­¿Cómo están viviendo la Feria de Málaga 2015 los empresarios hosteleros? ¿Se consume más, igual o menos que en otros años? La Opinión salió ayer a la calle para preguntar a los que más trabajan durante los días de fiesta en la ciudad. Tras ser 2014 el año que mayor repercusión económica dejó la Feria en la hostelería, la incógnita sobre si en esta edición se respladarán las cifras que constaten la salida de la crisis económica está abierta.

En hora punta, y con muchos de los restaurantes y bares del centro de Málaga a rebosar de comensales, cientos de personas aún pululaban por las mismas en busca de un lugar en el que matar el gusanillo del hambre o en el que saciar su sed en un lugar lejos del abrasante sol del mediodía. «El vino, el jamón y el queso siempre triunfan», nos cuenta Lucía, una anfitriona malagueña que acompañaba a unas amigas pucelanas. «Hay muchos turistas que han venido exclusivamente por la Feria, y están deseosos de degustar los productos típicos de la provincia», comenta uno de los hosteleros de calle Granada.

Con el incremento de la demanda, pocos son los establecimientos que se resiten a incrementar sus precios durante esta semana, algo que en la Reserva del Olivo, por ejemplo, no se ha contemplado, según nos cuenta Alberto. Especialmente, en comercios de comida para llevar «sí que han ascendido notablemente los precios», apunta Marcos, propietario de una pizzería que tampoco los ha modificado.

«Los que están haciendo el agosto son los supermercados, realmente. Los jóvenes compran ahí las botellas y la comida para luego llevárselas a la calle», añade Marcos. Y es que el botellón es precisamente el tema que más polémica está causando este año en la Feria. «Los restaurantes no lo notan tanto, pero los bares de copas sí que nos vemos perjudicados ante esta situación», comenta Daniela, copropietaria de un pub ubicado en Plaza de la Merced. «Observamos que los supermercados venden alcohol a personas mayores de edad que en cuanto salen por la puerta reparten las bebidas a los menores, pero ahí la policía no actúa», insiste.

Hablando de bebidas... «Hay una gran demanda de gin tonics. Hay una fiebre por esta bebida», confiesa otro de los hosteleros de la ciudad, quien, claro, habla del Cartojal, el protagonista de esta semana: «A los franceses e italianos les encanta este vino, no me atrevo a dar cifras de cuantos litros se están vendiendo este año, pero seguro que se asemejan o superan los del anterior».

Pero también se come. María cuenta que las tapas de ibéricos y el queso son lo que más se pide en su restaurante, mientras que en las heladerías y en las cafeterías también se están beneficiando de la repercusión que tiene la Feria en los comercios del centro. «Aunque vendemos helados durante todo el verano, esta semana, por fortuna, tenemos que doblar el personal porque no damos a basto», cuenta la dependienta de una de las heladerías de calle Larios.

La suciedad, un problema

Una de las principales desventajas de la Feria del centro es la suciedad que se genera en las calles. «El olor a orina es vergonzoso. El otro día vimos a una persona orinando en la puerta de nuestro bar, y cuando salimos a recriminarle se encaró con nosotros. Éste no es el turismo que le conviene a Málaga. No creo que esto sea compatible con el turismo cultural y de alta gama hacia donde quieremos ir», expresa Juan, dueño de un céntrico bar.

A pesar de ello, los operarios de Limasa siguen trabajando a destajo para que la suciedad no sea un problema. «Me gustaría pedir al Ayuntamiento que se colocasen más puntos de deposito de basura, porque para nosotros también es incómodo el hecho de tener que colocar a los comensales dentro porque en las terrazas hay un continuo reguero de basura y de líquidos», nos dice otro hostelero. Días de feria, días de intenso trabajo para un sector que vive del ocio y de la diversión.