Un barco de la flota pesquera de Estepona encontró un obús el pasado martes por la tarde, mientras faenaba en aguas cercanas al Estrecho de Gibraltar. Se trataba de un artefacto que presentaba un avanzado estado de oxidación y fue identificado como una antigua bomba de aviación, probablemente de la época de la Segunda Guerra Mundial, según fuentes cercanas a La Armada.

El misil fue recogido por el pesquero de arrastre Nuevo León sobre las seis de la tarde del pasado martes, según confirmó a este periódico el dueño de la embarcación, Juan Hernández. En ese momento, el patrón avisó a los agentes de la Guardia Civil, que una vez llegados al puerto de Estepona precintaron la embarcación a la espera de los especialistas en explosivos. «Yo no iba en el barco, pero me avisaron de que se encontraron un obús en las redes, y lógicamente, les dije que se pusieran en contacto con la Guardia Civil. Cuando el barco vino, los agentes no me dejaron ni acercarme por precaución.

La tripulación estaba muy sorprendida pero tranquilos», explicaba a este periódico Juan Hernández, propietario del Nuevo León, que ayer salió a las 13 horas de nuevo a faenar. «Es la primera vez que ocurre algo así en este puerto, naturalmente, creo que tampoco es algo habitual en ninguna otra parte. Los demás pescadores han visto con calma el asunto y apenas ha generado expectación», comentó, por su parte, el patrón mayor de la Cofradía de Pescadores de Estepona, Pedro Benzal.

Ayer por la mañana, un grupo de un equipo de desactivación de explosivos de la unidad de buceo de la Armada, desplazado a la localidad desde Cádiz, se llevó el misil, que fue remolcado hacia una zona segura fuera del puerto mediante sus embarcaciones ligeras. Una vez en el lugar elegido para su desactivación y establecido un perímetro de seguridad con el apoyo del Servicio Marítimo de la Guardia Civil, se neutralizó el artefacto aplicando el protocolo medioambiental establecido para minimizar los daños en la flora y fauna de la zona, según informó la Armada.

Más tarde, se procedió a su desactivación en alta mar por el procedimiento de cargas especiales de corte, esto es, por partes. Si bien en el pasado este tipo de artefactos se explosionaban de forma controlada, el especialista de la Armada explica que ahora se desmontan por partes. Una vez desmontada, todos los elementos de la misma son recogidos para su peritación.

A la espera del informe pericial definitivo que establezca la fecha y procedencia del explosivo, fuentes de la Armada aseguraron que «a simple vista» se puede decir que la bomba puede corresponder al periodo histórico de la Segunda Guerra Mundial, por el tamaño del artefacto (200 kilos de peso, 110 centímetros de longitud y 35 centímetros de diámetro). «Lo que está claro es que el estado de la bomba indica que es muy antigua, posiblemente antes del conflicto», señalaron las mismas fuentes, que explicaron que el tamaño de este tipo de obús se fue reduciendo considerablemente con el tiempo. Sin embargo, los años no eliminan todos los riesgos para que el hallazgo pueda finalizar con un buen susto.

Además, pese a hallarse a unos 400 metros de profundidad, se trata de un arma construida para ser lanzada desde un bombardero a un objetivo en tierra firme. Según las fuentes consultadas, el artefacto contaba con la espoleta, es decir, el mecanismo necesario para iniciar la detonación, aunque «habría que tratarlo muy mal para que explotara».