Con la mente puesta en un torero de Málaga que permanece sedado en un hospital de Salamanca como es Saúl Jiménez Fortes, otros tres paisanos se veían en el trance de torear en La Malagueta. Poco se había hablado en las horas previas de este festejo, ya que toda la atención se centraba en el alcance de la cornada de Vitigudino.

Pero la Fiesta se caracteriza por ser el único espectáculo en el que todo es verdad, y las cogidas entran dentro del guión previsto; aunque nos cueste asimilarlo cuando éstas se producen con esta crudeza. Una pancarta con un #FuerzaFortes fue colgado de la andanada del tendido 1 en señal de apoyo de la afición malagueño a uno de sus toreros.

No les quedaba más que hacer de tripas corazón a los actuantes de ayer para pasar el trance de lidiar una seria corrida enviada por un ganadero también malagueño como es José Luis Martín Lorca. Era el día para el que llevan preparándose durante meses, y la mente debía estar despejada a las 7 de la tarde cuando Salvador Vega, David Galán y Fernando Rey iniciaban el paseíllo.

Había que caldear el ambiente rápido, y enseguida nos percatamos de que el de Manilva venía a por todas. De inicio a fin de su actuación rozó la perfección, y sólo el mal juego de los astados le privó de salir a hombros por la Puerta Grande. El que tuvo, retuvo, y la actitud de Vega ayer es la que debe abrirle el camino a enderezar su carrera en las grandes plazas. El toreo no puede permitirse que un diestro de su categoría se limite a actuar en el circuito de las plazas de tercera.

Recordando las tardes de gloria del maestro Ordóñez en La Malagueta, recibió de capote a su primero con una rodilla en tierra para terminar con una salerosa media con las dos posadas en el albero. Fue un preámbulo a una tarde completísima que tenía continuidad en quites. La tragedia sobrevoló cuando en un arreón del astado Fernando Rey fue empotrado contra las tablas, milagrosamente sin consecuencias. Luego, el matador se fue a los medios para brindar a sus paisanos, se colocó en los pies y se pasó los astifinos pitones por la espalda. Venía con más ganas que nunca, pero con la misma torería de siempre. Lástima que el burel se paró enseguida, lo que no impidió que sacara tandas ligadas en redondo y finalizar con manoletinas en una recta final del trasteo en el que sólo faltó toro.

Tras una leve petición y una vuelta al ruedo, aún tenía Vega más que mostrar. Lo hizo en el cuarto, con un bello recibimiento a la verónica y rematando con asta tres medias. Quiso emplear las ondas radiofónicas para mandar su brindis al compañero herido (también lo hizo Galán en el quinto), y se fue a los medios para tragarle a un toro mirón que, al menos tenía en un principio la virtud de desplazarse. Muy firme, fue provocándole las embestidas, cada vez más asentado, hasta cuajarlo con tandas profundas y rotundas por el pitón izquierdo. Cuando el de Martín Lorca dijo «basta», lo fue exprimiendo con inteligencia a favor de tablas antes de redondear con garbosos lances con una rodilla en tierra. La estocada tuvo su efecto y paseó una más que merecida oreja. Quizás por actitud y aptitud habría sido justo más premio, pero le faltó colaboradores. Salvador Vega, un nombre a tener en cuenta para la sustitución de Jiménez Fortes.

David Galán es un torero de raza. En el décimo aniversario de su alternativa se mostró animoso y bullidor, aunque no pudo redondear ninguna de sus actuaciones. Su primero era un animal que esperó mucho en los primeros tercios y que banderilleado con soltura por Javier Ambel y Rafael Limón. Sin clase ninguna, no quería coger el engaño que le presentaba el fuengiroleño, y cuando lo hacía era protestando. Insistió pese a que se le colaba y ponía en apuros, aunque el manso no tenía nada dentro. En la recta final realizó un sobreesfuerzo aprovechado la querencia del burel, agradeciendo el respetable su disposición y entrega. Tas una estocada baja y un descabello dio una vuelta al ruedo sin mucha fuerza.

Su segundo, por su parte, dio esperanzas de salida, ya que se desplazaba a los capotes con transmisión. Nuevamente bien la cuadrilla (saludó Álvaro Núñez), la primera tanda tuvo emoción. Lamentablemente, por unas cosas u otras, luego no hubo la continuidad deseada de toro y torero y el conjunto no tuvo el contenido deseado. Otra vez se tiró con contundencia a matar, aunque la espada volvió a ser caída y saludó una ovación.

Tras su alternativa en Santander, Fernando Rey se presentaba como matador en la plaza donde dio sus primeros pasos como alumno de la Escuela Taurina de la Diputación. Un torero de la clase del torremolinense necesita un toro que se desplace, y ese no era el caso del tercero de Martín Lorca, que embestía a arreones y por si fuera poco también perdía las manos porque no tenía fuerza ninguna. Pero en estos inicios de su carrera no se pueden buscar excusas, y muy bien colocado siempre se lo llevó a los medios intentando sacar el lucimiento. Le tuvo que tragar mucho, no quedado más opción que el arrimón. Así, los circulares invertidos fueron jaleados desde el tendido, aunque todo quedó en silencio sepulcral cuando estaba poco certero con la tizona.

En el último cartucho que le quedaba, para desesperación suya y de los aficionados, se confirmó la debacle ganadera. Tras los doblones de inicio terminó rodado, y Rey se encontró con que no había toro a quien plantearle pelea. La frialdad se apoderó del ambiente, constatándose que para colmo de males le había correspondido el peor lote, y así concluía un espectáculo que dejó mal sabor de boca. Las palmas de aliento que se les tributaron al abandonar el coso ponen de manifiesto que Málaga quiere seguir disfrutando de sus toreros.