Málaga es una ciudad cosmopolita. El Ayuntamiento afirma que por sus calles circulan personas con más de 150 nacionalidades diferentes. La comunicación mediante nexos aéreos, marítimos y por carretera junto a su historia milenaria es un pretexto idóneo para atraer la atención e invitar a que todo el mundo visite la tierra de Picasso. Parecería que el carácter abierto y acogedor lo lleva Málaga en su sangre. Pero un hecho ha llamado la atención en la Feria de Málaga: el actor Will Shephard ha denunciado que una caseta del Cortijo de Torres no le dejó entrar a él y a sus amigos, todos negros, precisamente por su raza.

No es difícil encontrar en el Real a familias y grupos de amigos de diferentes nacionalidades disfrutando de la noche malagueña. La pregunta es clara: «¿Ha sido víctima de racismo en la Feria de Málaga?». En su inmensa mayoría, los entrevistados declararon que nunca han tenido problemas de este tipo. Lucía Guardado viene de Honduras, cuenta que ha notado cómo en alguna ocasión se le han quedado mirando al pasar. Todo lo contrario es lo que comenta Mohamed Hassan. Él vino de Egipto y se ha mostrado contrariado por lo ocurrido con el actor: «Me ha extrañado mucho, llevo aquí 11 años y nunca me ha pasado nada de eso». Nawal, de 28 años, viene de Marruecos: «Por ahora todo bien». Ya ha estado más veces en nuestra semana grande y nunca ha tenido problemas por su país de origen.

La Opinión habló con el responsable de la caseta Maná, José Sánchez, para conocer su versión de los hechos con Will Shephard de primera mano: «Se paró la cola por donde él iba porque el aforo estaba completo. A medida que van saliendo entran otros. En las casetas de Málaga hay que respetar el aforo». Por el visto, tras esperar un rato, Shephard acusó a la caseta de racismo y afirmó que el local tampoco permitió la entrada a varios latinos y tres chicos marroquíes. Tras algún momento de tensión entró para hablar con el dueño y finalmente se marchó. La noche terminó no sólo con su denuncia por discriminación racial: otras 11 personas rellenaron la hoja de reclamaciones.

Fuentes que estuvieron la noche de los hechos, de origen cubano, afirman y apoyan la versión de la caseta: «[Shephard] No llevaba razón. Es el problema de la fama, no supo contenerse. Fue humilde porque en ningún momento dijo quién era, pero si sales como ciudadano de a pie tienes que salir con mente de ciudadano de a pie». Para argumentar que Maná no es una caseta racista aseguran: «allí trabajan rusos, marroquíes, españoles y latinos».