Con el desarrollo de software, el diseño de estructuras ha pasado del trazo a lápiz al formato digital. En este escenario, la aparición de la impresión 3D permite construir en 48 horas y de forma sistémica, desde una pieza nano hasta casas de hormigón armado, agregando material en capas y aplicando también materiales como

plásticos, polímeros, resinas, arenisca o metales.

Esta técnica, que está siendo utilizada con éxito en sectores como el aeroespacial, automotriz o de salud, gana espacio en la construcción, donde permite crear prototipos, moldes y objetos sólidos con posibilidad de corrección en el último minuto.

Dependiendo de la técnica que se utiliza, existen cuatro tipos de impresoras 3D: de inyección que introducen fotopolímero en capas; FDM (deposición de material fundido) basadas en la deposición de polímeros que se almacenan en rollos, se calientan y toman forma plana para ir depositándose capa a capa; SLA (estereolitografía), centradas en la solidificación de resina líquida muy sensible a la luz mediante radiación ultravioleta; y SLS (sintetización selectiva por láser), que hacen uso de los materiales con los que se va a crear la maqueta, pero en polvo (puede ser cristal, nylon, poliestireno) de cualquier producto que sea sensible al contacto del láser, con el fin de fundido, darle la forma programada y solidificarlo.

Ventajas del 3D

Entre las ventajas de esta metodología de edificación figura el ahorro de hasta un 60% en materiales, del 70% en tiempo de creación de construcciones y del 80% en costes de mano de obra. Además, permite la personalización de proyectos, así como la rápida configuración de prototipos, mientras que con una sola máquina se pueden hacer varios productos especializados.

En materia de tecnología, la impresión 3D incrementa la flexibilidad en proyectos sin comprometer la estabilidad estructural, permite utilizar nuevos materiales para la construcción, así como integrar componentes a estructuras ya terminadas, como fontanería y cableado en paredes impresas, todo ello con la posibilidad de hacer cambios de diseño en el último minuto. En esta línea, también reduce los costos operacionales con la reducción de operación en la zona de obra al automatizar los procesos.

Tras varios años de investigación, la empresa china Winsun se convirtió en 2008 en la primera compañía capaz de levantar un edificio utilizando una gran impresora 3D. Desde entonces sus proyectos se han multiplicado hasta imprimir en un mes un bloque de viviendas de cinco plantas utilizando material reciclado de construcción.

Su secreto es utilizar una gigantesca impresora instalada en un enorme pabellón, que también fue imprimido y que está situado en el Parque Tecnológico de Suzhou, a unos 90 kilómetros de Shanghái. Este artefacto deposita el material por capas para crear las partes de la vivienda y después las piezas se transportan, se unen y finalmente se instalan para formar las construcciones, con un coste total de producción por casa que según la compañía rondaría los cuatro mil euros.

Nuevas tecnologías

Por su parte, investigadores de la Universidad del Sur de California también han puesto en práctica técnicas de impresión 3D para construir edificios enteros en menos de un día. La tecnología se desarrolló gracias al proyecto Contour Crafting que combina la producción 3D con elementos de robótica. La novedad también está en que estas máquinas se pueden acoplar a las paredes para construir en vertical los edificios, por lo que las piezas se fabrican en la misma zona que la obra.

Como ejemplo, la empresa estadounidense Apis Cor ha sido capaz de construir en 24 horas las paredes auto portantes, los tabiques y el envolvente del edificio de una vivienda de 64 metros cuadrados, utilizando materiales de primera calidad y con un coste aproximado de unos 235 euros el metro cuadrado, montante que puede reducirse considerablemente si el edificio utiliza sólo líneas rectas.