Lejos de deslumbrar como la gran protagonista de la segunda jornada del decimonoveno Festival de Málaga Cine Español, por eso de ser la receptora del Premio Málaga, considerado el más importante del certamen, la sevillana Paz Vega tuvo ayer que lidiar con el enorme tirón de dos de sus compañeras de profesión: Maribel Verdú y Belén Rueda, que presentaron películas a competición y que acapararon buena parte de los focos mediáticos. No obstante, la actriz de Lucía y el sexo, Sólo mía, El otro lado de la cama y Carmen, entre otros muchos títulos, recibió su merecido baño de gloria en la gala del Teatro Cervantes, donde estuvo acompañada, entre otros, de su hermana Sara Vega, Ray Loriga, Luis San Narciso y Julio Medem, que fue el encargado de hacer la entrega de la Biznaga. Visiblemente nerviosa y emocionada, la intérprete agradeció -leyendo un discurso que llevaba escrito en su teléfono móvil- todo el cariño de su familia, compañeros y amigos. «Veinte años de carrera. La mitad de mi vida en esta profesión que amo. Y de repente Málaga me sonríe», dijo.

Actualmente rueda en Cádiz la serie Perdóname, en la que encarna a una Lucía (Medina), muy distinta a aquella de 2001 que todos tenemos en mente.

Sí. Lucía Medina es una religiosa muy brillante de Barbate que se fue muy jovencita del pueblo y que, antes de escalar peldaños dentro de la congregación como superiora en Bolivia, decide volver a su tierra porque siente que hay una cuenta que saldar con su pasado. Y en Barbate se encuentran con un pueblo totalmente distinto y con muchos problemas a nivel social; con todos los jóvenes en paro, con la conservera a punto de cerrar... También se encuentra con su amor de juventud y una gran crisis de fe.

¿Son Barbate y Hollywood distintos planetas?

Sí. Y Roma y México... Son planetas totalmente distintos.

¿Después de convivir durante una década con la industria del cine norteamericano, qué aspectos cree que tendríamos que adoptar para nuestro cine?

Muchos. Pero sobre todo quitarnos los complejos de inferioridad que tenemos. Eso es lo que nos está machacando. Y además creo que ocurre en todos los ámbitos, no sólo en el cine. Tenemos un país maravilloso y tenemos grandes talentos. Tenemos de todo. Y creo que por ello tendríamos que tener una industria boyante. Y de hecho, ahí estamos. No tenemos el apoyo total de las instituciones, aunque nunca lo hemos tenido, pero se está solventando con creatividad, con arte y con ingenio. Estoy muy orgullosa de nuestro cine y de nuestro país.

Al poco de mudarse a Los Ángeles aseguraba que no le ofrecían trabajo en España. ¿No cree que la distancia también ha jugado en su contra? ¿No cree que los directores españoles temen llamar a una estrella de Hollywood?

No lo sé. Es verdad que durante muchos años he centrado mi energía en los Estados Unidos y en trabajar fuera. Eso es cierto. Fue una decisión propia que tomé hace diez años. Es obvio y normal que si estoy allí... Con todo, me han ofrecido cosas que no me parecían lo suficientemente importantes como para venir o que fueran buenas para mí. Pero en el momento que me ha llegado algún guión, algún proyecto que realmente ha merecido la pena, pues aquí estoy. Cuando me llamaron y me dieron a leer el guión de esta serie, me quedé fascinada con la historia.

Entonces no hay que tener miedo a llamarla...

No. Ninguno.

¿Cómo evalúa el nuevo ímpetu del público hacia el cine español tras éxitos como Ocho apellidos vascos o La isla mínima?

Es lo lógico. Algo que tenía que pasar, porque se hacen muy buenas películas aquí. Y siempre se han hecho. Estas cosas también son cíclicas. Recuerdo que hace quince o veinte años también vivimos un muy buen momento con el cine español. Cuando salió Tesis, Lucía y el sexo... Y luego hubo una bajada en el cariño y el amor del público, como ocurre en todas las parejas, que coincidió con la crisis económica. Y todos los sectores lo pagaron, incluido el cine español. También creo que gran parte de este nuevo resurgir del cariño entre el público y el cine español se debe a iniciativas como el Festival de Málaga. Este festival ha hecho y está haciendo mucho por el cine español. Y eso es bueno, porque crea sinergias. Y este apoyo es necesario.

¿Se siente cansada de su imagen de sex symbol?

No, no estoy cansada de mi imagen. Todo lo contrario. Vivo de mi imagen y estoy feliz con ella, sea sexy o no. Lo sexy o lo sexual no tiene además de tener una connotación peyorativa.

¿Siempre elige papeles que le saquen de su zona de confort?

Es algo que busco. Cuando me ofrecen un trabajo y veo que es algo totalmente opuesto a lo que he hecho antes o algo que no he hecho nunca, voy a por ello. Justamente ahora inicio el rodaje de I´m, sobre una cantante de rock con problemas de alcoholismo. Un personaje maravilloso. Eso es lo que me mantiene vivo el interés y la ilusión.