El movimiento 15M irrumpió ayer en el escenario de la campaña con un gesto visualmente más llamativo que su propuesta de votar a la tercera opción política de cada territorio y que conecta con la fórmula que le hizo ganar popularidad durante los anteriores comicios, la acampada, esta vez simbólica, en la plaza de la Constitución, donde permanecerán hasta el próximo 21 de noviembre para protestar contra el bipartidismo y el actual rumbo de la economía y de la democracia.

La nueva acampada, con fecha de caducidad, se plantea como una oportunidad para mostrar el trabajo desarrollado por las asambleas desde la primera marcha de Democracia Real Ya, la del mismo 14 de mayo, que dio pie a los movimientos surgidos en toda España. De acuerdo con Enrique García, portavoz del colectivo, se trata de una iniciativa no exclusiva de Málaga, con eco en otras ciudades, como casi siempre en lo que tiene que ver con sus actividades más multitudinarias.

Mientras los indignados de Nueva York eran desalojados del entorno de Wall Street, los miembros del 15M regresaban a su epicentro tradicional de Málaga. en el que pillaron un poco de sorpresa a los transeúntes. La intención del colectivo, según relata García, es transmitir las propuestas consensuadas en las asambleas de cada barrio y difundir aún más las consignas que unen al movimiento; el rechazo hacia los recortes sociales, las políticas neoliberales y la falta de participación ciudadana. «Seguimos pidiendo lo mismo porque no nos han hecho caso ni han incluido ninguna de nuestras propuestas en sus programas», señala.

La permanencia en la plaza estará acompañada esta vez de charlas, talleres, coloquios, presentaciones de libros e, incluso, cine. El espacio le servirá al movimiento para discutir sobre cuestiones que tocan mucho más que tangencialmente el proscenio de la campaña: la representación, los transgénicos, la lucha laboral, el empleo o el software libre.

La idea de los indignados no es sólo hacer ruido, sino llenar de contenido a los encuentros de la plaza. «La acampada esta vez es más simbólica. Habrá gente que se quede a dormir, pero será muy poca. Lo importante es lo que se discute», señalaba ayer un participante.

El retorno a la plaza de la Constitución tiene, además, un significado especial para los integrantes del movimiento, que cumplió ayer su primer semestre de vida, justamente en el espacio que le sirvió de catapulta en la provincia de Málaga.

Durante esos seis meses, el colectivo ha llevado diferentes propuestas a cabo como la convocatoria de una Iniciativa Legislativa Popular para reducir el número de firmas necesarias para influir directamente en la vida parlamentaria; el freno a varios desalojos hipotecarios; la manifestación del pasado 15 de octubre, con miles de personas en las calles de Málaga; o la liberación de Bouziane, un refugiado político al que se le acababa el tiempo de permanencia en España.