toca la República Checa. Ya estoy acostumbrado, pero echo de menos el calor y por eso cuando tengo vacaciones vuelvo a Murcia.

¿Y cómo lleva este trajín su familia?

Mi mujer es embajadora en Sarajevo y mis dos hijos viven en Newcastle y Madrid. Los dos están buscando trabajo.

¡Pues con la que está cayendo en España! ¿Qué percepción tienen de su país los checos?

Nos ven como un país simpático que cae bien.

Puro cliché.

Los checos nos conocen, aunque es cierto que conocen mejor a sus vecinos. Sin embargo, las cosas están cambiando porque cada vez hay más intercambio de turistas y más becas Erasmus. La imagen que tienen de España es la de un país socio dentro de la Unión Europea, con una historia compartida, experiencias históricas similares con traumas de guerras, dictaduras y procesos de transición. Somos países que no hemos tenido conflictos mutuos y por eso nos vemos con simpatía.

Sí que hemos tenido conflictos bélicos aunque fuese hace 393 años.

Es cierto, pero desde la de la Montaña Blanca, una de las primeras confrontaciones de la guerra de los Treinta Años, no hemos vuelto a tener ningún otro conflicto. Hubo muchos polacos que lucharon en la Guerra Civil española, muchos exiliados españoles que se instalaron aquí y hay muchos checos que viven en España. La idea que tienen es que somos simpáticos y envidian muchas cosas de nosotros, como la forma que tenemos de afrontar la vida. Son un tanto críticos con nuestra realidad económica y social desde que estalló la crisis.

¿Cómo se vive la crisis en la República Checa?

A los checos les ha ido mejor que a los españoles. El 80% de la economía checa es exportación, sobre todo, a Alemania. El paro sigue siendo muy bajo, del 8% y el juvenil está en el 15%. En Praga hay pleno empleo y además tiene un nivel de renta que está por encima de la media Europea. El resto del país está por debajo de esa media.

¿Conocemos en España a los checos?

En España olvidamos que los checos son nuestros socios. Cuando cayó el comunismo, España y el resto de Europa les prestó mucha atención. Les vimos como socios estratégicos, abrimos institutos Cervantes, creamos colegios bilingües, reforzamos las embajadas y hubo mucha inversión. Ahora todo el mundo está obsesionado con los mercados emergentes en América y Asia. Parece que el futuro solo está en China y no vemos que el comercio de España con la República Checa es más grande que con Argentina y que los checos exportan a España más que a China. A veces nos olvidamos de que en el mercado interior tenemos a nuestros principales socios. ¿Sabe qué es lo que identifican los checos con España?

Dígamelo, por favor.

España para los checos es Telefónica, Zara, Mango y Desigual. El país se está llenando de marcas de ropa españolas. España ha cambiado la forma triste y gris que tenían los checos de vestir. La moda española arrasa. La ven elegante, bonita y barata. Identifican esa ropa con otro estilo de vida: agradable, simpático, alegre, colorido y humano. Además, están muy interesados en aprender español porque saben que es un idioma importante. Aquí se estudia inglés, ruso y español. El resto de los idiomas no se estudia.

Así que la Marca España es moda e idioma.

Y el deporte, sobre todo por Rafa Nadal. Barcelona es un icono para los checos, como Canarias, Baleares y el Camino de Santiago. La comunidad gay de este país adora Gran Canaria. En España hay muchas cosas que son su imagen, como por ejemplo su gastronomía.

¿Echa usted de menos la gastronomía española?

Sí y los checos que la conocen la admiran muchísimo, sobre todo, por el valor de la dieta mediterránea. Es otra manera de ver las cosas a través de la alimentación saludable. Admiran nuestra manera de ver la vida y esa forma de ser tan alegre.

¿Son los checos tristes?

Son eslavos, más cerrados, introvertidos y pragmáticos. Admiran el valor de lo colectivo en España, de la gente amable, de la carcajada y de la capacidad de comunicarnos y hasta de discutir. Les encanta además el flamenco.

¿Por la influencia de la comunidad gitana?

El flamenco no se identifica con el gitano checo. El flamenco es aquí una disciplina de baile cultural e incluso deportiva que está unida a esos valores del mediterráneo, de lo exótico. Lo promocionan los propios checos e invitan, por ejemplo, a Paco de Lucía o a Tomatito. No está identificado a la cultura gitana en absoluto.

Noto cierta animadversión hacia los gitanos.

No, pero existen pequeños problemas de integración. La población gitana en este país es relativamente reciente. Había muchísimos gitanos en todo el estado húngaro, que incluía Eslovaquia, y en los años 40-50, una parte de esa población se asentó en la República Checa. Viven en determinadas zonas y el gran problema social es que viven de los subsidios públicos y eso no gusta a la gente de aquí. Hay esfuerzos serios por encontrar una fórmula de integración social entre unos y otros, pero cuesta. Este es un país muy dual.

Tan dual que trató de deshacerse del comunismo en la Primavera de Praga y después se movilizó en 2000 contra el capitalismo.

En 1989 surgieron dos tradiciones políticas en este país: la haveliana, del expresidente Václav Havel, basada en la defensa de los derechos humanos, con una visión cristiano-demócrata y gran predicamento en Praga. Al mismo tiempo está la corriente liberal a ultranza del aún presidente Václav Klaus, muy anticomunista. Esta última defiende la privatización y liberalización del país que fue lo que sucedió tras la caída del Muro de Berlín. La República Checa se privatizó rápidamente y desmanteló las estructuras comunistas para crear una sociedad al modelo americano. Esas dos son las corrientes que han modelado el país. Los socialdemócratas no han tenido tiempo de crear un estado social. Hay aún un partido comunista con el 20% de los votos que no ha renunciado a los principios del antiguo bloque del Este y es un movimiento de protesta.

¿Puede crecer el partido comunista por el desencanto que existe en este momento?

No. El movimiento de protesta en este país se canaliza a través de grupos que nacen de un día para otro y entran en el parlamento. Hay una tradición de gobiernos de coalición.

¿Qué queda de la Primavera de Praga?

Es cierto que fue una protesta seria contra las tropas soviéticas, pero no se puede hablar de revolución. Aquí el movimiento de protesta contra la crisis económica nace como reflejo del 15-M español. Pero hay escasas manifestaciones, suelen empezar en mayo y se disuelven en octubre cuando empieza el frío. En la Primavera de Praga pasó lo mismo.

¿Cómo se llevan Chequia y Eslovaquia?

Muy bien. Son dos naciones totalmente distintas pero nunca quisieron dividirse.¿Y por qué se dividieron?

Fue una imposición de las élites, que no se ponían de acuerdo en las medidas de liberalización económica. Además, esas mismas élites procedieron a la división de Checoslovaquia sin consultar al pueblo.

¿Le recuerda en algo esa división al proyecto soberanista de Artur Mas para Cataluña?

No, en absoluto. Chequia y Eslovaquia son dos naciones totalmente distintas históricamente. Nunca han sido un solo país. En 1918 formaron una federación y se rompió en el 38 y luego la volvieron a formar en el 48 hasta el 68, cuando se creó una confederación cuya Constitución dejaba bien claro que eran dos países diferentes.

¿Y aún así dice que no querían que desapareciese Checoslovaquia?

Hubo un trauma importante porque no querían dividirse. Dos tercios de los checos y eslovacos no querían la división a pesar de ser países diferentes. Veinte años después de ese divorcio, la división es irreversible pero los ciudadanos de ambos países creen que los beneficios que lograron con la división son menores que los costes que ha supuesto la separación.

¿Qué pasa aquí al lado en Ucrania?

Lo que sucede en Ucrania se ve con preocupación. Es un país frontera con muchos intereses económicos. Los checos tienen la conciencia de que Ucrania son dos países separados por el río Dníeper. Creen que la parte más occidental debería de estar en la Unión Europea , pero hasta que no resuelvan el problema de las élites económicas y las relaciones con Rusia será difícil que entren en la UE.

Pero tampoco son los checos muy proeuropeos.

Son poco entusiastas con la Unión Europea porque en solo un siglo han vivido bajo el imperio austrohúngaro, la ocupación nazi, el socialismo, la dictadura comunista, la división de Checoslovaquia y la entrada en 2004 en la Unión Europea. Son muy escépticos con todo y el presidente Klaus ha fomentado además ese euroescepticismo. Creo que las cosas cambiarán. Los checos son europeos a su manera y son además muy proamericanos y por israelíes. Fíjese sin son aliados de Estados Unidos que cuando se descubrió el caso de espionaje de los americanos en Praga nadie dijo nada. No pidieron explicaciones de ningún tipo. Los checos son muy de hacer borrón y cuenta nueva.

Y de ironizar sobre su pasado como hacía Milan Kundera.

Kundera mostró mejor que nadie las contradicciones de una dictadura como la comunista en la que todos robaban a todos. Reflejó con ironía cómo el comunismo convirtió a una sociedad seria y trabajadora en una sociedad de pícaros. La picaresca ha acabado y afortunadamente el checo ha vuelto a sus raíces.