Unas 600 personas se vieron ayer forzadas a abandonar sus viviendas amenazadas por un fuego que sólo arrasó seis hectáreas en Estepona. Las llamas afectaron a cuatro urbanizaciones de la localidad y estuvo activo durante más de nueve horas lo que provocó cierto nerviosismo entre los residentes de las zonas afectadas que veían acercarse el fuego a sus viviendas entre una intensa humareda, según la información facilitada por el Cuerpo de Bomberos de Estepona y los Servicios de Emergencia.

El incendio afectó a los complejos residenciales comprendidos entre Estepona Golf y Valle Romano. Principalmente a las de Arena Beach, Bevertly Hills y Don Pedro. Además de otras zonas afectadas, como el apartahotel Bahía Estepona, y urbanizaciones más pequeñas de la zona. Fuentes de Emergencias señalaron que más de cuatro viviendas quedaron calcinadas por las llamas y que muchas más quedaron afectadas por el fuego.

El tráfico en la autovía A-7, que conecta y atraviesa estas urbanizaciones, también fue interrumpido en ambos sentidos durante más de una hora y media, debido a que las llamas avivadas por el viento de Poniente no tardaron en saltarse la carretera y afectar a algunos jardines, vehículos y edificios cercanos a la costa.

Las primeras alertas por el teléfono de Emergencias 112 están registradas pasadas la una y veinte de la tarde. Una columna de humo negro ya era visible desde la playa y alarmó a los bañistas.

«Volvíamos a casa cuando la Policía nos advirtió de que era mejor que no la ocupáramos», contaba a La Opinión de Málaga José Ramón Pérez, vecino de la urbanización Bahía Estepona. Pérez aseguró, mientras observaba la actividad de las avionetas, que no estaba asustado. «Esto ya mismo está controlado», afirmó.

Al cierre de este diario, los bomberos del consorcio provincial y del Infoca advirtieron de que las llamas ya estaban controladas. Aunque temían por los rescoldos. «Estamos refrescando la zona, que está muy seca», dijeron.

Un total de 78 especialistas y cuatro helicópteros participaron en las labores de extinción junto a un amplio dispositivo del Consorcio Provincial de Bomberos. Además de los agentes de Protección Civil, Policía Local, Cuerpo Nacional de Policía y Guardia Civil que colaboraron en las labores de desalojo de los vecinos y en el desvío de vehículos que circulaban por la autovía hacia la autopista de peaje y la antigua carretera nacional 340 entre las cinco y media de la tarde hasta pasadas las siete. El acceso a Valle Romano, en el kilómetro 152 estaba cortado.

«Es impresionante», comentaban los conductores de los vehículos que se apostaban a ambos lados de la carretera cortada. Sus ocupantes se bajaban para tomar fotografías y para observar la magnitud de los daños.

En todo momento, los operarios hablan de daños materiales y, según el Servicio de Emergencias 112, no se ha registrado ningún herido, aunque el humo pudo afectar a algunos residentes en las áreas aledañas al incendio.

El miedo no cuenta como daño

Uno de los desalojados, José Miguel Sepúlveda, vecino de La Rosaleda, relataba a este periódico que la incertidumbre fue la nota predominante.

«Había mucha gente preocupada por la situación», afirma. «Toda la zona de la gasolinera Shell, cerca de las urbanizaciones afectadas, permanecía llena de coches con personas que no sabían qué hacer», dijo. Sólo sabían que la policía les impedía acceder a sus inmuebles.

Sepúlveda desalojó su casa sin darse cuenta. Fue a repostar gasolina y cuando volvió ya no podía acceder. «Cuando salí, el fuego estaba lejos pero cuando volvía la A-7 estaba cortada por las llamas y nos desviaron hacia el pueblo», relató. Estuvo separado de su mujer durante toda la tarde. Su esposa fue evacuada cuando volvía de trabajar. «Mantuvimos el contacto por teléfono», pero durante la extinción no pudieron verse, según información de Sebastián Freire.

La imagen de los los cuatro carriles de la autovía vacíos, con los coches de policía y bomberos como únicos vehículos circulantes era lo único que podían ver los vecinos que trataban de acceder a sus viviendas. Ruido de sirenas y helicópteros tirando agua desde el cielo. Los vecinos paseaban por los arcenes de la autovía sin un rumbo fijo pero con la única intención de cerciorarse del estado del fuego. Querían comprobar si sus casas estaban a salvo.

El origen del fuego aún no está muy definido. Unos bomberos hablaban de Arroyo Vaquero como primer foco. Otros de Arroyo Enmedio. En cualquier caso, se sabe que el pasto de las llamas fue matorral y cultivos agrícolas.

Los rumores sobre su posible intencionalidad se propagaron tan rápido como el propio fuego. Aunque ninguna fuente confirmó a este diario este extremo.

Las críticas tampoco tardaron en surgir. Izquierda Unida solicitó ayer al alcalde, el popular José María García Urbano, a acometer un plan de prevención urgente. Una iniciativa para limpiar los cauces y arroyos. Especialmente aquellos colindantes a urbanizaciones. A este respecto, la formación política recordó en un comunicado que no es el primer incendio que se produce este verano. Se contabilizan cinco y dos de especial relevancia. Hace apenas semanas ardían tres hectáreas cercadas a la urbanización Costa Natura.

El regidor, por su parte, junto al presidente de la Diputación, Elías Bendodo, se desplazaron hasta la zona del incendio para evaluar los daños desde el propio terreno.

Los gobernantes controlaron el dispositivo desplegado por el Infoca y compuesto por seis retenes, dos brigadas de refuerzo, dos agentes de Medio Ambiente, cuatro técnicos de operaciones, cuatro vehículos autobomba y tres helicópteros de extinción y uno de gran capacidad, según fuentes del plan contra incendios.

Pese al aparatoso espectáculo, los vecinos desalojados pudieron regresar sanos y salvos entre las diez y las once de la noche a sus viviendas.