Mientras que bastantes productos e incluso servicios siguen descendiendo los precios, tal y como se comprueba en una inflación de nuevo negativa, la electricidad sigue siendo un quebradero de cabeza para muchas familias, más con el nuevo sistema de tarificación del tramo variable (lo que consumimos) que acaba de generalizarse a todos los consumidores que tengan contratada la tarifa PVPC (Precio Voluntario para el Pequeño Consumidor).

Este nuevo cambio obliga al consumidor, si quiere obtener muy pequeños ahorros, a cambiar hábitos en el uso de electrodomésticos a la vez que se está supeditado a los bruscos cambios de precios que puede sufrir la electricidad con factores como mayor demanda y especialmente los derivados del precio de origen de la electricidad, como menos viento o ausencia de lluvias que desploman la energía renovable, la más económica. Cuando hay menos demanda se usa esa energía, pero cuando se cubren entran otras más caras y lo notamos en el precio por kilovatio.

Ante esta inestabilidad y riesgo de precios, el consumidor puede actuar, y una de las mejores formas es hacerlo a través de las compras colectivas como la que está desarrollando en estos momentos iAhorro, y con las que el consumidor gana en dos aspectos, estabilidad y especialmente en Ahorro.

¿Cómo funcionan las compras colectivas?

Su desarrollo es más sencillo y especialmente eficaz de lo que muchos piensan y se resume en que el poder de compra de miles de consumidores unidos hace mucho más que lo que podamos hacer individualmente.

El punto de arranque es encontrar quien aglutine a estos consumidores. Su primera labor es importante, antes de anunciar la compra colectiva tiene que asegurarse que hay empresas dispuestas e interesadas en ofertar el precio del producto que quiera comprarse (electricidad, combustible…) a mejor precio. Si lo acepta sólo queda ponerse manos a la obra e informar a los consumidores interesados en formar parte de la compra colectiva.

Estos se inscribe, no hace falta proporcionar muchos datos en esta primera fase de inscripción. No existe obligación ninguna por parte del consumidor, que sopesará más tarde si le interesa o no las condiciones de la oferta.

Cuando finaliza el periodo de inscripción la empresa que gestiona la acción inicia la subasta. Esta es de forma inversa, como ocurre por ejemplo en las lonjas de pescado. Se abre con un precio máximo y este lo van bajando las empresas interesadas en hacerse con este conjunto de clientes hasta llegar a un precio final. Este si es el momento más importante de la compra colectiva ya que el consumidor tiene que aceptar o no las condiciones conseguidas. Pasamos de una posibilidad a un hecho.

Si finalmente aceptamos, habrá que finalizar el proceso contratando con las condiciones pactadas con la compañía ganadora. Esta suele ser muy sencilla incluso en el caso más común que conlleve cambiar de compañía. Es la nueva empresa la que tramita los cambios, teniendo que simplemente firmar un nuevo contrato en el que se reflejen estas nuevas condiciones de ahorro.