Humor inteligente, y a la vez absurdo, por fin. Si no fuera porque es una comedia' El candidato' figuraría entre mis favoritas a llevarse la Biznaga de Oro del 20 Festival de Málaga Cine en Español. ¿Por qué es tan difícil que una cinta de este género gane? Llevaba tiempo sin disfrutar de una comedia tan ácida, sutil, polisémica, mordaz y divertida que sobre un argumento tan sencillo dejara tantas reflexiones, tantos aciertos por el camino.

La sinopsis cuenta la historia de un rústico aspirante a crear un partido independiente que se encierra con un grupo de publicistas a diseñar su campaña para postularse como tal. El clima de este encuentro comenzara a enrarecerse por varias cuestiones, algunas que tienen que ver con el pasado poco moderado del nuevo líder y su dificultad para ofrecer un perfil precisamente independiente.

Curiosamente la película es de esas en la que ves demasiados parecidos a la realidad social política española, siendo uruguaya y con muchos acentos argentinos. Enhorabuena a su director Daniel Hendler que también como actor está soberbio en El otro hermano, otra aspirante a llevarse algo de esta cita malagueña. Por sólo desvelar un detalle que concreta estas similitudes, el color corporativo que eligen para el nuevo partido es el naranja.

Está encima de la mesa cómo los partidos políticos tienden cada vez más a esconder sus características ideológicas para no señalarse y ganar en adeptos de uno y otro lado y en esa ineptitud de los herederos de la vieja guardia por adaptarse a la nueva religión; el marketing y las redes sociales.

De la misma forma, Hendler no deja títere con cabeza al dibujar muy bien el precario profesionalismo de estos community manager y SEO que de forma repentina se han convertido en el oráculo de muchos políticos, o de la nueva política, siendo en su mayoría jóvenes imberbes, ingenuos a los que la brillantez les pilla sin cobertura y no hay nada que hacer.

Maravillosa recreación de la cohorte de súbditos, lameculos, creadores de intrigas y personajes siniestros que rodean a los poderosos y de sus relaciones con estos mismos. Está de fondo también el debate del naturismo o ¿el naturalismo? Y todas esas hierbas que se han colado en la nueva política para convertirse en muy relevantes y si hace falta muy agresivas en su lucha contra los detentadores de la carne, que en Uruguay y Argentina es decir mucho.

Hay personajes que recuerdan demasiado a políticos españoles (¿no es la lideresa una mezcla perfecta y con buen apetito de Rita Barberá y Susana Díaz?), incluso a figuras provinciales, que son los que se acercan más al trazo grotesco con el que Diego de Paula encarna a ese ambicioso delfín, joven, que quiere desligarse del partido familiar en una comilona, donde se siempre se han urdido las grandes traiciones, y que quiere parecer moderno a toda costa procediendo de un estrato social que bien queda reflejado que no es otro que el de los potentados terratenientes.

El tono del humor y los diálogos es frío, hasta casi el absurdo, deviene en un humor nórdico, en unos desahogos propios de la clase política y de sus adlateres que viven una indolencia propia de un mundo paralelo pero a la vez preocupada hasta lo neurótico por las apariencias. Éste es el gran acierto. Las imprecaciones son lentas hasta la creación de cierta tensión dramática que si el espectador no percibe como una burla flagrante del personaje puede hacerle aburrirse y desconectar de la trama. Pero es pura genialidad, pura y absoluta crítica contra la casta de siempre con la intención de vestirse de otra cosa. Que todo cambie para que todo siga igual.