Su personaje, María, no encuentra la paz hasta que ejecuta su venganza.

Se toma la justicia por su mano. Aunque no creo que ella lo decida. Creo que ella no tiene las herramientas para elaborar un duelo de una manera sana. No sabe cómo hacerlo, no tiene una ayuda psicológica, no cuenta con una estructura familiar que le apoye y le ayude a ir hacia la vida. Y por eso camina hacia la muerte. Y no descansa hasta que ejecuta su venganza.

Aunque la venganza es el vehículo con el que termina haciendo justicia.

Absolutamente. Pero es un tema muy delicado... Yo no creo en la venganza; creo en el perdón. Y eso que también he sido víctima de mi país. Soy una de esas siete millones de víctimas que hay en Colombia. Y creo que la violencia genera violencia, que es otro de los mensajes y reflexiones que plantea la película. María se da cuenta, después de ejecutar su venganza, que nada ni nadie va a devolverle a su hija. Ni nada ni nadie le va a devolver ese aire que ella fantasea con recuperar. Por eso nunca quise dibujar a una heroína. Y por eso quise dibujar a una mujer que logra darle una oportunidad a la vida.

Según Stanislavsky, el actor debe acercarse a la verdad indagando en sus propias experiencias. ¿Pensó en que podría perder a su hija para extraer el dolor que siente María?

No. Tengo una hija maravillosa que me ha hecho saber lo que significa el amor de una madre, pero nunca la metí en este trabajo. Tiré de otras cosas personales, también fuertes, pero nunca quise mezclar a mi hija. Y lo hice conscientemente. No quería tener esos pensamientos tan dolorosos. Vengo de la escuela Corazza y me gusta usar mis emociones más descarnadas, y te aseguro que tengo bastantes de las que agarrarme en mi vida personal.

Empezando por su exilio...

Bueno, yo soy una exiliada voluntaria. Yo elegí venir a España. No es como el caso de mi marido [Ernesto Alterio], que es exiliado político y tuvo que salir de Argentina. Yo me fui en un momento en el que Colombia estaba en una situación mucho más complicada que la actual. Y me gusta decirlo porque creo que es importante: Colombia está ahora en otro momento. Hay un intento de negociación para alcanzar la paz y hay un crecimiento económico, social y cultural. Y yo he sido testigo de ese crecimiento. Ojalá un día acabe viendo mi país en paz.

¿Y cómo ha vivido el declive de España en la última década?

Cuando yo llegué, en el año 2000, el éxodo de Colombia hacia España era brutal. Entrábamos 600 colombianos al día, porque en esa época todavía no había visado. Todo el mundo venía para buscar una vida mejor y con el sueño europeo y español. Y curiosamente se ha dado la vuelta a la tortilla. La mayoría de los colombianos que llegaron entonces se han vuelto. Y ahora recibo al menos dos llamadas al mes de españoles que se quieren marchar y que me preguntan cómo están las cosas en Colombia para que les conecte y les ayude.

O esa, que vino a España y le tocó vivir nuestra crisis...

Tengo que decir que yo he querido sembrar en Francia, donde llevo trabajando ya cinco años, y he intentado no descuidar el mercado latinoamericano. Y dentro del momento tan difícil y el deterioro que se ha vivido, y que seguimos viviendo, he tenido la suerte de tener más frentes abierto. Pero, claro, igualmente me he visto tocada por la crisis en muchos sentidos, como todos los españoles. Y me ha tocado vivir situaciones muy complicadas.

Y más siendo actriz, claro.

Sobre todo en mi gremio. Hemos visto claramente cómo el Estado le ha declarado prácticamente la guerra a la cultura. Hemos tenido que lidiar con una situación muy complicada y que ha repercutido en el cine, en la televisión y en todo el mundo de la cultura.

Europa siempre ha visto la corrupción política como un problema lejano, incluso muy común en Latinoamérica. ¡Y ahora resulta que la tenemos aquí!

Es verdad. Me siento completamente indignada. Y si escuchas las noticias, esa indignación va in crescendo.

¿Cree que encontraremos una solución tras las elecciones de noviembre?

Espero que sí. Soy colombiana, pero llevo quince años aquí y España es mi país. Amo profundamente a España y me siento española. Me siento una española más, afectada e indignada.

Como ha dicho, lleva años trabajando en Francia. ¿Qué debe aprender el cine español del cine francés?

Para empezar, tienen una ley que prohíbe que se estrenen más películas extranjeras que nacionales. Los estrenos extranjeros tienen que ser o igual o menos que los estrenos franceses. Luego hay un gran apoyo por parte de los medios hacia su cine. Las revistas de cine hablan del cine francés. Y sacan a los actores franceses en las revistas y en las portadas. Aquí son muy pocas las veces que encuentras actores españoles en las portadas de las revistas de cine. Y eso tiene que cambiar. No sé cómo, pero debe cambiar.

Ayudaría no tener un 21% de IVA.

Eso, sobre todo. Y que, además, uno encuentra un gran respeto hacia el trabajo. No solo de la industria hacia su cine sino también por parte de los equipos de trabajo hacia los proyectos que desarrollan.