«¡Qué bien, tengo trabajo!», fue lo que pensó cuando le llegó el guión de El bar. ¡Pero si usted es Blanca Suárez!

Sí, ¿y...?

Pues que es uno de los rostros más conocidos de nuestro cine...

Que seas conocido o se sobreentienda el éxito profesional no significa que te llamen. En esta profesión en cuando terminas un proyecto, ya está. Se ha acabado...

¿Está diciendo que no tiene 200 guiones sobre la mesa?

Pues no.

Vale, ¿diez?

¿Pero cuántas películas crees que se hacen al año en este país y que después salgan adelante? Por supuesto que tengo cosas, pero eso no significa que tenga mi vida solucionada. Te puedo decir que voy a estar trabajando hasta junio, porque empiezo a rodar la segunda temporada de Las chicas del cable. Pero no sé qué va a ser de mi vida a partir de junio.

En una entrevista le preguntaron por un deseo. Y contestó: «Que me quede como estoy».

Sí. Que me quede como estoy, pero con trabajo.

¿Tan incierta es esta profesión, insisto, siendo Blanca Suárez?

Soy consciente, y por ello lo agradezco a diario, de que mi situación es privilegiada. Hace poco salía un estudio que decía que solo el 8% de los actores de este país podemos vivir de esto. Yo además, vivo bien. Se me llena la boca al decirlo porque creo que es una lotería que me ha tocado. Pero que te toque una vez no significa que toda la vida vaya a ser así. Hoy te digo que estoy feliz por trabajar con Álex de la Iglesia, pero no sé dentro de cinco años lo que te podré contar. Por eso tenemos que aprovechar tanto el día a día, porque no se sabe si se va a repetir.

¿Se prepara uno para el día que llegue ese vacío o ese olvido?

Se debería...

¿Lo está usted?

No lo sé. Uno nunca sabe si está preparado o no hasta que ocurre. Pero deberíamos ser muy conscientes de que todo esto se puede derrumbar mañana.

¿Su personaje en esta película viene a encarnar el triunfo de la bondad, del bien frente al mal?

Si esto se lo dijeras a Álex [De la Iglesia], te pondría una cara rara porque él es partidario de que mi personaje no es lo que parece. ¿Qué es ser malo y qué es ser bueno? Él deja al espectador que valore y tenga su propia opinión.

Elena entra al bar porque se queda sin batería en el móvil. ¿Cree que somos esclavos de la tecnología?

La tecnología está absolutamente integrada en nuestra vida. En la mía la primera. Nos comunicamos a través del móvil, ligamos a través del móvil, le preguntamos a nuestros padres cómo están a través del móvil, sabemos qué están haciendo los demás a través de las redes sociales... Y me doy cuenta de que en vez de tener contacto físico y vivir las cosas, como los conciertos, creo que se nos pasa vivir cosas maravillosas por querer compartirlo todo en las redes.

¿Uno es licenciado en cine español tras pasar por las manos de Almodóvar y Álex de la Iglesia?

¡Qué va! Solo que has vivido esas experiencias...

¿Diría que son el día y la noche?

Ambos han creado sus propios universos y aunque éstos sean muy diferentes y peculiares creo que tienen cosas en común. No son el día y la noche como tal, hay cosas que los unen.

En la ficción ha sido hija de Antonio Banderas. ¿Es tan buen compañero como dicen?

Es maravilloso. Es probablemente uno de los mejores compañeros con los que he trabajado. Es un cuidador nato. Se agradece que haya personas así.

¿Y qué nos dice del también malagueño Jaime Ordóñez, que encarna al personaje más excéntrico de El bar?

Es una persona tan motivada que al final le pedíamos que descansase. Qué nivel de energía, de atención, de motivación... Eso dice mucho de las ganas. Es un trabajador nato.

Cambiando de tercio... ¿Llegó a ilusionarse con un cambio de Gobierno en las pasadas elecciones?

Por supuesto que sí. Y me hice ilusiones, como media España. Y luego nos llevamos un bofetón de los gordos.