A las 11.43 del sábado 3 de julio, Fiona Ferrer Leoni dejó en el buzón de voz de mi teléfono móvil un mensaje en el que entre sollozos me pedía que llamara a la policía y que me desplazara a su casa porque "acababan de matar" a su padre. ¿Por qué me llamó antes que a nadie? Fiona Ferrer accede a dar una respuesta. Lo que vino después los lectores ya lo conocen (la muerte de Dieter Frerichs, compañero sentimental de su madre, la ex modelo Mietta Leoni, quien según la policía se disparó en la cabeza cuando iba a ser detenido por estafa).

¿Cómo se siente?

He vivido un shock que no podré olvidar nunca. Sólo sé que Dieter ha muerto de una manera trágica y ahora nos toca superarlo y seguir adelante.

¿Qué sentía por Dieter Frerichs, la pareja de su madre, Mietta Leoni?

No estaban casados pero llevaban treinta años juntos. Le conozco desde que tenía seis años y además tenía una excelente relación con mi padre verdadero, Juan Ferrer Grifols, que es catalán y ha estado con nosotros acompañándonos, toda la familia junta. A Dieter yo le adoraba como hija porque era estupendo, generoso y tenía una dignidad impresionante. El tiempo que hemos estado con él nos ha hecho muy felices. Considero que he tenido la suerte de tener a dos padres a los que he querido por igual. Se me ha ido un padre. De niña les decía a mis amigas que no era mi padre, que era mi mejor amigo cosmopolita porque así se definía él, por haber vivido casi toda su vida fuera de Alemania y en muchos otros países.

¿Era un hombre de negocios tradicional?

Era muy trabajador. Pero nunca fue un hombre de negocios tan importante ni con tantas responsabilidades como ahora se quiere hacer ver. Él era el delegado en España de un fondo financiero que desgraciadamente, y como ha ocurrido con muchos otros, por la crisis ha tenido problemas. Pero él no era el dueño de este fondo, es un alemán, Kiener, que está encarcelado.

¿Cómo se tomó el haber llegado a esta situación de quiebra, acusaciones de estafa, orden de captura, cárcel?

Muy mal porque fue totalmente inesperado. Se le pedía que fuera a declarar a Alemania y él tenía miedo porque se sentía español, y coincidió que estaba en un momento de su vida delicado. La detención de abril fue un drama, pero salió y pudimos empezar a defendernos. Ha colaborado con la justicia desde el principio. Era importante para él y hay certificados médicos que así lo demuestran. Hay algo muy importante, y es que nadie de nuestra familia sabe hablar alemán y esto nos ha limitado enormemente.

¿Por qué acabó quitándose la vida?

No ha sido así. Por ahora hay que decir supuestamente. Yo sé lo que vi. Ni mucho menos es algo que él tuviera premeditado porque entonces no habría ocurrido así. Dieter tenía un problema psicológico grave y lo que más le preocupaba es que nosotros sufriéramos.

¿Usted qué vio? ¿Por qué me llamó pocos minutos después de los disparos?

Estábamos en casa y ellos me dijeron que se iban a tomar el sol a las rocas. Cuando llegué de comprar el periódico, me instalé en el segundo balcón desde donde se divisa absolutamente todo. Vi a Dieter leyendo el periódico, de espaldas, sentado en su sillita y mi madre más abajo tomando el sol. Inmediatamente oí gritos e insultos pero nunca pensé que fueran contra ellos hasta que escuché: «Dieter, alemán, esta vez no te vas a escapar, estafador». Nunca se me olvidará. Me asomé y vi a un chico entrando por las rocas y dos que ya estaban en una especie de barranco al lado de donde se encontraba Dieter hacía solo un minuto, pero ya sólo estaba su silla. Mi madre estaba en estado de shock con la cara tapada. Pensé que eran unos atracadores.

¿Vio la pistola?

Uno de los chicos, el más cercano a Dieter, le estaba apuntando, no vi ninguna pistola, vi el gesto y en ese momento sonaron dos dispares. Mi preocupación era mi madre, pensaba que era un atraco. Entonces empecé a gritar histérica llamando a la policía. Uno de esos chicos me dijo, «Fiona, cállate». Cuando oí mi nombre corrí a buscar mi cámara y empecé a grabar. Lo que le estuviera pasando a mi madre era muy importante tenerlo grabado y que ellos vieran que yo tenía una cámara para que no me hicieran daño. No sabía el número de la policía y entonces te llamé, el primero, después a la policía y después a una ambulancia porque ahí nadie llamaba a nadie. Lo tengo todo grabado y a muy buen recaudo. Cerré la puerta a mi madre para esconderme en la casa. No puedo entender los modos de esa gente. ¿Por qué no me dijeron que eran la policía y me mandaron callar con malos modos? ¿Por qué era un prófugo si había ido a firmar el 1 de julio? ¿Por qué la Audiencia Nacional no se ha leído los informes que aseveran que se trataba de alguien que se encontraba enfermo?

Son preguntas que tendrán respuesta tarde o temprano.

No entiendo la falta de humanidad ni el trato que hemos tenido. Hay cosas extrañas. Había piragüistas cerca de Dieter que lo vieron todo. Me gustaría que se pusieran en contacto con nosotros. Nadie en casa teníamos constancia de que había una pistola. No entiendo que la pistola no apareciera en tres días, pero que enseguida aparecieran sus gafas de leer de plástico. Menos mal que la prensa vino desde el primer momento y observó todo lo que estaba pasando.

¿Habrá funeral?

Le pido a la gente que rece y que cuando miren al mar piensen en Dieter. Lo que más nos importa ahora es mi madre. Estábamos en la terraza justo después de retirar las pertenencias de Dieter y la cinta de la policía. En diez minutos había unos niños saltando las rocas, bañándose y jugando, como si allí no hubiera pasado nada. La vida continúa, pero nosotros no olvidamos. Pido que nos respeten. No quiero más entrevistas, ésta es excepcional.