Me gusta mucho ese cine que utiliza pequeños episodios, aparentemente poco trascendentales, de los que no llegan ni a la comisaría, para retratar comportamientos y actitudes humanas y sociales. Lástima que 'El país del miedo' aspire a eso pero se quede en ejercicio de redundancia eterna --cuando lo que se buscaba era levantar una lenta progresión de tensión hacia un clímax-, con algún que otro momento ridículo -todas las escenas de las agresiones de la minivillana- y demasiado empeño en subrayar una lectura a partir de lugares comunes -un policía cuartelero, ¿one more time?-. La realización, pedestre a lo sumo, no ayuda.