­En Sexo fácil, películas tristes, la pareja que forman Carlos Areces y Julieta Cardinali aportan «el contrapunto» a la pareja protagonista (Quim Gutiérrez y Marta Etura). Dirigida y escrita por el argentino Alejo Flah, el filme es una comedia romántica que construye puentes entre la realidad y la ficción, ya que estos personajes son creación de un guionista (Ernesto Alterio) en plena crisis sentimental.

Confiese: la escena más difícil a la que se enfrentó en esta película es en la que su personaje reconoce que no se parece a Brad Pitt...

Sí. Ahí es donde se demuestra realmente mi faceta de actor. Es como si saliera Montserrat Caballé y dijera que no es soprano. Tienes que hacer creíble una cosa que es evidente para todo el público. Y ahí estaba la dificultad.

¿Debe el cine parecerse a la realidad cuando quiere reflejar historias de amor?

Para nada. Y afortunadamente. De lo contrario, la comedia romántica sería un género que no existiría. Si la película no acabara a las dos horas, dejándola en lo alto y sin que la pareja supere una serie de vicisitudes para lograr el clímax, sería un fracaso. Esa es la magia de las comedias románticas: que cuentan una historia sin recurrir a la realidad sino idealizando todo lo que tiene que ver con una relación; sin mostrar cómo envejecen y la rutina entra en sus vidas.

¿Y no suelen incidir las críticas en la falta de verdad en las películas?

Yo no tengo nada en contra de que lo que me cuenten sea mentira. De lo que sí estoy en contra es de que me cuenten siempre lo mismo. Y me imagino que a la crítica le pasa como a mí; que no me importa que la historia de amor sea maravillosa, romántica y se presente idealizada. Lo que pasa es que hay una serie de clichés y esquemas que ya han sido tan masticados a lo largo de la historia del cine que ya estoy colmado de la historia de amor de siempre. Por eso necesito, como mínimo, que está adornada de chistes ingeniosos o con algo que le dé una vuelta. Que se cuente de otra manera. Que creo que es lo que pasa en esta película.

¿No cree que el cine español está de subidón?

Creo que, concretamente, este éxito del año pasado está circunscrito casi exclusivamente a tres o cuatro películas, El niño, Ocho apellidos vascos, Torrente 5 y La isla mínima. Y esto no significa que ya está todo solucionado. Sólo significa que el año pasado funcionó muy bien y que el año anterior funcionó muy mal. Para mí, este año sigue siendo una incógnita. No creo que hacer otra película que siga la saga de Ocho apellidos vascos sea garantía de nada, por ejemplo. Si tuviéramos garantía de lo que funciona se harían siempre las mismas películas.

¿Por qué la gente, sobre todo antes, rechazaba ver cine español por sistema?

Decir «no voy a ver cine español» se convirtió de repente en un latiguillo que no exigía ninguna reflexión mental. En muchos casos, esto tiene que ver con una postura política. El cine español está claramente identificado con un sesgo político de izquierdas y hay mucha gente a la que le violenta esto.

Pero estos latiguillos llegan hasta hoy. Hace unos momentos, en la rueda de prensa, una chica preguntaba por la ausencia de escenas de sexo en la película, argumentando que el cine español es normalmente «guarrillo».

Sí, me ha hecho gracia su ingenuidad a la hora de expresarse. Hubo una época en la que, más que guarro, el cine español mostraba mucho desnudo gratuito. Aunque para mí, los desnudos gratuitos son como cualquier otra opción gratuita que puedas encontrarte en el cine. En el cine americano no hay tantos desnudos porque poseen una leyes mucho más estrictas a la hora de clasificar las películas. Y ellos, como quieren llegar a mucha gente, pues son más conservadores. Son los primeros en esto del cine comercial y si pudieran legalmente llenar las películas familiares de tetas, lo harían. Me parece mucho más natural que en una película aparezca un desnudo que esas situaciones en las que una pareja que acaba de terminar de hacerlo ella se ve perfectamente tapada y peinada. No entiendo por qué se limitan el número de pezones en una escena y no se limitan las veces que se te ven los pies.

¿Habló con Dani Rovira después del episodio de los Goya?

No. De todas formas, no tuve ni tengo ningún problema con él. Mi único problema en los Goya fue con el productor ejecutivo de la gala, Emiliano Otegui; con la política que decidió seguir y, sobre todo, con las explicaciones que ha dado después, que han sido mentira. De repente me convertí en el elemento más subversivo de la ceremonia. Por su puesto, nadie tuvo el mal gusto de decirme que era por el lazo naranja que llevaba en apoyo por los trabajadores de Televisión Española.

¿Veremos algún día la película de Muchachada Nui?

Pues sé que hay un proyecto y que se ha hablado, aunque no he leído el guión. No sé si llegará o no. Y no sé si tiene sentido que llegue ahora. Para mí, Muchachada era una cosa sujeta a un tiempo y a un espacio televisivo. Todos estamos trabajando en distintos proyectos. No sé si llegará un nuevo proyecto que nos vuelva a reunir a todos.

¿Y la gira de Ojete Calor?

Las giras de Ojete Calor han muerto. Me lo paso muy bien escribiendo canciones y componiendo. Pero no me lo paso nada bien preparando los conciertos. Saber si las entradas se van a vender, que siempre se venden en el último día y te pasas una semana sin dormir; saber si la sala reunirá las condiciones acústicas necesarias, o que la sala es en verdad un bar, que nos ha pasado... Son una serie de contingentes que no puedes tener controlados que me han quitado las ganas de actuar y hacerme una gira.