"Desde el 1 de julio de 2008 los establecimientos de servicio de comidas no podrán almacenar, usar o servir ningún alimento que contenga aceites, mantecas o margarinas vegetales parcialmente hidrogenados con 0,5 gramos o más de grasas trans por porción", explica el Departamento de Salud de Nueva York en su página web.

Aunque desde el año pasado las grasas artificiales ya no estaban permitidas en los aceites de freír, a partir de hoy tampoco lo estarán en los supermercados, tiendas o establecimientos que vendan comida preparada, incluida la panadería y repostería.

Las autoridades sanitarias de Nueva York añaden que la regulación "no se aplica a los alimentos servidos en envases sellados originales del fabricante, como un paquete de galletas o una bolsa de patatas fritas".

En un plazo de tres meses, se empezarán a establecer severas multas a quienes no respeten la normativa.

Nueva York fue la primera ciudad de Estados Unidos en prohibir gradualmente ese tipo de grasas, que se usan generalmente para hacer los alimentos más crujientes, pese a que favorecen la obesidad y las enfermedades cardiovasculares.

Paradójicamente, fueron promovidas en la década de los ochenta como un sustituto "saludable" a las grasas saturadas de origen animal.

Se obtienen al inyectar moléculas de hidrógeno a aceites vegetales, lo que hace que a temperatura ambiente sean sólidos, en lugar de líquidos.

Tras ese proceso, dan consistencia y aumentan la validez de los alimentos en las estanterías de los supermercados y las cocinas de los restaurantes.

Sin embargo, en los últimos años se ha descubierto que las grasas hidrogenadas se acumulan en las paredes de las arterias y obstruyen el paso de la sangre.

Las autoridades de Nueva York tomaron cartas en el asunto después de constatar que al menos medio millar de habitantes de la Gran Manzana pierden la vida cada año a consecuencia del consumo de esas grasas.