La primera jornada completa de la Feria de Día comenzó nublada. Pero el cielo grisáceo no detuvo a malagueños y visitantes, que disfrutaron ayer de un día espléndido en el Cortijo de Torres. Desde la una del mediodía la gente se adentraba en el recinto ferial en busca de una bebida bien fresquita y de diversión entre familias y amigos persiguiendo ese ambiente equino, familiar y tranquilo que no ofrece la Feria del Centro.

El colorido y la luz lo aportaron las vestimentas más típicas: trajes de gitana con un sinfín de volantes de todos los colores y estampados, dibujaban las curvas de las mujeres que se atrevían a lucir el tradicional vestido de feria. Sin embargo, las principales protagonistas del día fueron las amazonas. Elegantes y muy erguidas, comenzaron su tradicional paseo por el Real con los caballos, que, cómo no, lucían impecables para la ocasión. Todas ellas vestían con el traje típico de caballista: sombrero cordobés, falda hasta los tobillos, botas ecuestres, una bonita chaqueta acompañada de un chaleco y una camisa de volantes de lo más exquisita. La gente, encantada con el espectáculo, se paraban a hacer fotos y admirar a los caballos. Junto a las amazonas, se unía el grupo de caballistas, quienes a lo largo de la semana harán disfrutar a los amantes del mundo ecuestre en los distintos espectáculos de exhibición y de doma programados en el Real. Como Merche Ruiz y Paco Peláez, un matrimonio que disfruta más en la Feria de Día en el Centro pero muy aficionados a los caballos: «Los espectáculos como los de las amazonas son preciosos... Venimos todos los años a verlo», comenta Merche.

Conforme se acerca la hora de comer, las familias dirigen las miradas de una caseta a otra. Y es que la variedad de platos y degustación en las peñas y negocios es infinita. Callos, migas y mucho pescaíto frito. Y los precios, inmejorables. Muchos negocios ofrecen bebidas gratuitas y otros regalan platos de gastronomía tradicional para atraer a cualquier despistado. Así que los protagonistas ahora eran familias enteras, amigos entre corrillos bailando, cantando y bebiendo emocionados disfrutando de la música actual sin descuidar grandes clásicos de Feria.

Y la paella dio paso a los vasos de mojito y a la copa de después. «Esto es un lujo. Comes tranquilamente en cualquier caseta y directamente te vas a otra a tomarte una copa y disfrutar de la música», nos dijo José Moyano. Ésa es la fórmula que hace que el Cortijo de Torres a pleno sol vaya consolidándose: la misma diversión que el Centro Histórico pero en un ambiente más tradicional y relajado.

@mariavvalverde