Después de innúmeras quinielas y no menos especulaciones, el mapa político de los grandes municipios de la provincia no parece, en el primer análisis tras el escrutinio, haberse movido en exceso. No, al menos, respecto a la fuerza ganadora, aunque sí con una sacudida interna que, al igual que en el resto del país, abre paso a las dos nuevas opciones, si bien en orden de preferencia inverso. Ciudadanos, en la costa y en el interior, irrumpe como el tercer partido más votado, con un dominio generalizado del PP, que mantiene su hegemonía pese a despeñarse más que ninguna otra organización en el número total de apoyos.

De las quince localidades más pobladas de Málaga, trece aparecen encabezadas por los populares, que, sin embargo, ceden terreno al PSOE en Ronda y Antequera. Curiosamente dos municipios gobernados por el PP, que hace cuatro años también arrasó en ambos feudos. Las diferencias, en cualquier caso, son muy ajustadas, reproduciendo un esquema con bastante eco en la mayoría de los puntos analizados, donde el bipartidismo discute entre sí el liderazgo con una brecha más acusada respecto al resto de formaciones.

El triunfo de los populares es, en gran medida, menos efervescente que hace cuatro años, cuando el voto de castigo a Zapatero condicionó de manera clara la polaridad del sufragio. Llama la atención que en aquellas ciudades en las que el PP se impone con mayor autoridad -Estepona y Fuengirola- la pérdida de respaldo es notoria. De hecho, en el primero de estos municipios, que es precisamente el que catapulta al número uno de la lista por Málaga de los populares, José María García Urbano, el margen es amplio, aunque con una pérdida de dominio porcentual que baja del 55 al 35 por ciento de los votos.

Detrás de los socialistas, que se aferran a su segundo lugar, aparece, como novedad, Ciudadanos, que se yergue en el tercer escalafón en todas las localidades salvo en Torrox, que asiste al despliegue de Podemos, y Benalmádena. En este último municipio los resultados son casi equiparables, con la formación naranja justo después del PP, que gana con casi 2.000 papeletas de diferencia.

A los populares no le fallan tampoco en esta convocatoria algunos de los municipios que en los últimos años se han revelado como más fieles, Torremolinos y Marbella, donde no se ha consolidado finalmente el cambio que se produjo en las municipales, que marcaron, si bien a través de pactos, un nuevo rumbo político.

La fortaleza que se presumía en el litoral a Ciudadanos tiene, por otra parte, su máximo reflejo en Rincón de la Victoria, donde el partido liderado por Albert Rivera deja atrás al PSOE y a Podemos para auparse como la segunda lista en el orden de preferencias. También en esta localidad, la fragmentación del voto de izquierdas socava a IU, que, sin embargo, crece excepcionalmente en la ciudad; acaso por su vinculación con el candidato, Alberto Garzón, residente en el municipio desde la niñez. Los socialistas, en cuanto a organización con expectativas de poder territorial, no tiene demasiado que celebrar, si bien hay que reconocer que su pérdida de votos es más moderada que la de los populares, que se han visto torpedeados por la dispersión de los apoyos y la entrada en escena de nuevos competidores.

A pesar de los cambios en relación a 2011, las elecciones tampoco permiten hablar de revolución sustanciosa. Especialmente, si se toma como punto de partida la información contenida en las encuestas. Los nuevos partidos entran de lleno en la costa y en el interior, aunque todavía sin configurarse con claridad como opción de gobierno. El cambio, que se presumía más acentuado en las zonas urbanas, se produce, pero sin dar completamente un vuelco al mapa de sensibilidades de la provincia.

El mayor apoyo proporcional que recibe Podemos se localiza en Benalmádena o en Mijas, donde prácticamente uno de cada cinco electores optar por mostrar su confianza a la formación morada que dirigen Pablo Iglesias e Íñigo Errejón. Se trata de dos localidades que ya en los comicios municipales mostraron unos apoyos muy repartidos. En cuanto al PSOE, es significativo que en ninguna de las dos plazas en las que se impone se registra un incremento de votos respecto a 2011; al igual que en la mayor parte del país, los quince grandes municipios, no son, salvo en puntos como Estepona, de un color político meridiano. Las elecciones prometen un dominio difuso, con los dos grandes partidos manteniendo su liderazgo, pero con pérdida acusada de papeletas.