'Combustión' (ver el trailer de la película

Director: Daniel Calparsoro. Actores: Álex González, Adriana Ugarte, Alberto Ammann

Si cogiera el crucigrama de este periódico y le pusiera por delante un contrato, no lo duden: Daniel Calparsoro me haría una película sobre la cosa. El otrora joven airado del celuloide patrio -que debutó con la estimable Salto al vacío: malograda y fallida, sí, pero también a bocajarro y contundente- se nos ha hecho un profesional que empalma rodajes -en menos de año y medio se ha cascado dos pelis y una TV movie que ha estado durmiendo en un cajón- como si no hubiera un mañana. Creo que ha llegado el momento de que el señor se detenga un poco, reflexione, piense... Porque, de veras, lo de Combustión es algo risible. Ni alto voltaje erótico -que no se la cuelen: hay una escena de cama nada más, y hasta en algo previsiblemente tan poco erótico como Homeland hay bastante más chicha-, ni thriller de carreras automovilísticas espectaculares -las escenas sobre ruedas no tienen sensación de vértigo ni de riesgo-, ni nada de nada. Lo que queda es, como tantas veces en la producción nacional, una película que, lamentablemente, no tiene las narices de abrazar los presupuestos trash de los que parte; al contrario, trata de vendernos la moto con un material de derribo, pura chatarra argumental... ¿De verdad que con esto pretenden atraer a la gente a las salas? No, que no nos hagan creer que la culpa de los desastres económicos de buena parte del cine español es nuestra, del espectador que decide ir a ver Oblivion, con Tom Cruise, en vez de Combustión: yo paso por taquilla y me encuentro con esta cosa de Calparsoro y, en serio, pido la hoja de reclamaciones.

La única forma de disfrutar de esta película es juntarse con unos colegas connoisseurs de los placeres de la vergüenza ajena y reírse de las líneas de diálogo imposibles, las escenas inenarrables y las actuaciones de una terna protagonista verdaderamente flipantes -Álex González, inoperante, busca su registro en su tableta de chocolate; Alberto Ammann se viste de cuero malote y entorna los ojos para darnos imagen de turbiedad, y Adriana Ugarte, que por alguna razón se pasa afónica media película, busca en el armario faldas cada vez más cortas y ceñidas y se deja el labio inferior hecho polvo tras mordérselo coquetamente tantas veces-. Encima de todos ellos, alguien se deja encendido el hilo musical -el filme bien podría ser la carta de defunción del dubstep- y... voilà. A buscar el taquillazo. Si no lo logran, será culpa nuestra. Y lo intentarán otra vez. Y otra vez. Y otra..