Un colectivo heterogéneo, aproximadamente el diez por ciento de la población, que estos días ha vuelto a salir a la calle para reivindicar con orgullo lo que son y cómo son, para denunciar a quienes todavía les discriminan y, de forma festiva, enarbolar la bandera del arco iris.

Visibles o no, están en todos los ámbitos de la sociedad. Y, algunos, en las cocinas del poder. En el Gobierno y el Parlamento, en la judicatura, al frente de ayuntamientos, empresas y medios de comunicación. También en la cultura, el mundo del espectáculo, las finanzas, la medicina, en los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado...

"Después de una larga etapa de oscuridad, de incomprensión y de marginación, la comunidad gay y lesbiana se ha aglutinado pero no hasta el punto de constituir un poder para influir o para sesgar, mucho menos con ánimo revanchista", dijo a Efe Jerónimo Saavedra, alcalde de Las Palmas de Gran Canaria y uno de los primeros políticos en salir públicamente del armario.

Ex ministro, ex senador y profesor universitario, Saavedra cree que "cuando se ejerce el poder, cuando se gobierna, no hay que hacer diferenciaciones". Y apela a la Constitución, "una extraordinaria fuente para entender los valores que enaltecen la convivencia y toda acción gubernamental".

SUMAR ALIANZAS

Antonio Poveda, presidente de la Federación Estatal de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales, la organización más representativa del movimiento LGTB, considera que el poder del colectivo, "social sí, económicamente no sé si tanto", radica en que ha sabido "sumar alianzas con otros colectivos sociales: sindicatos, partidos políticos,...". "Pero -recalca- no existe un lobby, aunque si existiera sería absolutamente respetable".

"Lo que sí hemos creado -continúa- es una red de alianzas, de organizaciones, de activistas que reivindican sus derechos sociales.

Nuestro poder es el de convencer, el de informar. Ningún otro".

A Poveda le parece "peligroso" hablar de "mafia rosa". "Me recuerda -afirma- a épocas que todos preferimos olvidar. La ultraderecha lo utiliza para ir contra nosotros. Es otra más de sus paranoias. No manejamos los hilos de nada. Trabajamos desde los colectivos para defender nuestros derechos. El Opus Dei o la Iglesia sí que actúan como lobby".

El escritor Eduardo Mendicutti tampoco cree que exista el tan denostado por muchos "lobby rosa". "Aunque -comenta a Efe- no estaría mal que existiera. Para reclamar, exigir, para procurar sensatamente que nuestras reivindicaciones se atiendan".

AUTOPROTECCIÓN

Para el empresario Kike Sarasola, fundador de una exitosa cadena de hoteles, Room Mate, embarcada actualmente en su expansión internacional, es pura y simplemente "una chorrada como la copa de un pino". "Somos -dice- un colectivo bastante heterogéneo, muy agrupado sí y con las ideas muy claras. Ahí radica nuestro poder.

Nos autoprotegemos, pero de ahí a decir que somos poderosos....".

"No, definitivamente no". Así de tajante se expresa Miguel Angel Sánchez, presidente de la Fundación Triángulo por la igualdad social de gays y lesbianas. "Posiblemente tenemos poder de influencia, pero como cualquier otro movimiento social. Y capacidad de convencer. Lo de mafia rosa es una tergiversación interesada. Porque ¿quién chantajea a quien para conseguir qué? Si existiera habría que combatirla".

Hay, añade Miguel Angel Sánchez, gays y lesbianas con poder, "como hay heterosexuales", pero "no lo tienen por su condición sexual". "Todavía hoy la orientación sexual de una persona puede ser un problema y perjudicarle en su vida pública. Por ejemplo: seguro que hay diputados y senadores homosexuales. Y no conocemos a ninguno, no quieren hacerse visibles".

Miguel Angel López, editor y fundador de la revista "Zero", con más de 130.000 lectores de media por número, cree que es un tópico pensar que el colectivo LGTB es poderoso. "Si tuviéramos poder -asegura a Efe- no estaríamos discriminados. Somos un colectivo organizado, más que con poder. Organizados para reivindicar derechos y denunciar discriminaciones".

"Me salen granos cuando oigo hablar de poder rosa. Es pura y simplemente una utilización bastarda de la realidad. Aunque quizá nosotros también tenemos algo de responsabilidad en ello. A mi me sugiere una cierta homofobia", agrega el director de una revista que ha prestado su portada para sonadas salidas del armario.

"Yo, realmente, me siento con muy poco poder. Soy periodista, comunicador, instigador de conciencias. Mi deseo es contribuir a cambiar el mundo que me rodea, para hacerlo mejor, ayudar a crear una sociedad libre de prejuicios. Nuestro único poder -bromea- es el de convocatoria".

SUPERAR DISCRIMINACIONES

Jerónimo Saavedra, que tiene y ha tenido poder en muchos momentos de su vida profesional, está convencido de que "debe servir siempre para favorecer la condición humana, para cohesionar y para superar discriminaciones o desigualdades". Y se pregunta: "¿por qué la condición sexual de cada quien ha de ser causa determinante de prejuicios o de exclusiones?".

Desde el poder, en una democracia avanzada, destaca el veterano político canario, "no se influye más ni se tiene en cuenta la condición de hetero o de homosexual como destinatarios de una acción política", que en todo caso "debe caracterizarse siempre por el respeto y la tolerancia, cualidades que terminarán calando en la sociedad".

Todos los consultados coinciden en que la orientación sexual de una persona no condiciona, o no debe condicionar, el ejercicio del poder, si lo tiene. "Aunque -sostiene el editor y fundador de "Zero"- sí determina nuestras relaciones, nuestra manera de ser, de expresarnos".

"Quizás -apunta Antonio Poveda- lo ejerzamos desde una mayor tolerancia, no desde la imposición. De una forma más próxima, menos despótica, más solidaria con los más discriminados. Puede ser".

Miguel Angel Sánchez, de la Fundación Triángulo, es más radical en su planteamiento. "No creo que por ser homosexuales -dice- seamos más sensibles a las situaciones discriminatorias. Ser heterosexual no bloquea para esa sensibilidad hacia determinadas situaciones injustas".