En la nueva película de Koldo Serra, Gernika, que acudió ayer al concurso del Festival de Málaga, la joven María Valverde encarna a Teresa, editora de la oficina de prensa del legítimo gobierno de la Repúblico que se sentirá atraída por el idealismo del corresponsal norteamericano Henry, interpretado por James D’Arcy. Una historia de amor enmarcada en el bombardeo que inspiró el cuadro más famoso del mundo. La obra con la que Picasso estremeció tanto las conciencias políticas como los fundamentos del arte.

¿Es cierto que antes de esta película conocía el cuadro de Picasso pero no el hecho histórico?

Exacto. Así es.

¿Le interesa más el arte que la historia?

No. Lo que pasa es que la historia del arte se expande más. Y en cambio, sobre la historia de tu propio país tienes tanta información que no quieres verla. Algo que creo que es un error y una incoherencia, claro.

Siendo tan joven, ya ha participado en tres películas sobre la contienda: La mujer del anarquista, La mula y Gernika. Al final va a ser verdad que el cine español tiene fijación con la Guerra Civil.

Creo que es algo lógico. Es nuestra historia y por tanto forma parte de un periodo muy importante de nuestras vidas. Y por eso, inevitablemente, surgen una montón de historias que tienen la Guerra Civil como telón de fondo.

¿Lo que une a Henry y Teresa es el descontento vital de ambos?

Sí. Henry, el periodista americano, está desencantado con su profesión. Y Teresa hace un trabajo que le corresponde por circunstancias de la vida. No son libres. No están donde quieren estar.

Teresa, como censora de prensa, controla la información. ¿No cree que ese control sigue estando hoy igualmente presente?

Da bastante miedo que se manipule la información.

¿En qué sentido asegura que le ayuda interpretar en otro idioma?

Pues en que la torpeza que uno tiene al hablar en otro idioma es algo normal. Y creo que es bonito que se vea en la pantalla que los personajes son imperfectos. El cine no da pie a los errores, así que cuando hablas en otro idioma, sí que se producen.

Su carrera ha transcurrido en paralelo al creciente éxito del cine en nuestro país. ¿Cómo ha vivido el desarrollo de las producciones nacionales?

He visto un desarrollo en calidad. Creo que poco a poco se van consiguiendo resultados, aunque las condiciones no sean las mejores. Luchamos contra viento y marea para que la calidad sea lo primero. Tenemos que estar orgullosos de la calidad de nuestro cine. Sin contar con los medios, terminamos haciéndolo. Esta película, a mi juicio, aparenta mucha más inversión de la que realmente tiene.

¿Se notan más las diferencias cuando trabaja en producciones como Exodus, de Ridley Scott?

Es que es otro mundo. Es incomparable...

¿Tan lejos estamos del primer mundo cinematográfico?

No. Ni mucho menos. Lo que pasa es que todo es cuestión de dinero. He estado en rodajes muy grandes y muy pequeños y lo que se busca en uno y otro es exactamente lo mismo: la calidad. Por eso creo que es mejor la intensidad y la calidad que la cantidad.

En Ahora o nunca compartía protagonismo con Dani Rovira, que está iniciando su carrera en el cine. ¿Cómo lo ve?

Veo que se va a comer el mundo. Que va a hacer lo que él quiera. Y lo que más me gusta es lo natural que es y su esencia. Da igual lo que pase a su alrededor: él es él. Y eso es muy importante, porque es lo primero que se pierde. Lo que más le va a ayudar es seguir siendo auténtico.

¿Usted ha perdido esa autenticidad de cuando empezó?

Hace casi catorce años era absolutamente inconsciente de lo que se me venía encima. El tiempo pasa y vas siendo más consciente de donde estás, de cómo te mueves y hacia dónde quieres ir. Uno intenta estar cómodo y buscar la carrera que uno quiere dibujar. Cuando uno se siente desencantado debe mirar a otra dirección para poder llenarse. Los actores, y en general los artistas, nos vaciamos mucho y necesitamos llenarnos de emociones.