La Feria, un lugar de diversión infinita en el que muchos quieren aprovechar hasta el último minuto o la última gota de alcohol. Son muchos los jóvenes, y no tan jóvenes, que no tienen control de sus propias ganas de fiesta. Un hecho que propicia la cara más trágica de la celebración.

Para que reine la armonía, hay otros que velan por la seguridad y la salud de los feriantes. Personas encargadas de vigilar que todo transcurra de la mejor manera posible, ángeles de la guarda podríamos llamarles, pero de carne y hueso.

Los servicios de emergencia se ocupan de garantizar la seguridad y la asistencia sanitaria de todos los ciudadanos y visitantes que se encuentren tanto en el Centro como en el Cortijo de Torres. Rafael Sánchez, médico del Real Cuerpo de Bomberos, se dedica a coordinar todo el dispositivo de emergencia. Este año, Sánchez asegura que esta semana está siendo relativamente «cómoda» y que no han habido casos muy complicados: «Esto es como un centro hospitalario en miniatura, ves patologías de todo tipo», explica Sánchez, aunque apunta la intoxicación etílica y el traumatismo son como el rey y la reina de los casos que llegan a su «mini-hospital».

Lidia Fernández, jefa de Unidad de Acción Social, Recursos Humanos y Formación de la Agrupación de Voluntarios de Protección Civil, está al servicio de la ciudadanía para informar y ayudar en todo lo posible. «Nuestra función, sobre todo, es informar al ciudadano y el reparto de pulseras identificativas». Las pulseras identificativas son una iniciativa lanzada para que niños y personas discapacitadas estén más controlados. «Estas pulseras son para niños o personas discapacitadas, por si se pierden o se distraen. En ella están apuntados todos los datos de los padres o tutores, así que con solo presentarla pueden contactar con ellos. Además, gracias a este método hemos podido actuar en cinco casos en esta Feria», explica Fernández.

Otros de los servicios son los bomberos. Estos se organizan a través de rotativas que aseguran la continuidad de sus servicios. La Feria para los habitantes es, claramente, un lugar de ilusión y disfrute, pero la visión cambia drásticamente cuando conoces los entresijos de lo que supone la Feria. «Encontramos muchos riesgos potenciales como son la cantidad de vatios de potencia que hay en las casetas; los cacharritos con riesgos eléctricos y de caídas... Es decir, un sin fin de cosas», expone Juan Montiel, cabo responsable del retén nocturno de la feria del Real.

El cabo Montiel asegura que lo que más preocupante en caso de incidente es la cantidad de gente que a diario se concentra en el Real. «En aglomeraciones ya se sabe cuál es el problema, cualquier punto, aunque esté cercano, se hace lejano, con lo cual será tardía la llegada y más en un sitio donde hay tanta masificación. Por ello, si ocurre cualquier incidente lo que procuramos es ofrecer la respuesta más rápida posible».

Hay que tener en cuenta que los servicios de emergencia no solo sirven a los ciudadanos, también los propios trabajadores del recinto. «Los mismos feriantes piden mucha asistencia médica, ya que al estar trabajando tantas horas a veces necesitan de nuestros servicios. Hemos atendido desde un resfriado hasta un cólico nefrítico», informa Sánchez. Una noche larga para trabajadores, servicios de emergencia y, desgraciadamente, muchos ciudadanos que necesitan de asistencia. Una noche en la que centenares de ojos, manos y profesionalidad cuidan del bienestar y las necesidades de los que acudían a la feria a disfrutar. Los «ángeles de la guarda» que cuidan de todos los detalles pertinentes para que sea una noche memorable, pero no en el mal sentido.