La Feria de Málaga cerró ayer con los números positivos -más información en las páginas 4 y 5 de este periódico, que dan cuenta del balance de la edición- de siempre; aunque, al menos, el alcalde, Francisco de la Torre, ya no habla de esos «6 millones de visitantes a la Feria» que llevaban tiempo siendo un motivo para el sonrojo.

Termina la semana grande de la capital con, al menos, sólo una controversia -la denuncia del actor Will Shephard a una caseta del Real por discriminación racista-. «Sólo» porque conviene recordar que el año pasado la Feria de Málaga llegó a las escaletas de los informativos por la imagen de un joven totalmente desnudo en la Plaza de la Constitución bailando entre la multitud y las declaraciones de la concejala de Fiestas, Teresa Porras, sobre la falta de civismo de esos chicos «descamisados» y esas chicas «con las bragas en la mano». De ahí que cuando estallara el caso Shephard De la Torre quisiera anticiparse y se hiciera la foto con el intérprete, saliendo al paso de la polémica con una rapidez pasmosa... Aunque se llevara por delante la presunción de inocencia.

Este año, la palabra normalidad que suele emplear el alcalde al referirse a la Feria de Málaga sí puede ser usada con cierta propiedad. Aunque los haters de la fiesta del Centro siempre tendrán argumentos para sus tuits -¿es posible celebrar una fiesta sin generar ruido o suciedad? ¿Es la Feria el único acontecimiento masivo de la ciudad que produce detrito?-, parece que los recientes y lamentables sucesos de los pasados Sanfermines han aplacado las críticas: «Bueno, al menos aquí no ha habido violaciones en grupo», parecen pensar los eternos críticos de la fiesta del Casco Histórico.

No hay que analizar la Feria de Málaga como si fuera algo más que una reunión de mucha gente para pasárselo bien en un entorno social más laxo y menos coercitivo. Y quizás ése sea un problema, que esto es lo que es y nadie va a buscarle más pies al gato. ¿Se acuerda alguien de la propuesta realizada el año pasado por la socialista María Gámez, que urgía a la celebración de una mesa de la que saliera un nuevo modelo de fiesta urbana? A nadie le importa. Los números cantan, y lo tapan todo.