"Sorprendente, digna del elogio y la vista reposada". Así describió el alcalde de Málaga, Francisco de la Torra, la muestra de la obra de Esteban Arriaga que ayer se inauguró en la Sala Moreno Villa en un acto al que también acudió el delegado municipal de Cultura, Miguel Briones. A sus 86 años de edad y con la ayuda de un andador que hace más llevadera una lesión, el artista pronunció frente a toda su familia un emotivo y breve discurso. Pero sobre todo habló su arte.

Malagueño de adopción, Arriaga nació en Tenerife en 1922. Estudió Bellas Artes a los catorce años y pronto ingresó en la Escuela Naval Militar. comenzando una afición por el paisaje marítimo que le acompaña hasta hoy. Poco después, estudió la carrera de Ingeniero de la Armada y en los años 80 siguió la ruta del Estrecho de Magallanes. Durante sus largos viajes, el pintor consiguió el apoyo y la ayuda de las autoridades para pintar en lugares donde habían tenido lugar grandes batallas navales. Seguramente por eso es un héroe para los americanos. Sin embargo, su corazón está en Málaga, que ya le nombró hijo adoptivo. La prueba de su afecto por la ciudad está en las numerosas pinturas de la exposición que reflejan la tragedia marítima del velero alemán Gneisenau en la costa malagueña. Ese cariño es recíproco y se hizo notar en una inauguración con el sabor de la épica naval y la aventura. Y de la emoción: al mencionar a su esposa, sus palabras se convirtieron en llanto y su hijo tuvo que tomar la palabra para agradecer el apoyo y el cariño de todos los presentes.