­La Feria de Málaga hay que bailarla, bebérsela, reírla... y comérsela. El cada vez más poblado parque de bares y restaurantes del Centro Histórico provee a los feriantes que se acercan a la arteria de la ciudad al mediodía y primera hora de la tarde de una abundante y variada oferta gastronómica que pretende satisfacer todo tipo de gustos y apetitos.

Por todas las calles, disponibles para todo aquel que pase por las puertas de bares y restaurantes, se pueden ver las cartas con una variada selección. Farolillos de colores, anuncios de la Feria e incluso una paellera gigante ambientan las instalaciones para llamar la atención de todos aquellos que se mueven por la ciudad malagueña. Hay que destacar entre la cada vez más nutrida -nunca mejor dicho- competencia del sector de la restauración.

Algunos locales optan por crear cartas especiales para la semana grande de la capital con productos singulares, otros mantienen la de todo el año: toda estrategia vale. Pero, eso sí, las preferencias de los comensales durante la Feria son muy claras: se quiere lo más típico.

Noelia Moreno ha venido al Centro acompañada de familia y amigos. Este grupo ya repitió el año pasado, aunque en una versión un tanto más reducido: «Éramos ocho y ahora 14, somos más cada año que pasa». No solo había malagueños en la mesa, Nerea viene de País Vasco. El año anterior se lo pasó tan bien que este año no ha dudado en repetir. Mejillones, calamares, boquerones en adobo y puntillitas es lo que pidió este grupo de comensales para satisfacer los estómagos de Feria entre risas y canciones. Esperaban gastar unos 20 euros por persona. Y es que, asegura Noelia, «los precios son buenos estando en Feria».

En otro de los restaurantes, Mari Ángeles Ruiz se encontraba con sus amigos; ocho personas en total. Este grupo acude cada año a la Feria y aprovecha para comer juntos. Ayer, pidieron huevos rotos con gambas, croquetas de puchero, ensaladilla rusa y presa ibérica. «Nos gastaremos lo de siempre en la comida», calculan. En toda la Feria prevén gastarse unos 100 euros por pareja, incluyendo el transporte. La diversión sí tiene precio.

En la plaza Uncibay se encontraba Jennifer Gómez, acompañada de sus nueve amigos. «Ya que salimos para la Feria aprovechamos para tapear», nos cuenta. Vienen de un pueblo cerca de Ronda y cada año les gusta pasarse alguna vez a ver el ambiente que se vive en nuestros festejos de la capital. En sus platos quedan restos de jamón, queso, tortilla de patatas y flamenquines, «lo más típico». Estos jóvenes esperan gastarse entre los 15 y 20 euros por persona. «Es un buen precio estando en este sitio y en esta fecha», argumenta Gómez.

El grupo de Ismael Sánchez es más numeroso: son en total 12 compañeros de trabajo los que están sentados a la mesa de un local. «Hemos pedido carne, pimiento, morcilla y tortilla; aquí se come de lujo... Y para mantener la línea», bromea Ismael. Calculan gastar entre unos 30 y 40 euros por persona, porque, aseguran, «en Feria es normal pagar algo más». Los precios se alzan con la llegada de este evento. Todos los que salen a comer lo saben pero también entienden que es algo completamente normal en esta fiesta multitudinaria. Así que, como se suele decir, una vez al año no hace daño.