Ana de Día

Dirección: Andrea Jaurrieta. Reparto: Ingrid García Jonsson, Álvaro Ogalla, Fernando Albizu, Irene Ruiz, Mona Martínez, María José Alfonso

Arrastrados por el estigma literario creado por Robert Louis Stevenson en su Doctor Jekyll y Mr Hyde pensamos a menudo en la figura del doble como un ente maligno, monstruoso y emancipado de nuestra propia identidad dispuesto alcanzar y comprender por sí mismo cosas ajenas a nuestras voluntad.

Ana es una chica joven, atractiva, formada, con una vida aparentemente perfecta hasta que se encuentra con su doble. Un ser exactamente igual a ella que ocupa sus placeres y obligaciones. Este lance es aprovechado por la protagonista para emprender un viaje en busca de una nueva identidad. La nueva Ana es Nina, un nuevo ser, en un nuevo mundo sin reglas donde poder aplicar el libre albedrío y liberarse de normas sociales que la convertían en un ser indefinido. El planteamiento de Andrea Jaurrieta es esperanzador y fresco en su inicio pero pasada su primera hora reconocemos otra película. Poco efectista en la decisión de sumergir a su protagonista en atmósferas pretenciosamente lynchianas e indefinible en su pulso narrativo aunque recordándonos en ocasiones al cine de François Ozon. Ni siquiera el estado de gracia de su actriz principal, Ingrid García Jonsson, ni el trabajo del roba escenas de Fernando Albizu en su papel de Maestro, ni la presencia de la teatral María José Alfonso salvan a esta ópera prima de sinuosas, sombrías e inconexas sensaciones.

Andrea Jaurrieta retuerce la mente de su protagonista sobre sí misma hasta hacer explotar todos las referencias a las que se aferra su yo primario, y con ellas también sus convenciones sociales. Un acierto en su composición de personaje que pone de manifiesto el verdadero problema principal de la obra, su carencia de intenciones. La felicidad puede ser un problema; la evasión, una manera de solucionarlo. En definitiva, nadie es nada si no quiere serlo.