Anoche, tras el cierre de Wall Street, los bancos volvieron a recibir un duro golpe por parte de una agencia de calificación, en este caso Moody’s, que rebajó la calificación de forma global a 28 de los 29 bancos, de tal forma que ya son 21 grupos bancarios los que están en situación de “bono basura” (antes en esta situación estaban 9) y tan sólo el Grupo Santander por su diversificación de negocios tiene una calificación por encima de la Deuda del Reino de España.

Ayer, la bolsa se anticipó a esta revisión, y cayó con fuerza, llevándose buena parte de las ganancias de la semana anterior. Esta decisión vuelve a poner en el punto de mira a las agencias de calificación ¿Qué criterio les hace publicar sus valoraciones? ¿Responden a algunos intereses particulares? ¿Pueden esperar a hacer sus valoraciones para intentar que se calmen los mercados?

Las tres principales agencias de calificación, Fitch, Standard & Poor’s y Moody’s se han convertido en uno de los azotes de las empresas e instituciones españolas. Estas empresas especializadas realizan análisis de todas las organizaciones que emiten Deuda, adaptándose a las nuevas situaciones y resumiéndolas en sus distintas escalas de notas. Con ello, se intenta agrupar en distintas categorías según el riesgo y que los acreedores de las empresas, presentes y futuros puedan tomar decisiones de compra o venta según esta información. Con ello, una situación negativa como es la que sufren los bancos, modificados con la petición de rescate bancario a la Unión Europea, no se puede obviar ni demorar, y es lógico esta bajada de calificación.

Desde luego, un control de esta información puede beneficiar a los que operan a corto plazo, casi siempre apostando a la bajada del valor, pero las revisiones de calificación no dejan de plasmar la realidad de un grave problema con los bancos. Una crítica más fundamentada es la contraria, si se ha mantenido de forma “artificial” en el tiempo calificaciones demasiado elevadas (muchas de estas entidades que ahora son bonos basura estuvieron rozando la mayor calificación de solvencia), y ahora se intenta rectificar de forma más rápida o incluso exagerada.

Efecto económico

Sea de una forma u otra, la realidad es muy cruda, con claras consecuencias para los propios bancos y trasladable, como casi siempre, a los clientes. El banco con menor calificación tiene un grave problema de financiación, por un lado vía precio, menor calificación más intereses, pero muchas de estas 21 entidades no van a poder ni considerar esta opción, ya que sus problemas de solvencia son tan grandes que se encuentran con los mercados cerrados.

La reacción en primer lugar debe ser acelerar la recapitalización gracias a la ayuda financiera de la Unión Europea, pero también continuarán con el ritmo actual de negocio, basado en captar dinero de los clientes, mediante cuentas nómina y remuneradas o depósitos, además de la oferta creciente de pagarés y otros productos similares, y prestar muy poco para consumo e inversión familiar y empresarial. Con ello, internamente consolidan su estructura financiera pero perjudicando al ciudadano y pequeña y mediana empresa que ve cerrado el flujo de crédito.

Por ello, la importancia de que la recapitalización sea en su justa medida, menos cantidad es mejor para la estructura de Deuda de la empresa pero si se quedan “cortos” el efecto de estrangular la economía es mucho más grave. También las calificaciones son un reflejo de las incertidumbres, y se necesita la máxima transparencia para que en el medio plazo, las siguientes revisiones de calificación sean al alza, por el bien de los bancos y especialmente del de toda nuestra economía.

Antonio Gallardo, iAhorro.com, comparador de productos financieros