El sistema electoral vigente en España tiene dos características fundamentales: la circunscripción provincial y el sistema de la ley D'Hondt, mediante el cual se divide el número de votos emitidos para cada partido entre el número de cargos electos asignados a cada provincia, que depende del número de habitantes, aunque nunca es menor de dos.

Con este reparto, en Madrid se necesitan muchos más votos que en Soria para que un partido consiga un diputado. Este hecho provoca que si un partido tiene repartidos sus votos en varias circunscripciones, pueda obtener menos escaños que un partido con mucho apoyo en una sola provincia.

También se dan grandes diferencias entre el número de votos que necesita cada partido para lograr un escaño en el Congreso. Así las cosas, tras las resultados electorales del 20-D podemos decir que a Izquierda Unida le cuesta casi 8 veces más lograr un escaño que al PP:

Este reparto beneficia tanto a los grandes partidos políticos como a los partidos nacionalistas. Por eso, el escenario político resultante de las elecciones generales sería muy diferente si el que se aplicase fuese el sistema de circunscripción única. Es decir, si los 350 escaños que se disputan en España se repartieran en una sola circunscripción el PP, el partido más votado, conseguiría menos escaños, mientras que el resto de fuerzas verían cómo su número de representantes aumentan. Por tanto, los resultados electorales serían más que diferentes.

Esta sería la representación en el Congreso con un sistema electoral basado en la circunscripción única:

Y ésta es la representación resultante de las elecciones generales 2015:

¿Cuántos votos necesita cada partido para