Que la gente salga disfrazada a la calle es casi un ejercicio de exorcismo de las preocupaciones; como un traje de fiesta, por más mamarracho que sea su aspecto. Disfrazarse es la etiqueta con la que hay que corresponder a la invitación a vivir el Carnaval.

Y para que el público entienda la importancia del ritual del disfraz, las agrupaciones deben ser el ejemplo a seguir, ya que los disfraces de dioses y drags son de otro nivel de dificultad, tanto de ejecución como de incomodidad a la hora de llevarlos.

Pero cuidado con las diferencias: un disfraz es lo que lleva ese chiquillo que se caracteriza de Abeja Maya o la señora que va de "Celia Villalobos sexy". En el caso de las agrupaciones, sin embargo, entra en juego el concepto de tipo.

Y es que el tipo no es un disfraz; es algo más complejo. Es como el lienzo sobre el que un pintor expresa una idea o un sentimiento; es un disfraz revestido de un significado concreto. Por ejemplo, el disfraz de "La comparsa del futuro" no se entiende sin la presentación de la misma y por extensión, de todo su repertorio, formando uno parte indispensable del otro. O "El cuarteto está perdido", otro ejemplo más de tipo que no se entiende sin el repertorio: un loro, un boy scout, un perro y un pirata son personajes aislados que tienen cohesión gracias a lo que se c

uenta durante la actuación.

Un tipo conlleva un disfraz, pero un disfraz no es un tipo en sí. El disfraz lo conforma una serie de prendas que alguien se pone para alejarse de sí mismo. El tipo requiere necesariamente del disfraz, pero además debe ser un instrumento de apoyo del repertorio; el recurso visual por excelencia de la historia que se quiere contar. Por eso, el tipo tiene que ir impregnado de repertorio, tiene que entenderse de forma global a lo largo de la actuación y si un tipo está en consonancia con lo que se representa cantando, ponérselo debe ser (como en el teatro) un proceso de dejar de ser uno mismo para convertirse en el personaje a encarnar. Esto, además, no es exclusivo de las agrupaciones del concurso de canto, sino que en los casos de dioses y drags es el fundamento de la competición, al tener que ceñirse a una temática dada.

Cuando se levanta el telón y aparece una murga, comparsa o cuarteto, el primer contacto con el público es visual, exceptuando las veces que la agrupación aparezca a oscuras. Pero para todos los casos es igual de importante que letra, música e interpretación vayan en consonancia con el tipo.

Digamos que el tipo es la idea de la cual surge la agrupación por completo: el repertorio, su contenido y la forma de expresarlo. Así que, obligatoriamente, el tipo tiene que ser columna vertebral de la obra de teatro que supone la actuación y, necesariamente, la guía mediante la cual mostrar al espectador el mensaje que se quiere transmitir. Ponte la máscara, sí; pero que se entienda.