­Una cosa que hacen mucho los políticos en los días de fuego y calor cuando llegan a la provincia de Málaga es agarrarse del brazo del alcalde local, siempre que sea del mismo signo político, y se bajan al chiringuito para contemplar de primera mano una de las grandes profesiones de riesgo en la Costa del Sol. Es lo que hizo ayer también el secretario general del PSOE y candidato a la presidencia, Pedro Sánchez, antes de dirigirse a la capital para culminar el día. Acompañado del alcalde de Marbella, José Bernal, Sánchez se interesó por la labor de los espeteros de sardinas y su relación de riesgo con la materia prima y las ascuas.

Durante una breve incursión en el paseo marítimo de Marbella, antes de reunirse con representantes del sector del turismo, se volvieron a repetir las mismas escenas. Un amplio grupo de mujeres abalanzándose sobre Sánchez en lo que podría ser la puesta en escena de un paseo de cualquier famoso de magacín. En todo momento educado, dio buena prueba de su eterna paciencia y se resignó sin rechistar a la avalancha de solicitudes de fotos y autógrafos.

Una cosa quedó clara ayer en Marbella. Independientemente de que Sánchez logre convertirse en presidente o no, su percha y porte para representar a España, al menos en términos de belleza, parecen mayúsculos. Una mujer, que logró abrirse paso con audacia para enganchar una foto levantó el murmullo tras su comentario. «Es una casualidad que te estés bañando y puedas ver a Pedro Sánchez. Aunque luego no lo vote, pero ya tengo una foto con él», dijo.

El toque internacional lo puso una turista estadounidense. Al reconocer a Sánchez, no dudó en mostrar sus preferencias políticas en relación a su país de origen, aunque en otras latitudes tanto geográficas como en importancia, y le brindó su apoyo. «Pedro for presidente, no Trump», espetó.

Ya, una vez entregado de lleno a los localismos, Sánchez se centró en el espetero de nombre Vicente Padilla. Bendita paciencia debió pensar éste, al ver tanta entrega. Fue el encargado de explicarle a Sánchez, ciudadano urbano, cómo deben de ensartarse las sardinas en las cañas. No le confesó si le parece adecuada su posición ideológica o no, pero no dudó en afirmar, lo que por aquí seguramente ya todo el mundo sabía. «Las mejores sardinas son las de Málaga», le aseguró a Sánchez.

Buenas sardinas y también buenos jugadores de dominó como el que ayer le ganó la partida al candidato socialista en el Centro Anica Torres de Benalmádena. Acompañado del alcalde, el socialista Víctor Navas, Sánchez no dudó en sentarse a jugar una partida ante la expectación de los vecinos. Pero la suerte se inclinó del lado del vecino del municipio Salvador Pérez, de 72 años, presidente del Centro de Mayores de Benalmádena «Silvestre González».