Existen personas que necesitan vagar de un lugar a otro en su rechazo hacia lo sedentario, que se han criado en comunidad con una tradición con muchos siglos de historia. Aquellos carromatos de antes se han transformado hoy en vehículos, pero la esencia es la misma. Hablamos de los feriantes.

En el Cortijo de Torres, encontramos a multitud de trabajadores de este gremio. Personas que, como Jessica Carmona, aseguran que, a pesar de que el Real recibe una gran afluencia, no aporta tantos beneficios en comparación con otros lugares. «En Málaga, al ser una ciudad, se paga muchísimo y no es lo mismo que en un pueblo, donde no tienes que pagar tanto y se gana más. Hay mucho gasto: género, sitio, seguridad social..., ¿qué te llevas? El sueldo base. En cualquier pueblo como Peñaflor pagas 500 euros y te vas a llevar los 2.000 euros que te puedes llevar aquí».

La atracciones de feria, que se presentan bastante variadas y para todas las edades, suelen facturar más que los puestos de turrones, o que aquellos en los que se debe demostrar la puntería a cambio de un premio. Sin embargo, existen algunas más demandas que otras: «Aquí viene mucha gente, sobre todo familias. Las atracciones que más se llenan son el Ala Delta, el Ratón vacilón y los coches de choque. La que más suele impactar a la gente es el Tirachinas, que impone mucho y además es cara», defiende Juan Márquez, responsable del Ratón Vacilón.

La vida de este colectivo se presenta como nómada en solo un tramo del año: «Salimos en abril y hasta octubre no pisamos la casa. Es muy duro, todo el día de un lado para otro. Aquí no hay horas, abrimos a las 6 de la tarde y cerramos a las 6 de la mañana», asevera Luque, para quien el esfuerzo merece la pena, si aporta beneficios para lo que resta: «Somos como las hormiguitas, todo lo guardamos para el invierno».

@Ivanhr1