El ahorro energético debe ser una prioridad en todo momento y en cualquier ámbito de la vida. También al volante. De nada sirve fabricar el coche más eficiente del mundo si no se conduce de la mejor manera posible. Para ello, hay una serie de buenos hábitos al volante que todos los conductores deberían adoptar. Son sencillos, fomentan una conducción segura, ahorran combustible y disminuyen la contaminación.

Cada vez son más las ciudades que, por motivos medioambientales y para intentar proteger la salud de sus habitantes de la contaminación, están diseñando acciones para restringir el acceso al tráfico a los núcleos urbanos. Aproximadamente el 40% de las emisiones totales de CO2 originadas por el consumo de energía, proviene del transporte por carretera, según datos ofrecidos por el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía, -IDAE-, mientras que la Dirección General de Tráfico indica que, en España, cerca del 60% del petróleo que se consume, se destina al transporte. Y estos son datos a tener en cuenta.

A pesar del importante desarrollo tecnológico que ha favorecido la fabricación de motores de combustión interna más eficientes, e incluso ha permitido nuevas tecnologías como el motor híbrido o el eléctrico, hay que resaltar un factor fundamental: la manera de conducir.

Porque la tecnología no sirve de nada si no se utiliza correctamente. Por este motivo se habla tanto de la "conducción eficiente", un término que pretende definir un modo de conducir el vehículo. Tal y como señalan desde IDAE su objetivo es el de reducir el consumo de carburante, consiguiendo al mismo tiempo reducir la contaminación ambiental. De esta forma también "se obtiene un mayor confort en la conducción y una disminución en los riesgos en la carretera", señalan desde la DGT.

Son muchos factores que influyen para que una conducción sea más o menos eficiente. Uno de ellos tiene que ver con los hábitos del conductor al volante. Una conducción relajada es la que se basa en una marcha constante y fluida, evitando los acelerones y los frenazos. Esto permite que el motor no tenga que forzarse en ningún momento. Es preferible conducir con marchas más largas llevando el motor a bajas revoluciones. Desde IDEA, por ejemplo, aconsejan mantener entre 2.000 y 2.500 revoluciones en los motores de gasolina, y de 1.500 a 2.000 en los motores diésel. Para reducir la velocidad es preferible hacerlo poco a poco, reduciendo las marchas y frenando con el propio motor. Y si el automóvil va a estar parado más de 60 segundos, mejor con el motor apagado.

Esta forma de conducir ofrece confort, suavidad, reduce los ruidos molestos del motor y da mayor seguridad, tanto para el conductor como para quienes le rodean. Una conducción relajada además evita el estrés al volante, favorece mantener las distancias de seguridad e incluso anticiparse a posibles peligros, prescindiendo de frenazos bruscos. Un conductor tranquilo es un conductor seguro y fiable.

Desde la DGT aconsejan circular en caravana también en la marcha más larga posible, manteniendo siempre la distancia de seguridad con los vehículos que nos preceden, con el mismo objetivo: ahorrar combustible, contaminar menos y evitar desgastes innecesarios del vehículo.

Otros buenos hábitos de ahorro en el coche que se pueden adoptar fácilmente son mantener una temperatura del habitáculo entre 21 ºC y 22 ºC y conducir con las ventanillas cerradas para no romper la aerodinámica del vehículo. De igual manera, el hecho de llevar portaequipajes exteriores o llevar mucha carga y mal repartida.

Existen más factores sobre la eficiencia que tienen que ver con el coche. Es importante realizar un mantenimiento preventivo del motor y de los demás sistemas de seguridad del automóvil, para que este funcione correctamente. Por ejemplo, las ruedas son un elemento muy importante y su estado puede salvar vidas. Además, unos neumáticos bajos de presión favorecen un aumento del consumo de combustible debido a una mayor resistencia de la rodadura. Igual de importante es llevar un control exhaustivo de los niveles y de los filtros para el correcto funcionamiento del motor.

Este tipo de buenas prácticas al volante son las más deseadas y premiadas tanto en empresas cuyos trabajadores desarrollan parte de su labor en un vehículo, como para algunas compañías de seguros. En ambos casos evalúan y realizan un seguimiento de los hábitos de los conductores gracias a las llamadas herramientas telemáticas. Estas recogen datos sobre la conducción y los analizan, para dar un "diagnóstico" sobre la conducción realizada en un vehículo.