­Falta poco más de una semana. Un tiempo lo suficientemente corto como para consumirse rápidamente entre avisos de calor y preparativos de última hora, pero que esta vez, según los empresarios, no estará acompañado de especulaciones y de cálculos cautelosos acerca de la respuesta de la ciudad y, muy en especial, de los turistas. Alentada por el excelente verano del que disfruta el sector, la Feria de Málaga nace ya antes de la inauguración con una perspectiva aplastante de éxito. Sobre todo, en lo que normalmente se utiliza para definir sus resultados, que es la caja de los bares y la afluencia de viajeros procedentes de otras provincias.

De acuerdo con Francisco Moro, representante en la capital de la Asociación de Empresarios Hoteleros de la Costa del Sol (Aehcos), las reservas están funcionando a un ritmo, incluso, ligeramente por delante de la pasada edición, que concluyó ya de por sí con buenas cifras. El primer fin de semana de las fiestas, aunque todavía con plazas, ya ha sido prácticamente vendido. La previsión, en consonancia, alude a una ocupación que oscilará entre el 95 y el 97 por ciento. Unos números que lamentablemente no podrán mantenerse durante todos los días. A partir martes, la actividad de los alojamientos volverá a decaer, si bien nunca dejará de puntuar por debajo del 85 por cien, lo que da buena cuenta de las altas expectativas con las que nace esta feria.

Una vez garantizadas las ventas durante la primera parte del programa, la incertidumbre se desplaza hacia las últimas fechas, a las que aún les falta impulso, aunque no tanto para hacer dudar a los hoteleros. Moro confía en que los teléfonos aumenten su agitación conforme avance la semana y fijan el pronóstico parcial igualmente cerca del lleno que se presagia en el arranque. Especialmente, por el empuje añadido de las playas y de los festejos taurinos, que tradicionalmente prolongan la felicidad turística durante las horas finales de la Feria. «Estaremos igual que los primeros días, por encima del 95 por ciento», resalta.

El cómputo final de la predicción, todavía pendiente de completarse con la suma de las reservas más rezagadas, se intuye, no obstante, en la misma tónica que en 2015, cuando se contabilizó un 91,5 por ciento de ocupación y se rebasaron las 89.000 pernoctaciones. Gracias, en gran medida, a la fortaleza de la clientela española, que en estos días se suma masivamente a la presencia constante de los turistas internacionales.

Los números que manejan los empresarios son todavía más positivos en el caso de la hostelería, que lleva percibiendo una mayor tendencia al consumo desde el inicio del verano. La Feria volverá a ser, en este sentido, una nueva catapulta para los negocios. En especial, en el Centro, donde se calcula que se acabará con un balance superior al del pasado ejercicio. Según José Simón Martínez, portavoz de Mahos-Amares, las buenas noticias tampoco escasean en las vísperas de esta edición de 2016; al aluvión previsto de turistas se suma una mayor alegría en el gasto por parte de los malagueños, que parece que empiezan a dejar atrás -aunque sin grades alardes- la desconfianza de años anteriores. «Estamos convencidos de que las fiestas van a continuar con las buenas sensaciones que llevamos viendo los últimos meses», resalta.

La Feria de Málaga concluyó el pasado año con un 10 por ciento más de beneficios y un impacto económico global cifrado por el Ayuntamiento en más de 49 millones de euros. Los festejos se notaron también un incremento de las visitas monumentales.