El lenguaje que todos los hombres entienden, más allá de fronteras y dialectos excluyentes, ese lenguaje, es la música. Hace casi tropecientos años, los hombres y mujeres primitivos ya hablaban a base de sonidos. Dos piedras percutidas servían de fonemas comunicativos entre los seres socialmente agrupados.

La música del carnaval es la heredera de la copla española y la andaluza en concreto. Del flamenco, igualmente, y actualmente de otros estilos que ahora tocaremos. Es sucesora a las coplas de Miguel de Molina, de Marifé de Triana, Rafael Farina o Manolo Caracol y que con los años ha ido evolucionando a otros tipos de coplas mas resueltas como es el caso de Martirio o actualmente bandas como “La canalla” o “Mártires del Compás”. Esta evolución no es baladí en el mundo del carnaval, los estilos se han ido adaptando a los tiempos, no solo en las maneras sino en la musicalidad y la nueva moda puesta en la instrumentación y los arreglos, pues no hay agrupación que no haga un exhaustivo trabajo de “posproducción” con punteos, bordoneos, cortes de percusión, etc. Además de incorporar estilos musicales tan remotos al carnaval como es el rock, el jazz o el reagge.

La música es la musa del poeta, sin vacilar lo digo. Un autor de carnaval me dijo con gesto elocuente “ya puedes tener lo que quieras de aquí (haciendo gesto de escribir) que como no lo tengas de aquí (llevándose el dedo al oído), no sirve para nada”, y cuánta razón; escojan su canción preferida y recítenla sin ningún tipo de música….muy pocas se salvan de la hoguera de poesías vacías de contenidos y continentes.

Los autores de música del carnaval son una de las piezas claves en las agrupaciones, el éxito o el fracaso está muy al alcance de sus mansos. Hoy si me detengo a la hora de hablar y citar algunos de ellos. Empiezo por comparsa; Antonio Carlos Rojas Gallego, con más de 25 años de experiencia musical a sus espaldas ha sido uno de los grandes artífices de que el éxito de la comparsa de los gallego posea triunfos con la mayoría de autores de letra que ha puesto poesía a esa música. Ginés González, melodía pura, sus pasodobles tenían sencillamente un vaivén como el aire que el suspiro besa, herederos de él, Deóclides, con el tiempo todo se pega. Juan Serrano, multiplica por diez la poesía impresionante de Dede Cortés, binomio perfecto. Jesús Gutiérrez y la modernización del estilo clásico de pasodoble con dulzura. Juani Bermúdez, el postproductor del carnaval, como si fuesen ingredientes en un plato de alta cocina, sabe la cantidad exacta que le hace falta a cada canción que cae en sus manos, con Vítor Santos como homónimo mas destacado. David Santiago, su poesía escrita es igualmente comparable a su melodía de acordes en la escala de notas imposibles. Hay muchos mas, perdón si no los nombro a todos. En el registro de murgas, tal vez porque el mensaje es distinto, los músicos tienen empresa mas complicada pero regiamente resuelta. Juanjo Rodríguez, capaz de poner un silencio en el momento justo. Alberto Zumaquero, sus tríos (en el pasodoble) y sus finales de popurrí son la flor de piel hecha sonido. Pariente y sus medidas musicales perfectas a sus letras de pasodoble, una sin la otra no serían comprensibles, con remates brillantes. Merchán y su estilo 3x4 (mas bien 4x4), Susi y la fuerza musical con quejío y franqueza. Y otro largo etcétera de autores que no por ello menos importante.

Los días de carnaval Málaga se convierte en un enorme pentagrama donde baila la poesía. La música del carnaval es un lugar donde emborracharse con las musas de los poetas. Decirlo todo sin abrir la boca. Imaginar el camino que transporta a la palabra que se canta.