Game Over, uno de los mejores documentales del Festival de Málaga, nos retrata la cotidianidad de un joven obsesionado con las armas Djalal -Lord_Sex en las redes sociales, donde cuelga sus vídeos y fotos de parafernalia militar-, un joven obsesionado con las armas en plena zozobra vital tras regresar frustrado de la guerra.

En Game Over se reflexiona sobre el choque entre lo que uno imagina/cree que es y lo que realmente es. En estos tiempos de disfraces sociales, con avatares y perfiles en las redes sociales (como Lord_Sex lo es para Djalal), se produce un juego de espejos que quizás nos termine confundiendo aún más. ¿Es importante esta cuestión en el filme?

Sí, pero la crisis que está atravesando Djalal, el protagonista, tiene más relación con la falta de perspectivas vitales que con cuestiones existenciales. Djalal se ve superado por lo que sucede a su alrededor y las redes sociales son, ante todo, su refugio. En internet Djalal encuentra un espacio donde puede realizarse, donde puede ser todo aquello desea. Es también un entorno bajo su control que no le da sorpresas. Creo que es ahí donde reside el éxito de las redes sociales: se han convertido en la nueva fábrica de sueños.

Muchas de las conversaciones y comportamientos de Djalal y su entorno resultan incómodos para el espectador, moralmente cuestionables, así que me imagino que también para ti, como documentalista y testigo de los hechos. ¿Es importante para ti mantener una distancia infranqueable entre los hechos y los personajes?

Hacer un documental es un proceso largo que implica sumergirse en la realidad que estás filmando. En mi caso, mi implicación es muy emocional: nunca he podido separar mi vida de mi profesión como documentalista, para mi es lo mismo. Durante el proceso de investigación de Game Over la familia de Djalal me cedió su archivo familiar, más de cien de horas de video. A través de los visionados asistí a los momentos más importantes de la vida de Djalal y le vi crecer. Veo a Djalal como a un hermano pequeño y, aunque me enfado con él porque no se atreve a tomar las riendas de su vida, le comprendo.

Para alguien como Djalal la fama y el reconocimiento social son fundamentales. ¿No crees que el hecho de protagonizar un documental como éste incremente aún más esa obsesión y, por tanto, el trastorno entre lo que cree real y lo verdaderamente real?

No, al contrario. Verse en la película ha sido duro para él y creo que, cuando lo digiera, le ayudará a crecer.

Se define usted como una directora feminista, pero a algunos espectadores les ha llamado la atención el hecho de que la figura de la novia de Djalal quede algo desdibujada...

Sí, soy feminista y creo que las mujeres cineastas tenemos que dar voz a las mujeres en la pantalla, darles papeles fuertes y representarlas con toda la riqueza de matices que muchos directores obvian. Pero como directora y feminista también me interesa explorar el concepto de masculinidad. En Game Over y en Qatar the Race (mi segunda película) muestro a hombres que no son felices en el rol social que se supone tienen que tener. La película es una propuesta para reflexionar sobre el modelo de masculinidad y la crisis de referentes masculinos, sobre la auto-representación, y sobre una generación de jóvenes que lo tiene complicado para construir su identidad social y abrirse camino en la complicada situación laboral que atraviesa nuestro país.