La feria, una semana de inagotable diversión que se ha convertido en una pesadilla para todos los vecinos que viven en el centro. Algunos se han visto obligados a abandonar sus residencias para huir, ya no solo del ruido, sino de todos los demás peligros que encierra este festejo. Los residentes de la almendra están cansados de tener que pelear, una y otra vez, por sus derechos. Una situación en la que coinciden todos: insoportable, "he tenido que cambiar de residencia para poder vivir. Es muy duro tener que coger las maletas e irte de tu propia casa cada año en estas fechas. Además, que nosotros nunca podemos disfrutar de la feria. Es una situación inaguantable", explica Oscar Agudo, secretario de la asociación de vecinos Centro Antiguo.

Otra de las muchas personas que han tenido que escapar de su hogar es Leonor Ruiz, " he tenido que abandonar el barco porque a mi casa ahora tendría que entrar con zancos", reprocha la malagueña. Además, su situación se agrava con la suma de su madre, una mujer de noventa años con un 95% de dependencia en silla de ruedas, "mi madre que vive conmigo, con 90 años, para sacarla de casa es un verdadero poema y me la he tenido que llevar porque entonces se habría quedado cautiva en su propia casa", cuenta Ruiz con verdadera preocupación y continúa, "mi madre ya no está para hacer viajes, ella debería de estar en su casa pudiendo descansar y salir tranquilamente", concluye Leonor Ruiz.

La situación es dramática, una situación que han estado comunicando durante muchos años. Los vecinos aseguran que han agotado las vías democráticas con el Ayuntamiento y están acudiendo al Defensor del Pueblo para que les brinde una solución. Los residentes tienen claro que han decidido no escucharlos por todos los beneficios que esta feria acarrea, "eliminan los derechos de los vecinos por los derechos del dinero, esto no puede ser", afirma Joaquín Jiménez, otro residente afectado. Jiménez lleva viviendo en la almendra desde los años ochenta, treinta y seis años, y ahora, cada año, se ve forzado a dejar su hogar debido a la feria, "me han obligado a irme porque no se puede vivir". Este vecino cuenta el incidente que tuvo a principios de semana y por el que decidió retirarse del centro: " Salí de casa a las nueve de la noche y desde mi garaje a Calle Álamos hay cuarenta metros como mucho, tardé veinte minutos en pasar. Pero esto no fue lo único, zarandearon el coche, dándole puñetazos, me insultaron... A la vuelta tuve que ser escoltado por la policía porque no podía acceder a mi garaje, incluyendo todos los desperdicios, botellas y basura que obstaculizaban el camino. Una situación degradante".

La cara oculta de la feria nunca ha estado tan visible para los habitantes del centro. ¿Existe un plan de emergencia?, es la pregunta que todos se realizan una y otra vez, "el centro es una ratonera. No hay efectivos para cubrir dos ferias y unos toros", declara Agudo, Leonor Ruiz añade: "Encima nos dejan la responsabilidad a los vecinos que tenemos que avisar a la policía si se incumple la normativa, pero yo me pregunto ¿a qué policía? si no hay efectivos". Por su parte, Joaquín Jiménez relata cómo frente a su casa una ambulancia tardaba más de siete minutos en recorrer veinte metros para asistir a una joven en coma etílico, "no había policía para poder ayudar ¿dónde está el plan de emergencia que debería estar previsto?". Jiménez anima a que los servicios de emergencia y seguridad miren más allá de la Plaza de la Constitución para que vean con sus propios ojos la realidad de la fiesta, "los servicios solo conocen de la Plaza de la Marina a la Constitución, no tienen pantalones de meterse en el cogollo de la feria más barriobajera que está en todas las plazas secundarias".

Una llamada desesperada que cada año se repite. Los vecinos piden conciliar derechos pero siempre teniendo presente cuales son los prioritarios. Muchos han notado como la barriada del centro se está despoblando progresivamente debido a la falta de una solución, "se está despoblando poco a poco y parece que es eso lo que quieren. No saben que sin los vecinos el centro se morirá. Todos los barrios necesitan a sus mayores, los niños, los residentes que le dan vida", sostiene Leonor Ruiz.