Su risa jovial la delata. La canadiense Loreena Mckennit siente una curiosidad insaciable por la vida y trata de reflejarla en sus canciones, fuertemente vinculadas a la tradición celta. Desde un hotel de Alemania, en plena gira europea, contesta a nuestras preguntas.

-Las entradas para su concierto en Málaga no tardaron en agotarse. ¿Por qué cree que la música tradicional o folk conecta tan bien con cualquier público?

-Es muy difícil saberlo. Creo que la música es un medio de expresión extraordinario y dentro de ella puedes encontrar muchos géneros, ya sea rap, heavy metal, clásica o folk. En Europa, y particularmente en muchas regiones de España, he encontrado un entusiasmo muy vivo por la música como una expresión de la cultura propia y eso es algo fantástico.

-Supongo que las dos estamos pensando en el flamenco...

-En realidad, la gente tiene una curiosidad cultural por la música, la ropa o la comida. Quizá es porque el mundo es cada vez más pequeño y homogéneo y la música es una de las pocas cosas con las que la gente puede identificarse y diferenciarse todavía.

-¿Cómo afronta el reto de avanzar en su música siendo fiel a la tradición?

-Es una cuestión delicada, porque la mayoría de los artistas tenemos la necesidad de crecer y evolucionar y quizás cambiar, pero a mucha gente a la que le gusta tu música también le gusta tal como es y no quiere que cambies. En este momento en concreto, cuando ya he grabado seis o siete discos, la gente quiere que mantenga algunas cosas con las que está familiarizada pero también piden algo nuevo. En mi caso trato de conseguirlo estudiando Historia, viajando o siguiendo el hilo de otras músicas, pero siempre me preocupo de que mi música se parezca mucho a mí.

-Su último disco está inspirado en ´La Odisea´, quizás el viaje histórico por antonomasia. ¿Acude a estos dos elementos, la Historia y los viajes, con la garantía de que en ellos encontrará la deseada inspiración para sus composiciones?

-No necesariamente. Todo proceso creativo es impredecible, es como ir a pescar. Tiene más que ver con tus sentimientos que con cualquier cuestión del exterior. El mundo y la vida son muy ricos en materiales y en inspiración pero, en realidad, depende del filtro con que lo enfoques, de la perspectiva con que te aproximes a ellos y creo que por eso disfruto tanto viajando, porque es como si todo fuera siempre nuevo y hubiera algo de la frescura de la inocencia que es muy emocionante e inspirador. Si vas al mismo sitio una y otra vez es muy difícil encontrar inspiración.

-¿Cuál es el lugar más excitante al que ha viajado?

-Es difícil decirlo. Estuve en Fez, en Marruecos, hace cuatro años y me pareció muy interesante; también estuve en Marrakech durante el ramadán en el 93, conviví con una familia de nómadas en Mongolia, atravesé Siberia en tren, pasé dos meses en Pakistán... Son lugares muy muy diferentes. Pero no necesito ir a lugares tan exóticos: viajar me parece algo fascinante de por sí y me gusta mucho, por ejemplo, venir a Europa.

-¿Alguna vez ha compuesto una canción en nuestro país?

-Deje que piense... Cuando estaba trabajando en ´The mask and the mirror´ (1994) viajé a España y en Granada me hospedé en el Parador, un lugar impresionante donde escribí parte de ´The mystic´s dream´.

-Es significativo que en una época marcada por la velocidad la gente siga necesitando una música como la que usted hace, que evoca calma y tranquilidad.

-Faltan horas en el día, hay demasiadas cosas en las que alguien puede emplear su tiempo pero tengo la impresión de que también mucha gente sigue teniendo una necesidad profunda de todas esas cosas que la música hace sentir. Pero ya sé que la industria discográfica está sufriendo muchos cambios y es mucho más difícil hacer ciertas cosas. Por ejemplo, Yo viajo con nueve músicos y es muy caro, no sé si podré volver a hacer una gira como ésta.