Juan Antonio Vigar se confiesa, además de un gran amante del cine, una persona muy reflexiva y poco amiga de la improvisación. Fruto de esa constante capacidad de análisis son los nuevos aires que corren en el Festival de Málaga desde que tomó sus riendas en diciembre de 2012. Su preocupación por hacer partícipe a los malagueños de la cita cinematográfica, así como por impulsar el tejido audiovisual local van dando sus frutos. El máximo responsable del Festival de Málaga Cine Español, cuya decimoctava edición arranca el próximo viernes, 17 de abril, atiende a La Opinión en su despacho, desde cuya ventana ha podido ver, a pesar de la lluvia, cómo se formaban colas en la puerta del Teatro Cervantes nada más salir a la venta las entradas para la cita cinematográfica.

Parece que el tiempo va a darle una tregua al Festival, como lo ha hecho con la Semana Santa.

También tenemos que contar con un aliado importante en Málaga como es el tiempo. Pero está claro que jugamos sobre seguro. Estamos en una ciudad muy luminosa y con un clima muy suave. En ese sentido, Málaga ofrece gran tranquilidad para hacer cosas al aire libre. Este es un Festival que se vive y se hace en los espacios de la ciudad. Tengo gran confianza en que el tiempo nos ayudará.

La confianza también se eleva cuando se observan las colas para comprar entradas...

Es muy gratificante. No por el hecho de que se formen colas, sino porque exista ese interés y ese deseo por parte de los malagueños por conseguir entradas para el Festival. Hemos trabajado durante muchos meses con la intención de ofrecer una programación atractiva y variada. Y que se formen esas colas significa un respaldo por parte del público, que nos está diciendo que le interesa lo que hemos hecho y que quieren estar ahí para disfrutarlo.

El certamen cumple la mayoría de edad. ¿Estamos ante un adulto bien formado y responsable?

Es un Festival ya maduro pero con mimbres de juventud. Son 18 años, pero hemos evolucionado rápido. En los últimos años, sobre todo, esa evolución se ha intensificado hacia la consecución de objetivos. Creo que hemos logrado todos objetivos a corto plazo y bastante de los que fijamos a medio plazo. Eso va reflejando una imagen bastante madura y asentada del Festival. Al margen de la valoración interna, tenemos muy presente los indicadores externos y los comentarios que nos van haciendo. Y es cierto que ahora mismo el Festival tiene un enorme respaldo por parte del cine español en todos los sentidos. También la prensa nos dice que vamos por buen camino. Y si el público responde y tiene presencia en las salas, creo que el conjunto es interesante.

¿Cumplidos los objetivos más cercanos, cuáles serían las metas de futuro?

Tenemos distintos objetivos que cumplir. Por citarte algunos, creo que debemos seguir en la línea de confianza que nos da la industria del cine español con una programación representativa de todo lo que se hace en la actualidad. Y, sobre todo, que esa programación se asienten en el concepto de un cine de presente y futuro. Debemos consolidar la confianza que tiene el sector sobre nosotros como un festival útil. El otro objetivo sería seguir caminando para convertir al Festival en una cita de referencia del cine en español. La relación del cine español con el cine latinoamericano es absolutamente estrecha y creemos que Málaga puede ser en este sentido un importante escaparate. Otro de los grandes objetivos, aunque más interno, es situar al Festival en el entorno de las nuevas tecnologías. El proyecto «Entorno XXI», como así lo llamo cuando converso con mi equipo, se centra en el esfuerzo que está haciendo el Festival en situarse en el entorno digital. Ya hemos logrado que todas las inscripciones de las películas se realicen a través de plataformas digitales, sin necesidad que enviar ningún tipo de soporte físico. De ahí hemos avanzado hacia una página web más funcional y amigable, en la que los contenidos son más intuitivos. También hemos creado un programa, del que me siento bastante orgulloso, que se llama Programa Guía (Gestión unitaria e inteligente de acreditaciones), que permite que cualquier persona pueda acreditarse online y gestionar su presencia en Málaga. También hemos desarrollado una app del Festival en la que se puede consultar la programación por espacios, por secciones... Creo que eso es estar en los tiempos que nos han tocado vivir.

En lo que a público y taquilla se refiere, el cine español ha vivido un año desconocidamente bueno. ¿Estamos ante una nueva realidad de nuestro cine?

Estoy convencido de que es así. Siempre he dicho que en épocas difíciles y de crisis como las que hemos vivido, el talento acabaría tirando de la industria. Y el tiempo me ha ido dando la razón. Ese talento ha conectado con el público y ha hecho que, después de muchos años, el cine español vuelva a tener unos porcentajes importantes de cuota de pantalla y de taquilla. Una de cada cuatro películas que se han visto era de cine español. Bien es cierto que se ha focalizado en pocos títulos, pero estoy convencido de que se trata de un cambio de tendencia. Será difícil que se repitan fenómenos de taquilla como Ocho apellidos vascos, pero sí se van a ver películas que van a conectar con el público y vamos a conseguir que ese talento haga que los números y las circustancias de la industria sean otros de aquí a no mucho tiempo.

¿No es una pena que ni Ocho apellidos vascos, ni La isla mínima, ni El niño compitieran en Málaga? ¿No está el Festival en el sitio ideal para que las producciones quieran participar en él?

No estoy de acuerdo. Creo que hay que valorar el Festival por lo que tiene y no por lo que deja de tener. Y si analizas lo que hemos tenido en las pasadas dos ediciones verás que son películas que, desde mi punto de vista, tuvieron una enorme calidad y bastante recorrido, como la de Paco León [Carmina y amén] y 10.000 km, que luego ha conseguido casi todo en el cine español, incluso tener el referendo de los Goya. Hay una producción muy alta y esa producción tiene unos plazos de ejecución y unos mecanismos de distribución que no siempre coinciden con las fechas del Festival. De alguna manera tenemos que ser sensibles a esas planificaciones y tenemos que entender que esas películas busquen una salida directa a la cartelera o en algún otro festival.

¿Qué factores influyen para que, por citar el ejemplo más cercano, Gracia Querejeta decida estrenar Felices 140 una semana antes del Festival y no dentro del certamen?

Hablamos con Gracia y le planteamos si le apetecía estrenar en el Festival. Y ella nos dijo que ya estuvo aquí hace dos años y que no consideraba oportuno que Felices 140 concursara en Málaga. Y debemos entenderlo. En la planificación de un estreno de una película juegan muchos más factores que el mero hecho de acudir a un festival, por muy importante que éste sea.

Lo mismo ocurrió el año pasado con Ocho apellidos vascos, cuyos productores estuvieron aquí sentados negociando su participación.

Sí, e incluso tenían fijada la fecha de estreno durante la celebración del Festival. Lo que ocurre es que las distribuidoras y las productoras analizan muchos más factores. Y finalmente decidieron que estar en el Festival no era lo más interesante para ellos. ¿Qué ocurrió? Pues que no quisieron dejar de señalar que respetaban el Festival de Málaga y vinieron aquí a hacer el preestreno nacional de la película. El Festival importa y se valora. Y nosotros trabajamos para invitar a todas las películas que consideramos interesantes para el público. Hemos llegado a un momento en el que contamos con una gran relación de armonía con todos los productores y distribuidores españoles. Hasta el punto de que somos capaces de entender cuáles son sus razones para no acudir sin que eso suponga, por parte de ellos, ninguna merma del valor que tiene el Festival. E igual que nos dicen un año que no es lo más adecuado estrenar en Málaga, nos confiesan que querer contar con el certamen para sus próximos proyectos.

¿No cree que el constante cambio de presidentes en la Academia de Cine no favorece su estabilidad?

Entiendo que la Academia es una institución muy importante para nuestro cine, pero las instituciones están a su vez gestionadas por personas que tienen sus vidas, sus circustancias personales, sus empresas, sus ilusiones y sus proyectos. Entiendo que es razonable que González Macho haya decidido abandonar la Academia. Además, el relevo ha sido muy tranquilo y muy desde dentro, porque Antonio Resines era el vicepresidente. Por ello creo que la continuidad de la línea de gestión de la Academia, con todas las peculiaridades y singularidades que Resines le quiera imprimir, se mantiene.

Vamos, que Resines no va a venir a decirnos, como en el final de Los Serrano, que todo fue un sueño...

Creo que Resines va a jugar un papel importante en la Academia. Viene de un trabajo ya desarrollado con el anterior presidente. Y aunque desarrollará ideas propias, lo hará desde un planteamiento constructivo y caminará hacia el crecimiento desde la continuidad.

¿Si tuviese oportunidad, qué le diría al ministro Wert respecto al Festival y sobre el apoyo del Gobierno al cine español?

Me gusta trabajar desde lo constructivo. Respecto al Festival le pediría que el Ministerio continuara con la línea de apoyo y que éste se fuera incrementando en el futuro en la medida de lo posible. Creo que somos un evento muy importante para el cine español que debe tener todos los apoyos por parte de las instituciones. Respecto al cine español, le pediría que hiciese todos los esfuerzos posibles para mejorar las condiciones de fiscalidad y las relaciones y el consenso con todos. Creo que el trabajo en común es el verdadero camino para que se recupere la industria.

Málaga cuenta desde hace pocas semanas con dos infraestructuras culturales de primer orden, como son la Colección Museo Ruso y el Centro Pompidou. ¿Es cierto que van a interactuar con ellas de forma constante? ¿De qué forma?

Por supuesto. La relación con estas nuevas infraestructuras ya está planteada. Y trabajaremos con la Casa Natal para que se puedan desarrollar y se concreten en proyectos de futuro. Es algo que ya tenemos hablado José María Luna y yo desde hace tiempo. En cómo se concreten, tanto en el Pompidou como en el Museo Ruso, está por ver. Es cierto que ya tenemos ideas para hacer proyecciones en Tabacalera con cierta continuidad. La cultura es un territorio de encuentro en el que el Festival y estas dos infraestructuras van a colaborar. Y no quiero dejar de resaltar que me parece un hito cultural que, tanto una como otra, hayan podido llegar a Málaga. Creo que las colecciones que albergan y la filosofía que las impulsan son de un enorme potencial para los malagueños., además de poseer un gran alcance internacional.

Favorecer el desarrollo de la industria audiovisual malagueña es uno de sus grandes empeños. ¿Cómo está la situación al respecto?

Hay cosas que se han conseguido y otras en las que trabajar en el futuro. Hay un hecho cierto: dieciocho años de Festival han favorecido, no sólo a la promoción del cine español, sino también el encuentro entre el sector audiovisual malagueño con el conjunto del sector nacional y latino. Eso ha generado la posibilidad de que surjan proyectos; y por eso no es extraño que estén llegando películas netamente malagueñas a la Sección Oficial, como ocurrió el año pasado con la de Enrique García, o a otras secciones destacadas. Este crecimiento y maduración por parte del sector en Málaga será reconocido este año en la gala Málaga Cinema, en la que daremos unos premios para que nuestra gente del cine reciba el aplauso de todos. Creo que hay actores y técnicos malagueños de mucho nivel que están trabajando muy bien, tanto aquí como fuera. Por otra parte, no nos queríamos quedar sólo en el reconocimiento y en favorecer el encuentro, sino también apoyar económicamente. El año pasado realizamos por primera vez la convocatoria de ayudas por parte del Festival. Como consecuencia de estas ayudas se desarrollaron diez proyectos, de setenta que se presentaron, y alguno de ellos, como el de David Muñoz, ha llegado al Festival de Berlín. Y sueño con dos cosas que todavía están por desarrollar: la posibilidad de articular el discurso formativo, con la integración de las escuelas que están trabajando en Málaga, para trabajar mucho más en la formación. Y, por otra parte, contar con un espacio de confluencia común del sector.