Si el modelo económico de los últimos años está agotado, como usted defiende, ¿cuál debe ser el nuevo modelo económico, tras la fase de la construcción?

No me refiero tanto al submodelo de la construcción sino al modelo en sí mismo. Tras la II Guerra Mundial se pone en marcha un modelo basado en el hiperindividualismo, el consumo, el pleno empleo, la suposición de que la cantidad de recursos disponibles es ilimitada... España se incorpora tarde a este modelo, pero es una época gloriosa en la que incluso África crece, Kenia es considerada en los 60 un país de futuro y luego, a mediados de los 70, se ve que ese modelo es insostenible y se entra en una fase de automatización, robotización, en los 80, y la productividad empieza a cobrar una importancia fundamental. Hasta que llegamos al boom de los 90 y los 2000, en el que el crédito es el gran financiador de todo: empresas, familias, estados... Es el modelo al que me refiero, que está agotado y en vías de cambiar.

¿Y cómo pueden adaptarse las empresas a este cambio?

Una empresa pequeña tiene que adaptarse a una realidad en la que va a tener poco protagonismo. Va a tener que colaborar con otras empresas, tanto de su dimensión como de mayor tamaño; y el crédito, tal y como se ha entendido hasta ahora, va a morir, a desaparecer, y se va a ir hacia un crédito mucho más basado en la utilidad que marque aquello para lo que la empresa está diseñada. Vamos hacia una configuración en clusters y la productividad y la eficiencia son los ejes sobre los que girarán estas nuevas actitudes.

Parece un escenario totalmente distinto.

Lo es. Habrá compañías que se adaptarán muy bien y otras no.

Entiendo que habrá nuevas formas de financiación. Surgió con fuerza el crowdfunding, ¿se refiere a este tipo de fórmulas?

El crowdfunding lo veo más para cosas muy concretas, pequeñas, como una película, un cortometraje, un libro... Una empresa que quiere desarrollar tecnología y necesita un par o tres de millones es muy complicado que recurra al crowdfunding. Veo más, en empresas pequeñas, despertar el interés por la necesidad de la idea, del proyecto, y de alguien que vaya a necesitar ese desarrollo. Por ejemplo, en Alemania Siemens tiene licencia bancaria, actúa como un banco. No para que un señor de la calle abra una cuenta sino como colaborador en la financiación de proyectos tanto de clientes como de proveedores. La financiación la veo por ahí, grandes corporaciones...

¿Que trabajen para ellos o conozcan su labor ?

Sí, por eso uso el concepto colaboración. «Esto de lo que habla o hace me interesa, me sirve o me puede servir; vamos a colaborar». Esa financiación podría ser una ampliación de capital, compra de acciones, emisión de bonos, crédito...

¿Están haciendo los bancos dejación de funciones para ajustar sus balances al no abrir el grifo del crédito?

En el mundo sobra dinero. Sobran bits de ordenador, porque el dinero no es más que bits de ordenador. Lo que pasa es que los bancos son sociedades anónimas y responden ante los accionistas. Cuando hablan de que hay poca demanda solvente, desde su perspectiva, tienen razón. Son parcos al dar créditos y exigen garantías monstruosas. ¿Por qué? Porque tienen problemas, de impagados, activos valorados muy por encima del mercado, etc., y eso les pesa como una losa.

¿Harán otros su función?

Sí, otros tendrán que cubrir ese hueco, o las empresas tendrán que adoptar otra forma financiera. Por ello hablaba de colaboración con grandes corporaciones, para sustituir esa financiación bancaria.

¿Y se ve ya algún paso hacia ese modelo?

En España estamos muy atrasados. En otros países se dan pasos, lo que pasa es que esto implica cambiar de mentalidad. Si a mí un banco me da un crédito, al devolverlo, mi relación con el banco se acaba. Pero si inicio una colaboración con una empresa, la relación es distinta, entre comillas, de dependencia. Eso genera situaciones complicadas. El gran pecado del español -yo soy catalán- y de los catalanes más, es que somos muy individualistas.

Por miedo a perder lo que es de uno...

Sí, a perder, a que alguien te diga lo que tienes que hacer, a aceptar sugerencias de otros. Esto obliga a estar innovando y darle al cerebro de forma constante. La parte buena es que para los jóvenes, que no tienen nada, solo una idea y están dispuestos a meter millones de horas en ella, esta fórmula les puede ir muy bien porque no han vivido otro pasado. Una empresa establecida sí, y cambiar le puede costar muchísimo.

Con lo de la banca tradicional, hablábamos de que no abre el grifo del crédito. ¿Antes arriesgaban demasiado y ahora cero?

No es tanto un tema de riesgo como de captación de recursos. En la fase del «España va bien», cuando todo el mundo lograba hipoteca, de cada 100 euros que un banco o caja prestaba, 55 venían de fuera. El nivel de riesgo era enorme, pero en el corto plazo era nulo, porque siempre iba a entrar dinero.

Porque la burbuja crecía…

Exactamente. El volumen de crédito era enorme pero el nivel de riesgo era ridículo, o eso se pensaba. Porque se creía que era una rueda que no iba a detenerse.

Hasta que se paró y explotó.

Claro, esa situación ahora la pintamos como idílica, pero era ficticia, falsa, inventada... No idealicemos aquello porque era perverso.

¿Porque nadie se dio cuenta o nadie quiso darse cuenta de que iba a acabarse?

Es fácil sumar dos y dos. En 1997 la deuda privada española era del 66% del PIB y en 2005 del 207%. Es insostenible, sabes dónde vas a acabar, pero hubo gente que ganó mucho dinero con aquello.

¿Ve algún submodelo económico que tome el relevo de la construcción?

No va a haber un submodelo alternativo. Lo que pasó aquí no ocurrió en ningún otro país de Europa. En los últimos 70 años, siempre que ha habido un boom económico ha estado asociado al ladrillo. Existía ladrillo y a partir de los 50 empezó a crecer el turismo. La gran ventaja que tienen el ladrillo y el turismo es que absorben muchísimo factor trabajo. A la que esos submodelos se agotan, tenemos lo de ahora. ¿Qué submodelo podemos encontrar con esos niveles de empleo? No existe. Ahora hay impresoras que imprimen edificios, máquinas que asfaltan con solo una persona…

Lo que puede evitar que volvamos a caer en el mismo submodelo, la construcción…

Claro, es imposible. El modelo económico que surgió tras la II Guerra Mundial se ha agotado.

El Gobierno dice que hay una recuperación clara de la economía. ¿Está de acuerdo?

Lo que digan los políticos en general, y el Gobierno en particular, se tiene que ignorar porque estamos en año electoral, en campaña. Como dijo el presidente francés [Jacques] Chirac cuando le preguntaron sobre los programas de los partidos políticos: «El problema de los programas con los que los partidos concurren a las elecciones está en quién se los cree». El Gobierno juega con esto porque la ciudadanía desea soñar que esto va a mejor, porque lleva siete años padeciendo. Y hay una cosa curiosa: a pesar de que los salarios el año pasado casi no subieron nada, el gasto aumentó porque la gente usa el ahorro para consumir.

Pero el PIB aumenta.

Sí, pero lo hace en zonas muy concretas de España y en actividades específicas, por lo que aumenta de forma sesgada. No olvidemos que la tasa Arope, de exclusión y pobreza en España, está en el 29,3%, y la de pobreza infantil en el 30%. Hay colegios en varias comunidades de España que abrirán en verano para dar una comida a los niños. Por favor, no se puede hablar de recuperación porque no es verdad.

Decía usted que el año pasado los sueldos apenas variaron. El pacto salarial de patronal y sindicatos tampoco prevé grandes subidas en los próximos años, poco más del 1%, por lo que seguimos con la contención salarial.

En una charla que di a una patronal dije, y se quedaron muy sorprendidos, que un empresario debería estar gozoso de pagar salarios altísimos a sus trabajadores y cada año subírselo mucho porque significaría que la empresa es muy competitiva. No por ahorrar costes sino por productividad e innovación. En España esto no va así. La competitividad se obtiene a base de despedir gente, bajar salarios, empeorar las condiciones laborales..., porque España genera un PIB de bajo valor añadido. Hay excepciones, pero esta es la realidad.

Últimamente lo que tira es la exportación.

Pero para exportar has de ser competitivo y si no puedes mejorar tu competitividad vía productividad y eficiencia, mejorarla empeorando las condiciones laborales y salariales tiene un límite. Es complicado.

Y una espiral. Porque al empeorar las condiciones laborales y salariales provocas el desánimo del empleado, que posiblemente baje la productividad y eficiencia.

Sí, pero como la oferta de trabajo es superior a la demanda y el despido se abarata, si no cumples, fuera. Me sorprendió que se presentaron 2.000 candidatos a las 200 plazas de piloto que ofrece Iberia, pese a que cobrarán entre un 35 y un 40% de lo que cobran los otros pilotos, una profesión que antes era emblemática, de prestigio. Es un reflejo de cómo están las cosas. Sobra de todo: mecánicos, pilotos, médicos, economistas…

¿Qué es lo más grave que ha perdido España con la crisis? ¿Talento, los jóvenes que se van a otros países…?

España ha estado décadas viviendo un sueño. En 1850 la revolución industrial ya estaba asentada y a España no llegó hasta 1960, tenía un retraso de 100 años. Tras la Guerra Civil vivimos un letargo de 40 años. España tuvo que correr muchísimo para incorporarse a la marcha de otros países. Hay zonas en las que el desempleo es del 42% y el paro juvenil del 65%. Encuéntreme en Francia, el Reino Unido, Finlandia o Suecia una zona en la que pase esto. No existe. España se agarró a lo que tenía, el clima, el sol, y por eso se fue por la construcción y el turismo. Hay excepciones, pero zonas potentes con grandes posibilidades hay pocas. ¿Qué perdió España? Para perder hay que tener.

Por eso decía jóvenes formados que buscan trabajo fuera.

Claro. Se perdió mucho empleo, pero era ficticio. España con la crisis no perdió nada porque lo que tenía no era real. Volvemos a la situación previa, a 1950 o 1970, pero el mundo ya no es como entonces, ha avanzado y nosotros estamos en el mismo punto.

Decía antes que se debe ignorar al Gobierno en año electoral pero, ¿qué le parece la reforma fiscal?

Olvidémonos de 2014 y volvamos a 2012. Ese año España firmó un papel en el que se comprometía a llegar a 2020 con un déficit del 0% y una deuda pública del 60% del PIB. De aquí a 2020 tiene que bajar su déficit en 46.000 millones y su deuda en más de 500.000. El Gobierno puede decir lo que quiera pero habría que preguntarle, a él y a todos los partidos que concurran a las elecciones, cómo vamos a cumplir con ese papel. De esto no se habla.

Estamos estos días a vueltas con Grecia. ¿Cómo cree que se resolverá el problema?

Si hubiese un cataclismo en Grecia, está claro que alguien ganaría con ello. Pero, ¿usted cree que a una mayoría de gente le interesaría esa situación? Con Grecia no va a pasar nada, los griegos las van a pasar canutas, por descontado, pero se les van a perdonar cosas... Habrá un acuerdo y vamos a perder todos, pero la situación se va a solventar. Por cierto, usted y yo soportamos 1.800 euros de deuda griega cada uno. Nos tocará pringar, eso está claro.

Pero si Grecia sale del euro, daría la sensación de que cualquiera puede dejarlo.

Es que cualquiera puede salir, pero ¿a quién le interesa? Y ¿a quién le interesa echar a otro miembro? La mayoría de la deuda de Grecia ya no la tienen los bancos sino los estados y la ciudadanía de los estados soporta esta situación.

Dice que será difícil que España reduzca la deuda en medio billón antes de 2020. ¿Puede llegar España a la situación de Grecia?

Con el déficit al 0% vamos a llegar seguro, con subida de impuestos y recorte de gastos. Lo de la deuda es imposible, para España y para todo el mundo. Nadie puede pagar lo que debe. Se va a tener que afrontar un proceso de compensación y quita. La deuda en Francia supera los dos billones de euros, cifras monstruosas. Reino Unido está desbordado y pasa igual con EEUU. Es una situación inasumible. El tema de la deuda se abordará pero se va a esperar a estabilizar las cosas con el déficit.

Y cuando se aborde, habrá que ver si se analiza solo con el primer país que pase por problemas o con todos a la vez.

Si miramos la historia de Europa en los últimos siete años, en cada país se ha ensayado una cosa. En Portugal un rescate, en Irlanda el rescate de la banca, en Chipre un corralito con cierre de bancos, en Grecia una quita, en España un rescate parcial de bancos. Alguien toma nota de todo esto. ¿Grecia puede ser el país en el que se ensaye una quita definitiva? Posiblemente sí.

Visto así, parece que se improvisa con cada problema.

Bueno, se prueba algo y se sacan conclusiones. La famosa quiebra de Lehman Brothers se produjo con una oferta de Barclays para comprarlo, y se rechazó. Podría haberse evitado y no se hizo, creo yo, porque había algo de experimento.

Y desencadenó lo demás.

Lo demás iba a tener que abordarse antes o después, pero no se habría generado ese pánico. Igual hacía falta generarlo para que las ciudadanías asumiesen el gasto. En España, en inyecciones a la banca llevamos metidos 114.000 millones. Y recuerde que decían que el estado de la banca era maravilloso.

Y pueden ser más. El Banco de España habla de otra oleada de fusiones, de bancos medianos.

La tendencia es a grandes corporaciones bancarias. Los bancos pequeños tienen poco futuro.

¿Con una decena de bancos, más o menos, en España?

No, diría 10, 15 o 20 en Europa.

Nuevas formacionesAlgunos empresarios apuntan a una posible inestabilidad si ganan partidos como Podemos…

A la persona que se ocupa de la deuda de la Europa del sur en Black Rock o en Pimco, quién gobierne España le da igual. Quiere estabilidad. Que Badalona, por ejemplo, esté gobernada por una coalición de cinco partidos, es malo para la estabilidad. Y esto le preocupa al inversor. Que un partido tenga una mayoría, o incluso minoría, estable es lo que importa, no el color político.