Bayona es un caso único en el cine español. Con sus tres películas -'El orfanato', 'Lo imposible' y 'Un monstruo viene a verme'- ha conseguido tres Goyas a la mejor dirección, además de haber conquistado las colinas de Hollywood y al mismísimo Spielberg, que le encargó la segunda parte de Jurassic World, que a la postre será su cuarto largometraje. Pese a su corta filmografía, el cineasta recibió ayer el Premio Retrospectiva del Festival de Málaga. Su increíble talento bien lo merece.

¿Cómo recibe este premio teniendo una carrera relativamente corta? ¿No habrá pensado que esta retrospectiva es como el inicio del fin?

Espero que no. Espero tener una carrera larga y fructífera. Me hace mucha ilusión, sobre todo ahora que llevo tanto tiempo fuera de casa. Volver a Málaga y recibir este reconocimiento es algo que me emociona especialmente.

¿Qué le parece que el Festival se haya abierto al cine en español?

Vine a Málaga el año 1999 con mi primer corto, Mis vacaciones, y creo que el Festival de Málaga siempre partía con el hándicap de la especialización de cine hecho en España. Y me parece muy inteligente que se abra a otras cinematografías. Teniendo una lengua en común, me parece muy inteligente. La unión hace la fuerza y creo que hay películas extraordinarias que se hacen en otros países y sería muy positivo que las películas extraordinarias que hacemos nosotros se vean en esos otros países. Ojalá las fronteras que nos separan fueran más difusas.

¿No cree que, teniendo un público de 500 millones de hispanohablantes, una industria del cine latino podría hacerle sombra a Hollywood?

Creo que estamos viviendo un proceso de transformación en las cinematografías locales. Y lo digo en el momento en el que una película española, Campeones, de Javier Fesser, lleva dos semanas seguidas en el número uno de la taquilla de manera sorprendente. Y los estudios de cine norteamericano no son ajenos a eso. Están tomando nota. Y creo que es un poder que va a más. La gente tiene cada vez menos miedo de ir a ver películas españolas. Y no es que no tenga miedo sino que las prefiere a otras nacionalidades. Eso es algo muy sano y positivo.

En 1977, la comedia Los bingueros permaneció más tiempo en la cartelera que La guerra de las galaxias. ¿Cómo le sentaría que una película de Dani Rovira desbancara a sus dinosaurios?

A mí no me haría mucha gracia que ninguna película desbancara a la mía. Pero si tiene que pasar, prefiero que sea una de Dani Rovira, al que conozco y me parece muy buen tipo. Creo que sí que se está produciendo algo nuevo en referencia a otros años. Recuerdo que cuando estaba en la escuela de cine vino un director a darnos una charla y en la que intentó convencernos de que el cine español estaba maldito y que no había nada que hacer. A lo que nuestra clase se revolvió con un punto hostil hacia esa opinión. Y creo que con los años hemos demostrado que estaba equivocado. Una de las cosas que más ilusión me ha hecho siempre es que el cine español entendiera nuestros éxitos como propios. No eran éxitos de mis películas sino del cine español.

¿Se siente responsable de la nueva mirada del cine español, de su apertura hacia géneros que no se tocaban normalmente?

Películas como El orfanato o Un monstruo viene a verme han ayudado, pero el camino lo abrió antes directores como Álex de la Iglesia, Alejandro Amenábar o Jaume Balagueró. Y mucho antes ya había una tradición en España de cine de género con gente como Narciso Ibáñez Serrador y de películas underground o serie B, como las producciones de Paul Naschy y Jesús Franco. Ese cine siempre ha existido, aunque quizá ahora ocupan un lugar más prominente.

¿Nos hemos sacudido complejos?

Se los está sacudiendo todo el mundo. No solo es una cuestión española. La forma del agua ha ganado el Oscar, lo que demuestra que hay un público y miembros de la academia que han crecido viendo cine de género y que acepta de una manera más contundente el cine fantástico.

Guillermo del Toro aseguraba el otro día que usted es capaz de montar un estudio de cine en mitad del desierto.

No te queda más remedio. Cuando han nacido en una industria con tantas limitaciones como la española uno tiene que agudizar el ingenio. Creo que es una de las cosas que define a un director: adaptarse a los medios que uno tiene. No queda otro remedio que convertir las limitaciones en ventajas.

Todo lo contrario que lo que ocurre en Hollywood...

El cine tiene en su propia esencia una dicotomía muy compleja: que es arte y es negocio. Y es muy difícil hacer convivir dos conceptos que son antagónicos. El cine norteamericano lleva cien años funcionando como negocio y el cine español tiene muchas veces que agudizar su ingenio para poder conseguir sus objetivos. Y aunque el cine americano es comercial, las cosas no son ni blancas ni negras. Spielberg lleva toda la vida haciendo cine comercial y nadie va a cuestionar su autoría.

¿Estará presente su sello personal en la nueva Jurassic World?

Todos los directores tienen una caligrafía. Me cuesta pensar que mi letra vaya a cambiar, ya escriba una la nota al vecino o una poesía. Las escribiré igual porque es cómo me sale. Y creo que un mismo guión sería dirigido totalmente distinto por John Cassavete que por Spielberg. Uno, inconscientemente, acaba poniendo el acento en determinadas cosas y que se acaban repitiendo una y otra vez en las películas. Y eso sucede en todo lo que he hecho. No va a ser diferente en Jurassic World 2.

¿No le entró el miedo al enfrentarse a un proyecto de casi 200 millones de euros?

No es lo mismo hacer una película para Hollywood, y en las condiciones en las que estoy yo, que hacer una película en España. Pero al final, en un rodaje las preocupaciones y los miedos son los mismos. Tengas 100 millones o tengas 10.

¿Qué opina de la salud del cine español? ¿Cuáles son sus fortalezas y debilidades?

A nivel creativo es muy llamativo que sigan apareciendo voces y autores muy interesantes. Y solo hay que mirar a los Goya, en los que aparece Carla Simón, una voz nueva que se incorpora al cine español. A nivel creativo, goza de muy buena salud y a nivel industrial sufre el desagravio de un apoyo prácticamente inexistente por parte del Estado. Y esa situación nos encontramos.

¿Será esta la eterna lucha de nuestro cine?

Soy positivo y creo que hay una forma antigua de hacer política que va a desaparecer. Y a un nivel cultural el país no tiene más remedio que modernizarse. El cine, además de una arte, es un gran negocio. Y eso se ve en Francia, Alemania, Inglaterra... donde entienden el cine como un gran activo industrial. Y eso no se ha acabado de entender en España, pero creo que es algo que va a cambiar.