­El resultado no podía haber sido menos claro. Antes de las elecciones, cuando se le preguntó a Mariano Rajoy qué es lo que desearía cuasi a modo de regalo navideño anticipado, contestó que le gustaría seguir siendo el candidato más votado y que, por el bien de España, lo fuera con una mayoría lo suficientemente amplia como para presidir de nuevo al país. Su primer deseo se cumplió. El PP sigue siendo, con un 28,2 por ciento de los votos obtenidos, el partido más votado en el Congreso. El segundo no, porque el reparto de escaños no le da para gobernar. Ni de lejos. En este escenario nuevo que se abre, sin embargo, no le ha fallado una provincia a Mariano Rajoy que se está consolidando como uno de los grandes pilares que ha servido para apuntalar los últimos triunfos de los populares. Málaga ha sido la quinta provincia a nivel nacional que más votos ha aportado al PP. Por delante, sólo están los feudos tradicionales de Madrid, Valencia, Murcia y Alicante.

Desde las últimas elecciones europeas, la provincia no le ha fallado a Mariano Rajoy, aunque, al igual que el resto del país, también se ha visto afectada por la irrupción de las nuevas formaciones para dejar un mapa político territorial más colorido que nunca. La misma noche electoral, el presidente del PP en Málaga, Elías Bendodo, ya habló de la «representación de la pluralidad de la provincia» para referirse a una nueva realidad que le ha dado la espalda al bipartidismo. Si el PSOE se ha mantenido en sus tres escaños, aunque con un descenso en los votos, Ciudadanos y Podemos, ambos con dos diputados, completan el triunfo del PP malagueño, y que tendrá a cuatro de los suyos en la nueva composición del Congreso. A pesar de la fragmentación del voto, la victoria del PP es indiscutible, aunque permite varias lecturas en función de cómo se analizan los resultados y bajo qué prisma político. En este sentido, después de innúmeras especulaciones y encuestas para todos los gustos, ayer las principales formaciones comparecieron para hacer una valoración más reposada y en la que quedó claro que todos intentan atraer el agua al molino que más le conviene.

Triunfo agridulce. La sensación que se respiró ayer, cuando Elías Bendodo volvió a comparecer delante de los medios para dar un análisis, ya pormenorizado de los resultados para la provincia, fue el mismo que impregnó la sede popular en la misma noche electoral, y en la que se sustituyeron las botellas de cava por palmas tímidas. De nuevo, la percepción que se transmitió fue la de haber obtenido una victoria agridulce por la incertidumbre que domina el futuro político inminente del país. A pesar de todo, y como es lógico, Bendodo no dudó en sacar pecho de los resultados en la provincia y mostrar «satisfacción» por una nueva victoria que le sirve para blindar, aún más si cabe, su posición como presidente provincial del partido.

Poco tuvo que ver lo de ayer, sin embargo, con el ambiente festivo de 2011, cuando los populares, en palabras de su mandatario, «salieron a golear al PSOE en la provincia. Son conscientes en el PP de que las posibilidades de ver a Mariano Rajoy, de nuevo como presidente, a día de hoy, son altamente inciertas. Los populares dependen de un pacto estable, pero no le salen las cuentas, una vez que Ciudadanos no ha logrado irrumpir con tanta solvencia como se esperaba.

Entre el resto de las fuerzas políticas que integran el espectro ideológico de la izquierda, incluido aquí el PSOE, han conquistado un amplío número de los 350 escaños que componen al Congreso. Un acuerdo de gobierno con el PSOE, siguiendo los ejemplos de otros países como Alemania, es algo que está descartado de antemano. Así, la única vía por la que Rajoy podría gobernar en minoría, sería arrancándole una abstención a los socialistas.

Es lo que señaló ayer Bendodo, mirando hacia el único escenario que se vislumbra como tolerable para los de Pedro Sánchez. Lo hizo apelando a lo que llamó un «patriotismo responsable» y dejó la patata caliente de la estabilidad del país en manos del PSOE. «Es poco serio que ya haya salido el número dos del PSOE diciendo que votará no a la investidura de Rajoy», señaló en relación a unas declaraciones de César Luena ayer por la mañana y en las que dejaba caer que el PSOE rechazaría con un no rotundo la investidura de Mariano Rajoy.

A pesar de un triunfo menos bullente, Bendodo se congratuló de la fidelidad y explicó que estos resultados habrían servido para confirmar una tendencia al alza. Sobre todo, en Málaga capital, el PP ha vuelto a extender su dominio, estirando la brecha con el PSOE. Los populares han sido la fuerza más votada en ocho de los once distritos y han vuelto a confirmar su hegemonía en las grandes capitales del litoral. Sin configurarse todavía con claridad el futuro político, sí ha quedado claro el acierto de Bendodo y de Juanma Moreno al optar por José María Urbano como cabeza de lista y relegar a la veterana Celia Villalobos al segundo puesto. Es más, ayer Bendodo ni la nombró, lo que evidencia ya un distanciamiento cada vez menos disimulado.

En el PSOE, a pesar de haberse dejado unos 19.000 votos por el camino, el análisis se ha centrado en buscarle el lado positivo a unos resultados, a la postre, insatisfactorios, ya que se partía con el claro objetivo de ganar las elecciones en la provincia. «Se ha acabado la hegemonía del PP y una forma de hacer política», señaló el secretario general del PSOE en Málaga y cabeza de lista al Congreso, Miguel Ángel Heredia. Apuntó que «ahora se abre una nueva etapa compleja, pero llena de esperanza que irá pareja de una gran responsabilidad de los partidos que han sido votados». Quedará por ver, si el batacazo electoral del PSOE en la provincia, donde ha perdido especialmente fuelle en las zonas del interior, puede afectar a su liderazgo regional.

Finalmente, la fortaleza que se les intuía a las nuevas fuerzas políticas, se ha cumplido para cambiar las sensibilidades y acabar con el bipartidismo. En el nuevo mapa político, más colorido que nunca, PP y PSOE han pasado de abarcar el 81 por ciento de los votos a quedarse en el 55 por ciento del total de las papeletas.

El cabeza de lista de Podemos, Alberto Montero, afirmó que los resultados «cambian radicalmente el panorama político de la provincia» y aseguró que sirven para emprender un nuevo periodo «más transparente». Irene Rivera, su homóloga en Ciudadanos, pidió consenso a todos los partidos para «cambiar el país». El gran damnificado en la provincia es IU. Su coordinador para Málaga, José Antonio Castro, hizo extensible la derrota a «toda la clase trabajadora».