­El penúltimo toro de la Feria de Málaga sirvió para levantar los tendidos. Diego Ventura cabalgaba sobre Sueño, un lusitano castaño que se convirtió en el máximo protagonista de la tarde al ejecutar tres entradas a banderillas en distintas suertes. Ventura, sonriente, se sabía acreedor del doble premio que le significaba abrir la puerta grande de Manolo Segura. El toro, un dulce de Bohórquez, estaba con el caballero. Se gustó con unas rosas y preparó a la plaza para la suerte suprema. En sueños se escuchó abrir el candado de La Malagueta. Tres pinchazos, una estocada perpendicular y un descabello volvieron a cerrarlo. Su cara, un poema; el sueño desvanecido y la plaza con él, pidiendo mayoritariamente una oreja que el palco no consideró. El premio se lo llevó Ventura en el primero de su lote con una faena muy a su estilo: aturrullada pero en tremenda conexión con los tendidos. El toro le topó a uno de sus caballos, Ritz, pero mató de una estocada contraria que el público convirtió en oreja.

A Hermoso de Mendoza se le vio alicaído. Como sus compañeros de cartel, sólo puso un rejón a cada uno de sus toros. En el primero de la tarde alargó la faena hasta apagar a un toro que se cansó pronto. Silencio. En el que hacía cuarto volvió a abusar de las banderillas ante un toro que no respondió; desde la salida anduvo suelo y poco colaborador. En éste saludó porque en Málaga se le tiene el respeto que se le debe a la máxima figura del rejoneo.

Manuel Manzanares necesita placearse. La cuadra es para enmarcarla pero su toreo fue nervioso y, por momentos, antiestético por el abuso de las manos en las riendas. Al tercero le hizo una faena sin más, muy despegado y clavando a la grupa y no al estribo -como ha de hacerse-. Saludó gracias a que la plaza tenía ganas de disfrutar. En el que cerró la Feria se encontró con un oponente muy por encima de él. El toro se aburrió en banderillas y acabó distraído en lugar de hacer por los caballos. Es cuestión de tiempo que mejore: tiene cuadra, maestros y RH torero.

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