Vaya manera de arrancar la competición...

Me lo voy a tomar por el lado positivo. Así que gracias.

¿España está dividida entre pijos y perroflautas?

Entre otras cosas. Pero sí, claro. Es verdad que tanto los pijos como los perroflautas viven, o vivimos, en nuestra burbuja. Para mal, tendemos poco a contaminarnos unos a otros. Todos nos parecemos y somos igual de lamentables, pero sí es cierto que no nos solemos contaminar. Y es verdad. La primera vez que Santi [Santiago Alverú] pisó Lavapiés fue por la película.

¿Siendo de Madrid?

No, es de Oviedo, pero lleva años viviendo en Madrid. Y trabaja en Colón... Para el resto del equipo, los chalés de Las Rozas eran algo así como la Luna. Vivimos separados por una especie de burbuja invisible.

Las clases sociales...

Sí, pero en muchos casos eso no depende ni siquiera del dinero, sino de la visión de cada uno. Hay quienes dicen que son de clase alta y no tienen un duro.

Como el escudero del Lazarillo de Tormes, que vestía de punta en blanco pero no tenía un trozo de pan que llevarse a la boca.

Hay un punto en el retrato de la película que es la intemperie económica, que es el relato del Lazarillo.

¿Es menos drama la caída en desgracia de alguien que ha tenido muchos privilegios?

Claro, aunque si se lo dices a Carmen Lomana, ella opina lo contrario. Ella piensa que el verdadero drama lo sufren los que han tenido mucho dinero, ya que se acostumbran mucho peor a la pobreza. El pobre, como lo tiene más a mano... Pero bueno, ya sabes, el dinero no es nada. Mi padre [el director José Luis García Sánchez] siempre dice que el dinero no da la felicidad, que el dinero es la felicidad. El que no tiene dinero lo aprecia muchísimo y el que no lo tiene lo puede relativizar.

¿Con este personaje de Bosco, ha querido señalar la indolencia social en la que vivimos?

Sí. Y la indolencia de nuestra vida política, en la que reina el sálvese quién pueda. Siempre me dicen que tengo una visión pesimista, pero lo cierto es que no recuerdo cuando en España ha ido bien las cosas. Nunca ha habido brillantez en la vida española desde Fernando VII. Creo que vivimos en un país que está en una crisis permanente. ¿Ha habido salida alguna vez? Somo crueles y absurdos. Y lo único que nos salva es que no nos tomamos en serio a nosotros mismos. Pero como país, no damos el mínimo.

¿Cuáles son sus películas favoritas del cine español? Da la impresión de que El viaje a ninguna parte, Bienvenido, Mister Marshall...

Ambas son un buen ejemplo porque son un modelo de cine de autor, con una mirada particular y definida, pero con una para en lo industrial: tienen buenos repartos, son populares e intentan llegar al público. Ese modelo de esas películas españolas que mejor nos han salido, ahora no se hace. Y eso es un problema.

Aunque lo cierto es que ahora el cine español ha ganado un público que antes no tenía.

Sí, pero algo falla en un modelo cinematográfico que impide que se hagan las películas que más te interesan, en las que mejor te sientes reflejado y más te representan. Que haya televisiones que nos inundad de publicidad como no se ha inundado nunca y que gracias a eso haya películas que compitan con Star Wars, me parece un éxito de marketing. Pero en cuanto a cinematografía, la voluntad política de un Gobierno debe ser que exista una oferta amplia y diversa. Y de entre esa oferta amplia y diversa debería salir las que consideramos las mejores películas del cine español. El modelo que ha generado a Berlanga, Almodóvar, Trueba, Garci... No estoy hablando de ideologías sino de realizadores con una mirada particular y que han sido un éxito. A lo mejor no hacen los números de Un monstruo viene a verme, pero hacen un buen dinero y generan industria. Y si quitamos la película intermedia, quitamos un escalón muy importante de nuestra cinematografía. Y eso es lo que echo de menos. Porque esas películas son las que suelen mirar a su alrededor.

Vaya joya nos ha descubierto con Santiago Alverú...

Sí. Me deslumbra haberle encontrado y el trabajo que hace. La verdad que la película es él.

¿La singular manera de hablar de su personaje, que nunca termina las frases, es intencionada? ¿Formaba parte del guión?

Surgió durante los ensayos y gracias a Tamara Falcó. Estuvimos viendo un reality que hacía y descubrimos que tenía una costumbre muy rara, que no sé definir, de estar preparándose para decir algo que nunca terminaba de decir. Y tardaba mucho pensando y valorando cada palabra, pero al final no decía nada. Era un maravilloso retrato de la vacuidad. Y de ahí lo sacamos.